El demonio puede atacar a cualquier hora y en cualquier lugar.
Por: Fr. Ed Broom, OMV | Fuente: FatherBroom.com // PildoradeFe.net
Hay personas que no se toman su día libre, sus
vacaciones, tal vez una siesta y una pausa para tomar un café con un
sentimiento de alivio. Esas personas están siempre buscando una oportunidad
para atacar, derribar, esclavizar o conquistar. ¿Quiénes
son estas personas? Por si no lo adivinaron: ¡son los demonios!
San Pedro compara al demonio con el rugir de un
león que busca la oportunidad para devorar a su presa, es decir, ¡para devorarnos a nosotros!
El demonio puede atacar a cualquier hora y en
cualquier lugar. Es astuto, muy inteligente y despiadado. Sin embargo, hay un
área en específico en la que él es más propenso a atacarnos: ¡nuestra vida de oración!
San Ignacio nos recuerda que el demonio ataca
cuando nos encontramos en un estado de desolación. Con eso nos referimos a la falta de fe, esperanza y caridad, a un sentimiento de tristeza y desánimo que lleva a la depresión, tibieza y al
letargo.
Nuestra visión sobrenatural se nubla y oscurece.
Es como si se estuviese en una nube negra o dentro de un túnel oscuro que
parece no tener salida. Éste es el estado de las almas al que apunta el demonio
y les lanza sus dardos mortales.
¿De qué maneras puede el
maligno (Santo Tomás), el león rugiente (San Pedro), el perro atado furioso
(San Agustín), el enemigo mortal de nuestra salvación (San Ignacio), el
mentiroso y asesino del comienzo (Jesús en Jn 8), el demonio atacar nuestra
vida de oración? ¡Veamos!
1.- PROCRASTINACIÓN.
Te puede tentar de la siguiente manera: "No hay apuro; pospón tu oración para mañana. Dios
entiende; Él conoce tus pensamientos y sentimientos. Dios no tiene prisa,
tampoco tú la deberías tener".
2.- HACER MENOS ORACIÓN.
Bueno, si el demonio no puede vencerte haciendo
que pospongas tu oración para mañana, entonces hará que ores menos. En lugar de
asistir a una Hora Santa, haz una visita de 30 minutos; deja de asistir a Misa
diario.
Sólo es necesario que asistas los Domingos. ¿El Rosario? En lugar de rezar todo el rosario, el
demonio hará que solamente reces una o dos décadas.
3.- DISTRACCIONES EN TU ORACIÓN.
Otra táctica del demonio es hacer que pierdas la
concentración.
En lugar de enfocarte en Dios, terminas
enfocándote en algún asunto irrelevante como qué cocinar luego, quién está
jugando tal o cual deporte, qué planes hay para el fin de semana.
4.- PIERDE EL TIEMPO.
El demonio no da tregua en sus ataques a la
persona que se ha comprometido a una vida seria de oración.
Como nos recuerda la Palabra de Dios:
"Si decides seguir al
Señor, prepárate para la batalla".
El demonio te puede tentar de la siguiente
manera: Estás malgastando tu tiempo al orar. Mejor
has lo imposible para ayudar a tu vecino. ¿Recuerdas a Jesús con Marta y María?
El demonio promueve el activismo al punto de
convencernos de que nuestro trabajo es mucho más importante que nuestra vida de
oración y conversación con el Señor.
Recuerda que Jesús vino en defensa de María
cuando estaba sentada a sus pies y le escuchaba atentamente – ¡éste es un verdadero modelo de contemplación!
5.- AÚN ERES LA MISMA PERSONA
Estás orando más que antes, pero en realidad no
eres mejor que antes y muchas personas te han dicho esto.
Por lo tanto, mejor abandona tu vida de oración
y vuelve a la vida normal, cómoda y fácil que la mayoría de tus amigos y socios
llevan.
6.- SENTIMIENTOS
El demonio puede tentarte de esta manera. Puede
engañarte haciéndote creer que tus oraciones no van a ningún lugar por la
sencilla razón de que no experimentas emociones ni sentimientos fuertes cuando
oras.
Antes experimentaste esos sentimientos y
emociones en ese primer retiro carismático, pero las emociones cesaron y la
oración es más tranquila y pacífica.
Cualquier buen director espiritual o texto sobre
la teología de la oración indicará que la ésta no depende siempre de emociones
sino de la confianza en Dios.
7.- DIOS SE MUESTRA CALLADO Y NO RESPONDE A MI ORACIÓN
Puede suceder que hayas orado durante mucho
tiempo por una intención en específico, quizás hayas ofrecido novenas y Misas,
pero esa intención no ha sido respondida.
El demonio puede convencerte de no orar, o de
que la oración es un ejercicio inútil, una pérdida de tiempo.
Para algunos, el demonio describe a Dios como
una especie de Santa Claus en el cielo o como un genio listo para salir de la
lámpara si la frotamos lo suficientemente fuerte. Si no me contesta, Dios no
existe.
8.- DESASTRES Y AUSENCIA DE DIOS.
Tal vez algunos desastres se han presentado en
tu vida: pérdidas económicas, desafíos financieros, o incluso la muerte de un
ser querido. ¿Cómo puede un Dios tan bueno permitir
que esto suceda?
Un buen Dios no permitiría esto, si en realidad
Él es bueno. Nuestra salvación puede ser el libro de Job: "Desnudo salí del seno de mi
madre, desnudo allá volveré. Yavé me lo dio, Yavé me lo ha quitado, ¡que su
nombre sea bendito!" (Job
1,21)
9.- TENTACIONES EN CONTRA DE LA CASTIDAD.
Ha sucedido incluso en la vida de los santos –
Santa Catalina de Siena, Santa Margarita María, San Antonio del desierto – ser
atacados frecuentemente contra la virtud de la pureza.
El demonio usa muchas y diversas maneras de
tentación para disminuir la vida de oración e incluso extinguirla.
10.- EL DESESPERO.
Tal vez el ataque más fatal del enemigo es
convencernos de ceder ante la desesperación.
Éste fue el caso de Judas Iscariote. Si se hubiese
arrepentido, tal vez alrededor de todo el mundo tendríamos iglesias con el
nombre: "San Judas el penitente".
Pedro se arrepintió y fue perdonado y se
convirtió en santo. Después de que caemos en pecado, el demonio nos acusa y
condena y nos lleva a la muerte y a la desesperación.
El Espíritu Santo nos consuela y nos llena de
ánimo con la confianza y esperanza en la infinita misericordia de Dios. JESÚS EN TI CONFIO.
En conclusión, debemos aferrarnos a la oración como si fuese
un chaleco salvavidas, el aire que nos mantiene vivos, el ancla o nuestra
salvación. Si el demonio nos tienta a abandonarla o a orar menos, entonces
deberíamos seguir el consejo Ignaciano de “agere
contra” para hacer exactamente lo contrario e intentar orar más y mejor;
así ganaremos la batalla.
Artículo originalmente
publicado en FatherBroom.com
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