Nadie
en su sano juicio puede dudar que el catolicismo esté en crisis en occidente.
Con fieles que primero pierden la fe y luego abandonan la Iglesia. Con cantidad
de templos que deben cerrarse. Y con cada vez más denuncias de sacerdotes,
obispos y cardenales que se desvían de su camino.
Sin embargo en este período crítico que viene profundizándose desde los
años ’60 del siglo XX surgió un teólogo que algunos aún no reconocen en su
valía.
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Joseph Ratzinger no sólo previó la crisis tempranamente y adelantó el camino que recorrería la Iglesia, sino que propuso caminos para superarla.
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Joseph Ratzinger no sólo previó la crisis tempranamente y adelantó el camino que recorrería la Iglesia, sino que propuso caminos para superarla.
Las
generaciones futuras están en condiciones de dar vuelta la crisis de la Iglesia
basándose en los aportes de Joseph Ratzinger. Aunque esto demandará varias
décadas. Mira el video de reflexiones
sobre este artículo, que está abajo.
LOS
CRITERIOS DE RESTAURACIÓN SOBRE LOS QUE TRABAJÓ RATZINGER
Ratzinger hizo gran parte del trabajo de restauración teológica
necesaria que requería la deriva que había llevado a los teólogos a cuestionar
las escrituras.
Sus principales contribuciones – donde los fundamentos estaban más amenazados – fueron sobre la
sagrada escritura, la interpretación del Vaticano II, y la liturgia. En el
momento que Ratzinger fue ordenado en 1951, varias generaciones de estudiosos bíblicos habían comenzado a erosionar
el papel central y sagrado de la Biblia en la vida de la Iglesia. La
cual aún sigue activa en los seminarios
de formación de sacerdotes. Los avances en la arqueología bíblica, el estudio de las lenguas antiguas y la crítica
literaria habían producido notables desviaciones sobre la comprensión de
los textos bíblicos. Los estudiosos se
habían apartado de la teología y se habían convertido en estudiosos asépticos.
Trataban a la Biblia como si fuera una
épica griega o una retórica latina.
Ratzinger aceptó todo lo que era bueno en los nuevos métodos, pero
insistió en que si las escrituras querían tener alguna relevancia hoy, tenían
que ser interpretadas a la luz de la fe.
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La que debe leerse como una revelación divina recibida y vivida por la Iglesia.
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La que debe leerse como una revelación divina recibida y vivida por la Iglesia.
Los estudios bíblicos se alejaban de los siglos de reflexión patrística, y estaban tratando el texto
como algo separado de las personas a las que se dirige: a la Iglesia. Su aporte teológico dio sus frutos en
dos documentos clave, es La Interpretación de la
Biblia en la Iglesia (1993) en la
Pontificia Comisión Bíblica y Verbum Domini (2010) que fue el fruto del primer sínodo que
convocó como Papa. Sin embargo, fue su decisión de publicar un estudio de tres volúmenes de la vida de
Cristo (Jesús de Nazareth), lo que
tendrá el mayor impacto. En lugar de proponer la forma que los estudios
bíblicos debían tener, Ratzinger hizo el trabajo por sí mismo. Lo que
confirmaría que era probablemente el hombre más instruido vivo. Pero también
como Papa Benedicto XVI tuvo aportes importantes algunos de los cuales siguió
desarrollando Francisco.
APORTES
CENTRALES DE RATZINGER COMO PAPA
Benedicto XVI comenzó la lucha contra relativismo ético y la lucha
contra la pedofilia
Y fue el
Papa que señaló la función de la
Iglesia en la relación entre la razón y la fe “inseparables y purificándose la una a la otra”. La
que fue la base de la penúltima encíclica de Juan Pablo II, Fides et Ratio (en
la cual el futuro Papa colaboró como figura central). Algunas de las cosas que realiza el Papa Francisco son
continuación de las brechas abiertas por Benedicto XVI. Benedicto XVI fue el
Papa que intentó la reconciliación con
Lefebvre. Que abrió el diálogo
entre la Iglesia y el mundo ateo. Que abrió el camino para el diálogo ecuménico con la Iglesia Ortodoxa
Rusa. Que ha hecho viajes clave
a Europa y a Oriente Medio para el diálogo con el Islam. Amaba el diálogo no preparado con los fieles
(prefería escuchar a las preguntas del público y responder improvisando). Sin embargo fuerzas desestabilizadores dentro
y fuera de la Iglesia hicieron campaña contra él diciendo que era un
Papa muy distante de la gente, un “papa también
restaurador”. Culpable a los ojos de muchos miembros internos como
externos a la curia romana de haber firmado el decreto de liberalización del
uso del misal pre-conciliar para
la celebración de la misa en latín. También él y sus colaboradores sufrieron estrategias destructivas estudiadas en
detalle para atormentar el pontificado:
-el “caso Ratisbona” con los musulmanes;
-la
controversia sobre el uso de condones;
-las
acusaciones estadounidenses de que él encubrió
casos de abuso infantil;
-el
caso “Williamson”, el obispo
lefebvrista negador del Holocausto);
-hasta
el robo de sus documentos confidenciales que surgió con el Vatileaks y que nunca se descubrió la
verdadera trama que había detrás.
Sin embargo unos de los mayores aportes de Ratzinger fue su profecía de
hace 5 décadas sobre la implosión de Iglesia en occidente. La que se puede ver
totalmente desplegada ahora.
LA
IGLESIA QUE PREVIÓ RATZINGER HACE 50 AÑOS SE ESTÁ VIENDO AHORA
El joven teólogo Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) advirtió en el año 1969,
a poco de terminado el Concilio Vaticano II, que la iglesia se achicaría,
perdería poder y fe, y que iba a tener que empezar de nuevo.
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De este penoso camino de reconversión, que decía en aquella época recién comenzaba, emergerá una iglesia más espiritualizada y simplificada.
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De este penoso camino de reconversión, que decía en aquella época recién comenzaba, emergerá una iglesia más espiritualizada y simplificada.
Benedicto XVI usó su pontificado para alistar a la Iglesia para los
tiempos que estaban comenzando, de acuerdo a su profecía. Y sus predicciones no
se han equivocado, porque la iglesia se está achicando en Occidente y la
fe se deteriora por una creciente apostasía.
Si se observa la trayectoria de su papado, el esfuerzo estuvo puesto en
revalorizar la fe y no la influencia política de la Iglesia.
Hoy vemos que la Iglesia está pasando por las penosas etapas que él
predijo, y las convulsiones las hemos visto en el Sínodo de Obispos sobre la
Familia y luego de él son evidentes.
EL
ESCENARIO
La profecía
ésta de Ratzinger cerró un ciclo de
lecciones radiofónicas que el entonces profesor de teología pronunció en
1969, en un momento decisivo de su vida y de la vida de la Iglesia. Eran los años turbulentos de la contestación
estudiantil, del Mayo de París de 1968, de la revolución sexual y del
amor libre, de la conquista de la Luna, pero también de las disputas tras el
Concilio Vaticano II. Ratzinger, uno de
los protagonistas del Concilio, acababa de dejar la turbulenta
universidad de Tubinga y se había refugiado en la de Ratisbona, un poco más
serena. Como teólogo, estaba aislado,
después de haberse alejado de las interpretaciones del Concilio de sus amigos “progres” Küng,
Schillebeeckx y Rahner sobre la interpretación del Concilio.
En ese periodo se fueron consolidando nuevas amistades con los
teólogos Hans Urs von Balthasar y Henri de Lubac.
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Con quienes fundó la revista “Communio”, misma que se habría convertido en el espacio para algunos jóvenes sacerdotes “ratzingerianos” que hoy son cardenales.
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Con quienes fundó la revista “Communio”, misma que se habría convertido en el espacio para algunos jóvenes sacerdotes “ratzingerianos” que hoy son cardenales.
En el
complejo 1969, el futuro Papa, en cinco discursos radiofónicos poco conocidos
(y que la Ignatius Press publicó originalmente en el volumen “Faith and the Future”), expuso su visión sobre el
futuro del hombre y de la Iglesia. La
última lección, que fue leída el día de Navidad ante los micrófonos de la “Hessian Rundfunk”, tenía todo el tenor de una
profecía. En 2009 Ignatius Press liberó el discurso del padre Joseph
Ratzinger en su totalidad, en un libro titulado Fe y el Futuro.
NO
PRETENDÍA PREDECIR EL FUTURO
Ratzinger no quería ser tomado como un vidente o un profeta, él explicaba: “Vamos, por lo
tanto, ser prudentes en nuestros pronósticos. Lo que San Agustín dijo
sigue siendo cierto: el hombre es un abismo; lo que va a salir de estas
profundidades, nadie puede ver por adelantado. Y el que cree que la Iglesia no
sólo está determinada por el abismo que es el hombre, sino que alcanza el mayor
abismo infinito que es Dios, será el primero en dudar de sus predicciones.
Porque este deseo ingenuo de saber con
certeza sólo podía ser el anuncio de su propia ineptitud histórica”.
PENOSO
PARA LA IGLESIA
El profesor
Ratzinger comparaba la época actual con la del Papa Pío VI, raptado por las
tropas de la República francesa y muerto en prisión en 1799. En esa época, la
Iglesia se encontró frente a frente con una fuerza que pretendía cancelarla
para siempre.
“Nos
encontramos en un enorme punto de
cambio en la evolución del género humano. Un momento con respecto al
cual el paso de la Edad Media a los tiempos modernos parece casi
insignificante”.
El proceso será largo y tedioso como fue el camino del falso progresismo en la víspera de la
Revolución Francesa, cuando se podía pensar que un obispo era inteligente si se burlaba de los dogmas e incluso insinuaba
que la existencia de Dios no era del todo cierta.
“Ya no será capaz de habitar los edificios que
construyó en tiempos de prosperidad.
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Con la disminución de sus fieles, también perderá gran parte de los privilegios sociales”.
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Con la disminución de sus fieles, también perderá gran parte de los privilegios sociales”.
Como en una
pequeña sociedad, se harán mucho
mayores demandas sobre la iniciativa de sus miembros individuales.
Será penoso para la Iglesia, porque el proceso de cristalización y
clarificación, le costará mucha energía valiosa.
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Esto la hará pobre y provocará que se convierta en la Iglesia de los humildes.
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Esto la hará pobre y provocará que se convierta en la Iglesia de los humildes.
DE
AHÍ EMERGERÁ UNA NUEVA IGLESIA
Pero cuando la prueba de este tamiz haya pasado, un gran poder
fluirá de una Iglesia más espiritualizada y simplificada.
“Será
una Iglesia más espiritual, que no
suscribirá un mandato político coqueteando ya con la Izquierda, ya con la Derecha.
Será pobre y se convertirá en la Iglesia de los indigentes”. “De la
crisis actual surgirá una Iglesia que habrá perdido mucho. Será más pequeña y tendrá que volver a
empezar más o menos desde el inicio”.
LA
SOLEDAD DE LOS HOMBRES
Lo que
Ratzinger exponía era un: “largo proceso, pero
cuando pase todo el trabajo, surgirá un gran poder de una Iglesia más espiritual y simplificada”.
Entonces, los hombres
descubrirán que viven en un mundo de “indescriptible
soledad”, y cuando se den
cuenta de que perdieron de vista a Dios, “advertirán
el horror de su pobreza”. Los
hombres en un mundo totalmente
planificado se encontrarán indeciblemente solitarios. .
Luego ellos descubrirán en el pequeño rebaño de creyentes una
respuesta que siempre han estado buscando en secreto.
“Lo descubrirán como una esperanza para sí
mismos, la respuesta que siempre habían buscado en secreto”.
¿DE
QUE TIPO DE GENTE ESTARÁ COMPUESTA LA NUEVA IGLESIA EMERGENTE?
Ratzinger es muy claro refiriéndose al tipo de personas que formarán la Iglesia que el concibe
va a emerger.
“El
futuro de la Iglesia puede y sucederá a
partir de aquellos cuyas raíces son profundas y que viven la plenitud de su fe
pura. No sucederá a partir
de los que se acomodan simplemente al momento pasajero o de aquellos que se
limitan a criticar a los demás y a asumir que ellos mismos son infalibles varas
de medir. Ni sucederá a partir
de los que toman el camino más fácil, quienes pretenden eludir la pasión de la
fe, declarando falso y obsoleto, tirano y legalista, todo lo que hace demandas
sobre los hombres, que les hace daño y les obliga a sacrificarse”.
“Para poner esto de manera más positiva: el futuro
de la Iglesia, una vez más, como siempre, será reconfigurado por los santos.
Es
decir por los hombres, que tienen la mente para sondear más profundo que las
consignas del día, que ven más que los que otros ven, porque sus vidas abrazan
una realidad más amplia”. “El
desinterés, lo que hace libres a los hombres, sólo se alcanza a través de la
paciencia de los pequeños actos diarios de auto-negación. Por esta
diaria pasión, que por sí solo revela a un hombre de cuántas maneras está
esclavizado por su propio ego, por esta pasión todos los días y por ella sola,
se abren lentamente los ojos del hombre”. “Él ve solamente la medida en que ha
vivido y sufrido. Si hoy estamos casi
sin poder tomar conciencia de Dios, es porque nos resulta muy fácil evadirnos,
huir de las profundidades de nuestro ser por medio del narcótico de algún
placer o de otro tipo. Por lo tanto nuestras propias profundidades
interiores permanecen cerradas para nosotros. Y si es cierto que un hombre sólo
puede ver solamente con su corazón, entonces ¡que ciegos estamos!” “¿Cómo
afecta todo esto al problema que nos ocupa? Esto significa que las grandes
promesas de los que profetizan una Iglesia sin Dios y sin fe es toda charla
vacía.
No tenemos necesidad de una Iglesia que celebra el
culto con oraciones políticas. Es totalmente superfluo. Por lo tanto, se
destruirá.
Lo
que quedará es la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia que cree en el Dios que se
ha hecho hombre y nos promete vida más allá de la muerte”.
Y también explicita el tipo de sacerdote que emergerá
en esa Iglesia:
“El
tipo de cura que no es más que un trabajador social puede ser reemplazado por
el psicoterapeuta y otros especialistas. Pero el cura que no es especialista, que no esté mirando el partido, dando
consejos oficiales, sino que en el nombre de Dios se pone a disposición del
hombre, que está al lado de ellos en sus dolores, en su alegrías, en su esperanza
y en sus miedos, ese tipo de cura es sin duda el tipo de cura que se necesitará
en el futuro”.
TIEMPOS
MUY DUROS
La Iglesia
se enfrenta a tiempos muy duros. La
verdadera crisis apenas ha comenzado.
“Vamos a tener convulsiones terribles. Pero estoy
igualmente seguro de lo que quedará
al final: no a la Iglesia del culto político, que ya está muerta, sino la
Iglesia de la fe”.
Ella bien puede no ser el poder socialmente dominante en la medida en
que lo era hasta hace poco.
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Pero va a disfrutar de un florecimiento fresco y ser vista como el hogar del hombre, donde se encuentre vida y esperanza más allá de la muerte.
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Pero va a disfrutar de un florecimiento fresco y ser vista como el hogar del hombre, donde se encuentre vida y esperanza más allá de la muerte.
ALGUNAS
CONSIDERACIONES
Ratzinger estaba profetizando sobre la iglesia en Europa, lo cual
calza perfecto. En cambio en África y Asia, y hasta cierto punto en
Latinoamérica, la iglesia tiene un vigor propio de una zona de misión exitosa, de modo que estamos en un
escenario mixto, o si se quiere en el campo de un profecía parcial, hasta
ahora. Sin embargo los aspectos
doctrinales de esa Iglesia, por ejemplo en África, son también mixtos. Porque
por ejemplo si bien son ortodoxos respecto a la homosexualidad no lo son
respecto al matrimonio, debido a su propia cultura ancestral. Por otro lado, esa Iglesia no tiene ni cerca el peso
político de la Iglesia de Occidente. En segundo lugar, Ratzinger
profetiza que emergerá una iglesia pobre y de los indigentes, operativo de
sesgo que parecería está haciendo Francisco en su pontificado, quien
está optando por una iglesia aliviada de su “pompa y boato” y orientada hacia
las periferias; aunque quizás por motivos diferentes.
Y en tercer lugar, a pesar de la figura de Francisco, que ha dotado al
pontificado de mayor penetración en los medios de comunicación occidentales y
en la política mundial, lo cierto es que la Iglesia está perdiendo poder en
occidente en manos del laicismo.
Fuentes:
- Cardenal Joseph Ratzinger
“La iglesia se convertirá en pequeña”. Fe y el Futuro (San
Francisco: Ignatius Press, 2009)
- http://aleteia.org/2016/06/13/when-cardinal-joseph-ratzinger-predicted-the-future-of-the-church/
- http://www.lastampa.it/2013/02/18/vaticaninsider/es/vaticano/la-profeca-olvidada-de-ratzinger-sobre-el-futuro-de-la-iglesia-3SHxeEueLAMehXcDynN1UO/pagina.html
- http://www.catholicherald.co.uk/issues/april-21st-2017/the-biblical-crisis-that-benedict-resolved/
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