El Papa Francisco hizo un llamado a desarrollar una nueva política de
producción energética que sea limpia y que permita el acceso seguro a la
energía a todas las personas, para evitar así situaciones de inseguridad
energética y de deterioro medioambiental. “Hemos
recibido del Creador una casa-jardín, no la convirtamos en un lugar salvaje”.
El Santo Padre realizó este llamamiento durante el discurso que
pronunció ante los participantes en el Simposio para los directivos de las
principales empresas del sector petrolífero, del gas natural y de otras
actividades empresariales relacionadas con la energía, a los que recibió en el
Vaticano.
En su discurso, Francisco lamentó que “todavía
hay demasiadas personas que no tienen acceso a la electricidad, se habla de más
de mil millones de personas”, en un contexto en el que “muchos de los ámbitos de nuestras vidas están
condicionados por la energía”.
Esa situación es la que plantea “el reto de
conseguir garantizar la enorme cantidad de energía necesaria para todos, con
métodos de explotación de los recursos que eviten producir desequilibrios
ambientales que provoquen un proceso de degradación y contaminación que
causaría un daño profundo a toda la humanidad de hoy y de mañana”.
El compromiso con el medio ambiente y la importancia de plantear un
desarrollo sostenible también en el sector de la energía, centró gran parte de
su discurso.
En este sentido, lamentó que “la calidad del
aire, el nivel de los mares, la consistencia de las reservas de agua dulce, el
clima y el equilibrio de ecosistemas delicados, no pueden por menos que verse
afectados por las formas con que los seres humanos colman su ‘sed’ de energía,
desgraciadamente, con grandes desigualdades”.
Agregó que “la necesidad de ocupar espacios
para las actividades humanas no se puede realizar de una manera que ponga
seriamente en peligro la existencia de la nuestra y de otras especies de
seres vivos en la Tierra”.
Además, denunció la falsedad del presupuesto según el cual existiría “una cantidad ilimitada de energía y de recursos
utilizables” cuya manipulación y explotación carecerían de
consecuencias.
Por ello, insistió en que de cómo se gestionen los recursos energéticos
del planeta “dependerá la calidad de vida y que los
conflictos presentes en diferentes áreas del planeta encuentren una solución
más fácil, o que, debido a los profundos desequilibrios ambientales y a la
escasez de energía, hallen un nuevo combustible para alimentarse, quemando la
estabilidad social y vidas humanas”.
Por lo tanto, “es necesario identificar una
estrategia global a largo plazo que ofrezca seguridad energética y favorezca de
ese modo la estabilidad económica, proteja la salud y el ambiente y promueva el
desarrollo humano integral, estableciendo compromisos claros para abordar el
problema del cambio climático”.
El Papa defendió la importancia de adquirir un compromiso serio para
avanzar “hacia una transición que aumente constantemente el uso de energías de
alta eficiencia y bajo nivel de contaminación”.
“Si queremos eliminar la pobreza y el hambre tal
como requieren los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones
Unidas, los más de mil millones de personas que hoy no disponen de electricidad
deben tenerla de manera accesible”, subrayó
el Pontífice en su discurso.
Al mismo tiempo, esta energía debe ser “limpia
para limitar el uso sistemático de combustibles fósiles. La perspectiva
deseable de una energía para todos no puede llevar a una
indeseable espiral de cambio climático cada vez más agudo, a través de
un temible aumento de la temperatura en el globo, de condiciones
ambientales más duras y del aumento de los niveles de pobreza”.
Además, recordó que “son los pobres quienes
más sufren los estragos del calentamiento global, con las crecientes
perturbaciones en el sector agrícola, la inseguridad de la disponibilidad del
agua y la exposición a graves eventos meteorológicos”.
“La fe absoluta en los mercados y la tecnología ha
llevado a muchos a creer que los cambios en los sistemas económicos o
tecnológicos serán suficientes para remediar los actuales desequilibrios
ecológicos y sociales”, lamentó.
Sin embargo, “debemos reconocer que la
demanda de un crecimiento económico continuo ha llevado aparejadas graves
consecuencias ecológicas y sociales, dado que nuestro sistema económico actual
prospera cada vez más debido al aumento de las extracciones, al consumo y al
despilfarro”.
El Papa Francisco finalizó su discurso con este llamamiento: “No hay tiempo que perder: hemos recibido la Tierra del
Creador como una casa-jardín, no la transmitamos a las generaciones futuras
como un lugar salvaje”.
Redacción ACI
Prensa
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