Dios es Persona y crea al hombre para que fuera un ser
personal.
Querido
lector, no lo podemos negar, es de fe que el primer hombre fue creado por Dios.
El Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano enseñan que Dios desde el
principio del tiempo creó de la nada el hombre compuesto de cuerpo y espíritu.
Dios es
una Persona y crea al hombre para que fuera un ser personal. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que sólo el
hombre es capaz de poder comunicarse de tú a tú con su Creador, es decir, de
persona a persona. Ser persona es ser sujeto capaz de relaciones. El hombre
puede entrar como ser personal en la vida íntima de Dios, puede hablar con Dios
y puede convertirse en amigo de Dios.
Como ser
con un cuerpo, el hombre pertenece a la tierra, es una parte de la creación
material. El animal a su vez es corpóreo y pertenece a la creación material,
hombre y animal fueron creados del suelo (Gen 2,19). Entonces… ¿cuál es la diferencia? Sin duda alguna algo que
todos sabemos, pero en lo que no reparamos con la frecuencia ideal: el hombre
tiene un principio vital que le viene de Dios y le mantiene en el ser, en la
vida. Este principio vital es el aliento de vida, el soplo de Dios que lo
convierte en hombre: su alma. Es el alma la que da vida al cuerpo humano y le
hace tener la forma única que cada uno tiene. Además la persona es acción y
esta acción se ve plasmada en su trabajo. Sólo el hombre trabaja, sus manos
están hechas para trabajar, su forma corporal, todo su cuerpo. Sólo el hombre
puede ser creativo con su vida y puede dar gloria a Dios por medio de su
trabajo profesional.
Pero
siguiendo con nuestra breve explicación, la acción del Gran Alfarero se completa
con la infusión del espíritu de vida. Al principio de su creación el hombre
vivía en un estado de gracia natural, esto quiere decir que podía hablar con
Dios y estaba destinado a vivir eternamente. La relación personal de Adán con
Dios la vemos en Gen 2,16-17. Dios le da una indicación que él era capaz de
comprender y reflexionar y dar una respuesta. Lamentablemente pecó.
Estimado
lector, el hombre desde “el principio” ha
sido colocado frente a una posición especial ante Dios y se le ha ordenado
someter la tierra, es decir, trabajarla y relacionarse con los demás; gobernar
a los animales, a los que puso nombre; y ser fecundo, la sexualidad está
orientada a la procreación. Tú y yo somos seres de naturaleza inteligente,
porque Dios lo quiso así, para que tú y yo queramos hacernos amigos suyos por
medio de la oración, de nuestro trabajo profesional y de nuestro matrimonio o
relaciones con los demás. Por eso la persona, a medida que se introduce en la
vida íntima de Dios, se puede decir que se hace más persona, más grande y
refleja la imagen y semejanza de Dios que es el Amor. La persona humana es a
imagen y semejanza de Dios (Gen 1,26-17), es Amor, ya que Dios es amor y es
esto lo que precisamente dignifica a cada uno. Sólo la persona humana puede
hablar con Dios, sólo la persona humana puede enamorarse de Dios, sólo la
persona humana puede mirar al cielo, extender sus manos y decir: ¡que mi vida sea un signo vivo de Tu Gloria! Qué
hermoso saber que tú y yo somos un ser personal llamados a vivir en comunión de
amor.
Sheila Morataya-Fleishman
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