CAMINANDO EN LÍNEA RECTA NO PUEDE UNO LLEGAR MUY
LEJOS.
Por: Daniela Sandí Torres. | Fuente: Catholic.net
Ayer mientras leía por enésima vez el libro de
El Principito me topé con que en un momento este le dice al aviador que “caminando en
línea recta no puede uno llegar muy lejos”.
Y ahí me quedé, no pude continuar leyendo porque
esa frase no dejó de darme vueltas en la cabeza, “caminando
en línea recta no puede uno llegar muy lejos”.
Inmediatamente pensé en mí, en lo que he hecho hasta
el momento, y es que si veo hacia atrás
creo que durante muchísimos años caminé en línea recta, buscando siempre la
comodidad, buscando siempre hacer lo mismo, lo fácil, lo que conocía; aquello
que no me sacara de mi zona de confort.
¿Y qué logré? Puede
que haya avanzado, es decir; tampoco puedo quejarme del todo, logré entrar a la universidad que siempre
quise, estoy estudiando algo que me encanta; pero, ¿qué
más? ¿qué tan feliz he sido? ¿cuánta
satisfacción he alcanzado? ¿cuánto he amado? ¿cuántas veces me he acostado
debajo de un árbol a leer hasta el cansancio? ¿cuántas veces he reído hasta
llorar? ¿cuántas noches me he acostado a ver las estrellas y la luna? ¿con qué
frecuencia agradezco por la vida, por los amigos, por la familia?
Esas, y otro tanto de preguntas más me he hecho
en las últimas horas.
Retomando el libro de El Principito; Antoine de
Saint-Exupéry dice que las personas
adultas solamente se interesan por las cifras, pero nunca por lo más esencial,
aquello que le gusta a otra persona, lo que llena su corazón.
Confieso entonces, que durante algún tiempo me
interesé más por las cifras que por lo esencial; y no sé qué es más vergonzoso
si interesarme por las cifras de otros o por mis propias cifras, sin ver
siquiera lo que me hace feliz.
Hoy, a mis 22 años, con la mente y el corazón un
poco más claros sobre qué es lo que me hace feliz, lo que me llena el alma;
estoy convencida entonces, que es eso lo que quiero hacer a partir de ahora;
quiero llenar mis días de amor, de felicidad, hoy quiero comerme al mundo y
vivir.
No
quiero seguir caminando en línea recta, quiero dar los giros que sean
necesarios para sonreír la mayoría de días que me quedan por vivir.
Quiero, como dijo Amado Nervo en su poema “En paz” (parafraseando un poco); amar, ser amada,
que el sol me acaricie la faz; no deberle nada a la vida, quiero estar en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario