Cuando uno era niño de catequesis, había cosas que se aprendían desde el principio y para toda la vida: mandamientos de Dios y de la Iglesia, sacramentos, pecados capitales y obras de misericordia. La verdad es que sabiendo eso uno tenía más que de sobra para conocer y vivir los fundamentos de lo que sería su vida de fe. Eran formulaciones exactas, básicas, evaluables y más que suficientes.
Al grito de abajo la memoria, tenemos una amplísima generación de católicos sin más
fundamento doctrinal que lo importante es amar y compartir.
Con ese equipaje a la espalda no es extraño que el catolicismo esté realmente
bajo mínimos.
En nuestras catequesis si
acaso los niños aprenden los mandamientos de la ley de Dios y sin mucho
insistir. Me atrevo a decir que trabajo perdido si no se aprenden los de la
Iglesia. No me vengan con la cosa esa de que lo de la Iglesia es algo
secundario. Yo lo entiendo al revés: si no se cumplen los
mandamientos de la Iglesia el resto son ganas de perder el tiempo. Y de todos
ellos, aún me atrevo a decir que en oír misa entera los domingos y fiestas de
guardar es la clave donde se
asienta hoy la perseverancia de la fe.
Cuando la santa madre Iglesia
nos manda oir misa entera los domingos y fiestas de guardar bajo pecado mortal,
lo que está diciendo es que la misa del
domingo es tan clave en la vida del católico, que abandonarla es apartarse del
todo de la comunión eclesial. Me molesta en grado sumo que se desprecie a los que van a misa el
domingo como si fueran de segunda o tercera división. Recuerdo a un compañero
que se quejaba de esa gente que va a misa mirando el horario que más les
conviene. A mí, sin embargo, esa gente me encanta. El católico que
no se pierde una misa dominical ni loco y que es capaz de conocerse los horario
de medio mundo para no faltar, es un católico que no se pierde.
Aquí pecadores somos todos. Pero pienso que el que va a misa cada domingo
tiene todo ganado, porque en misa pide perdón, escucha la palabra y su
explicación en la homilía, celebra el sacrificio incruento de Cristo en la
cruz, tiene la posibilidad de colaborar incluso económicamente y hasta por
medio de avisos y hasta carteles conoce la vida de la Iglesia.
Y sigo. Anda que no es
poco lo de confesar y comulgar al menos una vez al año, participar en las
prácticas penitenciales comunes y echar una mano en lo que sea necesario.
A mí me parece que el que cumple los mandamientos de la Iglesia tiene muchas posibilidades
de cumplir los mandamientos de la ley de Dios y de ser caritativo con sus
hermanos. Y al revés. Quien deja la misa, la confesión, la
comunión, se ríe del ayuno y la abstinencia malamente va a ser un católico
medio serio.
Insisto. Antes de los
mandamientos de la ley de Dios, los de la Iglesia. Concretos y
evaluables.
Lo de amar a Dios y al
prójimo, que sí que es la clave, es tan esencial como inconcreto. Y como no se
puede medir, ancha es Castilla. Lo medible es ir a misa todos los domingos, por
eso se rechaza. Pero es clave.
Jorge González
No hay comentarios:
Publicar un comentario