El medio Desde la fe,
de la archidiócesis de México, acaba de publicar un artículo firmado por el
padre Rogelio Alcántara, en el
que este sacerdote alerta sobre las “sanaciones” que
se llevan a cabo en la órbita de la nueva religiosidad. Reproducimos su
artículo a continuación.
La salud es un gran bien que todos buscamos. A nadie le gusta estar
enfermo, y se recurre a cualquier cosa para conseguirla: se toman remedios
caseros o se va al médico; se visita al especialista o se hacen estudios de
laboratorio y se toman tratamientos y terapias; pero, qué hacer cuando la
enfermedad se prolonga y no se ve la puerta de salida, cuando el cansancio de
estar enfermo te agobia, cuando has ido de una institución a otra y no ves los
resultados que deseas, y si los males empiezan a afectar al trabajo o a la
familia, ¿qué hacer?
Algunos, buscando soluciones integrales y naturales, acuden a medios alternativos, quisieran encontrar la salud
física y su relación con lo emocional y lo espiritual; otros, ya agobiados, ven
como buena opción acudir a “sanadores”, curanderos, chamanes, brujos, santeros, reiki, terapias
pseudocientíficas de corte New Age, etc.
que además, alguien se los recomendó como la solución a sus males; pero
entonces, cabría preguntarse: ¿está bien acudir a
estos “sanadores”?, ¿hay alguna diferencia entre el alivio que aquí siento y el
que me puede, o ya no me puede, proporcionar la medicina científica?
Lo primero que debemos señalar es que la sanación corporal sólo puede darse por
tres factores, no hay más:
1. Naturales: medicamentos –alópatas u homeópatas (pastillas, inyecciones, soluciones,
tés, chochos, pomadas, sobadas, etc.)– o cirugías.
2. Sobrenaturales: un milagro, que hace Dios directamente o
por intercesión de algún santo o de una comunidad orante, para curarme. Aquí la
sanación es sin ninguna intervención natural; la persona es curada
inexplicablemente.
3. Preternaturales: por obra
demoniaca. Sí, el
demonio, aunque quiere nuestra desgracia, puede actuar de alguna manera en la
naturaleza para aplazar un dolor, cambiarlo de sitio, disolver unos cálculos
que son causa de dolor, etc., con el fin de desgraciar después más fuertemente
y no sólo en el ámbito corporal.
Pero entonces, ¿cómo saber qué factores se están usando para una
curación? Cuando se trata de factores naturales sólo se utilizan en el
tratamiento las cosas de la naturaleza: lo físico, (eléctrico), químico o
biológico con una explicación científica clara. Como esto es evidente, no hace
falta comentar más.
Pero, ¿cómo
distinguir cuando se trata de una sanación de origen divino y una de origen
demoniaco? Para saber si una
sanación es sobrenatural, es decir, si es verdaderamente milagrosa, hay que
tener en cuenta que ésta no la hace ninguna persona directamente, sino Dios a
través de ella. Vemos, a lo largo de la historia, numerosos santos que
han sido “canales” de la acción curativa de
Dios, hombres y mujeres de mucha fe que han luchado sinceramente por vivir en
comunión con Dios.
Los criterios que de su vida
podemos sacar, y que nos ayudan a ver si una persona sana de parte de Dios, son
los siguientes. En primer lugar, el meollo es la fe. Los intercesores son personas que manifiestan una vida espiritual fuerte, que
recurren a los sacramentos: Eucaristía (diaria de ser posible), confesión
frecuente; oración asidua, penitencia y humildad. Que no obran como si la
acción curativa de Dios fuera de ellos (el poder de Dios no se puede tener al
propio arbitrio, como quien asegura los resultados y se exhibe ostentosamente).
Que la curación se dé sólo con la oración a Dios, o la recepción de algún
sacramento, como la Unción de Enfermos. Que no acepte pago. Que no busque fama
ni gloria personal. Que no cause una dependencia en sus “pacientes”. Que trabaje principalmente para los pobres.
Una curación milagrosa siempre es una llamada de Dios a la conversión. Los milagros son signos de
la cercanía divina que manifiestan que Dios quiere nuestro mayor bien, nuestra
salvación eterna.
Por otra parte, para saber si
una “curación” es de origen demoniaco hay
que analizarla a la luz de los criterios anteriores (tanto de la sanación
natural como de la sobrenatural), si no entra en estos criterios, sólo queda
que esta supuesta sanación es de origen preternatural, es decir, demoníaco. Hay
que discernir adecuadamente, porque estos
“sanadores” en muchas de sus técnicas
utilizan cosas naturales (hierbas, tés, pomadas, etc.) “consagradas”
al demonio o incluso imágenes religiosas. No quieras recuperar
una supuesta salud del cuerpo, perdiendo la salud del alma. Para más
información sobre este punto, véase en YouTube el vídeo: “Un gurú o Jesús”.
CONCLUSIÓN
En la vida cristiana ninguna
de nuestras acciones es indiferente cuando las vemos en su justa medida; es
decir, en relación con nuestro fin último que es Dios. Por lo tanto, una acción, o me acerca o me aleja de Dios,
no hay más. Es normal que venga el cansancio profundo ante enfermedades
prolongadas, pero éstas, sean cual fueren, aceptadas y unidas a la Cruz de
Cristo, son redentoras. El misterio de la enfermedad sólo se entiende a la luz
del Misterio Pascual de Jesucristo. No
busquemos nuestra salud donde no puede estar; la enfermedad un día pasará y a
quien se mantiene fiel a Dios, le espera la recompensa celestial.
Secretaría RIES
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