martes, 14 de agosto de 2018

¡ESTABA TAN ILUSIONADA! PENSABA QUE SIEMPRE ESTARÍAMOS JUNTOS…


Las enormes consecuencias de NO ESPERAR hasta el matrimonio.

POR: ANÓNIMA | FUENTE: LA OPCIÓN V
Hoy quiero contarles mi historia con el deseo de que las lecciones que aprendí no solo me sirvan a mí, sino que sean luz para ustedes, que los cuestione, que los mueva, que los anime a dejar aquello que tengan que dejar y que los motive a buscar lo grande.

Hace ya unos años había comenzado una relación. ¡Ah! ¡Yo estaba tan ilusionada! Lo admiraba, lo quería tanto, lo amaba y pensaba que siempre estaríamos juntos porque habíamos afrontado muchas dificultades a lo largo de nuestra historia de amor.

El tiempo fue pasando y yo me iba cuestionando sobre la importancia de la virginidad y el esperar hasta el matrimonio.

Empecé a pensar que era suficiente amar a una persona y el deseo de querer compartir algo tan grande e importante con alguien muy especial para mí. Fue así que le entregué todo a este chico.

Además, sutilmente él me persuadía, hacía que cuestionara mis anhelos, me convenció de que querer esperar a mi esposo era una locura, que si dos personas se amaban era suficiente.

Me decía que parecía un borrego siguiendo lo que me decían en la iglesia, que no cuestionaba si eso estaba bien o no, que me habían "lavado el cerebro", que "hacer el amor" no podía ser algo impuro si nos amábamos, que pensara por mí misma.

RENUNCIANDO A DIOS
Sin darme cuenta él era el que me estaba "lavando el cerebro", me estaba llevando como oveja al matadero. Dejé de pensar por mí misma y terminé pensando como él, sin cuestionar sus ideas porque lo amaba, porque confiaba en él y en lo que él me decía.

Por escucharlo a él terminé renunciando a mis ideales, renunciando a Dios como el centro de mi vida, había dejado que ese chico ateo al que amaba cuestionara mi fe y finalmente se burlara de mí.

Convencida de que no había nada de malo si nos amábamos, no percibía la entrega sexual como algo impuro.

Para mí éramos dos almas uniéndonos profundamente, y qué mayor amor que la unión sexual, una experiencia hermosa, que trasciende y que merece ser compartida solo con quien ames y te ame de verdad, no mientras dure, sino PARA TODA LA VIDA.

Poco a poco la "belleza de esa unión" se fue desvaneciendo. Una parte de mí lo notaba y me destrozaba el alma, pero no quería aceptarlo. No sabía cómo pararlo, cómo cambiarlo. Se fue el respeto, no había entrega, no había amor.

Pasó de ser algo hermoso a perder el significado de esa entrega, de esa unión ya ni siquiera era unión, se volvió simplemente un complacer sus deseos y los míos. Eso trajo vacíos, peleas y finalmente ese amor murió.

Hubo además otras consecuencias. Producto de las relaciones sexuales mi salud se complicó y tuve que pasar consultas médicas y tratamientos sola, casi en secreto.

Me moría de miedo, tenía tantas dudas, temía no poder tener hijos, lloraba de dolor, pero más que el dolor físico, lloraba por el dolor de hallarme sola enfrentando eso.

En esos momentos deseaba haber esperado a mi esposo, porque probablemente con él habría ocurrido lo mismo con mi cuerpo, pero la diferencia sería que estaría acompañada por él enfrentando eso, sería verdaderamente amada por ese hombre en la adversidad de ese momento, él habría sido mi soporte, mi compañía.

"Fue entonces que entendí que mis ideales habían sido una locura o un imposible"

Yo quería ser amada por un hombre que pudiese sacrificarse por mi bien, que estuviese dispuesto a esperar hasta el matrimonio, que entendiese la belleza de esa unión, que supiese que es para siempre, que estuviese comprometido a estar juntos en las adversidades, porque es entonces cuando más se necesitan dos personas y cuando más amor se pueden mostrar.

EL COMIENZO DE LA RESTAURACIÓN
Quería ser amada por un hombre que respetara mis creencias, pero sobretodo que las compartiera, que me elevara a Dios siempre y que Él fuera lo más importante y hermoso que pudiéramos compartir en nuestra relación.

El 25 de junio del 2012, por primera vez, puse en oración a mi futuro esposo. Prometí esperarlo y le pedí a Dios que él también lo hiciera.

Meses después tuve la confesión más hermosa de mi vida: "Dios te ha dado una hoja en blanco, para que escribas una nueva historia, en la que el amor verdadero es posible para ti".

Supe que podía recuperar todo lo que había perdido.

Hoy, esos han vuelto a ser mis ideales. Desde mi dolorosa experiencia les digo que no duden jamás en tener ideales altos para encontrar y construir un amor verdadero.

¡Háganse respetar y no dejen que nadie, especialmente la persona a la que aman, trate de rebajar esos ideales!

Y tú no te conformes con menos que eso, porque Dios no quiere menos que eso para quienes están llamados al matrimonio.

Cada uno recibe lo pide, y quien realmente te aprecie y quiera tu compañía sabrá respetar lo que le pidas, porque querrá algo duradero.

Cuando uno ama de verdad hace cualquier sacrificio y lo que sea necesario para no dañar a quien ama.

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