Hace más de un año que teóricamente
debería haber muerto; ahora no para de dar su testimonio.
A Inma Escriche le dieron cuatro meses de vida.
Ella buscó refugio en la fe mientra han pasado prácticamente dos años.
A Inma Escriche y a su marido les pilló
completamente por sorpresa cuando fue diagnosticada de un cáncer de pulmón. Ni
ella ni los médicos fueron capaces de identificar aquellos síntomas de la
enfermedad. Pero es que además no era
fumadora. Era ese 3% de personas jóvenes no fumadoras que lo contraía.
El
diagnóstico la dejó perpleja: cáncer de
pulmón en estadio IV ya con metástasis, inoperable e incurable. Y una
esperanza de vida de cuatro meses. Ante tal noticia Inma se refugió en la fe y
lejos de hundirse ante esta situación decidió dar un paso adelante y quiso
mostrar al mundo que la enfermedad se puede sobrellevar y vivir con alegría,
apoyada en la fe.
CHARLAS
E INTERVENCIONES EN COLEGIOS, EMPRESAS Y TELEVISIONES
Así fue
como empezó a dar charlas en colegios, empresas y hasta en medios de
comunicación. Su testimonio ha salido en las grandes televisiones, también
gracias en parte al haber defendido la millonaria donación que el empresario
Amancio Ortega, dueño de Inditex, hizo para la lucha contra el cáncer y que fue
criticada por Podemos.
DE
AQUEL DIAGNÓSTICO DE MUERTE INMINENTE HAN PASADO CASI DOS AÑOS.
Inma
sigue luchando contra la enfermdad y dando testimonio, un ejemplo que además es
de gran utilidad ahora que la eutanasia está más cerca que nunca de ser
legalizada en España.
Inma da testimonio allá donde se lo piden.
Si Inma
se hubiera dado por vencida ante el dolor y la muerte inminente con una ley de
eutanasia ya en funcionamiento se hubiera perdido todos estos meses que está
disfrutando de su marido y de sus tres hijos. ¡Cuántos casos habrá como el de esta mujer de
Valdemoro!
EL
DESAFÍO DE CONFIAR EN DIOS
En un
testimonio publicado por la Diócesis de Getafe,
esta feligresa de la parroquia de Nuestra Señora del Pilar de de Valdemoro
cuenta que Cristo ha sido su refugio en este tiempo. “Cuando recibí el diagnóstico, descubrí en mi misma
la capacidad de confiar y una paciencia que antes no tenía y he tenido que desarrollar”, afirma.
Inma
explica haber encontrado un sentido en el sufrimiento, pues “en ningún momento he vivido la enfermedad como un castigo,
sino que, gracias a que tengo fe, he encontrado consuelo para afrontarlo con
entereza. Más bien ha sido la forma que
ha tenido Dios de frenarme en mi acelerada vida, en la que me ha puesto
la prueba más dura, que es la de confiar en Él”.
También tiene
una palabra para todo aquel que lo ve todo oscuro: “ante
las dificultades, las pruebas, no hay
que perder la esperanza, se puede vivir con ello y hay que utilizarlo y
ofrecerlo para mejorar como personas”.
LAS
ORACIONES, LA OTRA PARTE DE SU TRATAMIENTO
Para ella
Cristo es esta luz que ilumina la oscuridad. Confiesa que “lo que no me deja flaquear, aunque soy una persona
fuerte, son las oraciones que recibo
cada día y la confianza en Dios. En Él confío para que sea lo que Él
quiera”.
Inma
habla cómo la enfermedad ha ido moldeando su vida, pero no para peor: “me ha abierto los ojos y miro
el mundo de otra manera. Es como si me
hubiera ampliado la gama de colores que antes no conocía”.
Con
metástasis y con una supuesta muerte inminente, esta madre de familia lejos de
hundirse asegura que “la
alegría se ha convertido en mi seña de identidad.
Aunque suene extraño, estoy disfrutando de todo lo bueno que me está
aconteciendo”.
De estos
acontecimientos habla en una carta que publica La Razón. “Esta nueva situación nos ha aportado a todos
poder disfrutar de momentos únicos, como por ejemplo que ahora
compartimos la hora de la comida todos los días, yo estoy para recibirles y
acompañarles, según el día preparo yo la comida, según como me encuentre del
tratamiento, son ellos los que se deben encargar, pero no lo vemos como un
drama, si no como una oportunidad de estar juntos”, explica está enferma
de cáncer.
LA
RISA ES AHORA MAYOR QUE NUNCA
Además,
Inma confiesa que “en
casa ahora se ríe más que nunca. Esto es
extensible a los amigos, desde el primer momento se han volcado conmigo,
ayudándome en todo tipo de tareas o rezando mucho por mí. Y, por supuesto, la
familia, que aun estando lejos, siempre aparece en los momentos clave cuando se
les necesita”.
Esto se
manifiesta en que “ahora suelo destacar –agrega
esta católica madrileña- por mi sonrisa. ¡Con lo seria que he sido siempre!,
pero ¿cómo no voy a disfrutar de todos los que me rodean? No paran de llegarme
mensajes de conocidos y desconocidos, mensajes de ánimo y de fe. Estoy viviendo situaciones que ni me hubiera
planteado, conociendo la bondad del ser humano, disfrutando de cada día
aprendiendo a distinguir entre lo que verdaderamente importa”.
Como
conclusión, Inma Escriche insiste en que “no pienso
en negativo, no pienso en muchos días por delante. Me centro en el aquí y en el
ahora y, sobre todo, tengo todas mis
esperanzas puesto en la ciencia y, más que nunca, en Dios”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario