El Papa Francisco pidió, durante la Audiencia
General celebrada en la Plaza de San Pedro del Vaticano este miércoles 4 de
abril, que al salir de Misa los fieles salgan como cristianos renovados
cercanos a la Eucaristía que den testimonio de Dios en sus vidas cotidianas, y
que no se dediquen a murmurar unos de otros nada más cruzar el umbral de la
iglesia.
En esta última catequesis dedicada a la Misa, el Santo Padre reflexionó
sobre la conclusión de la liturgia. “Finalizada la
oración de después de la Comunión, la Misa concluye con la bendición impartida
por el sacerdote y la aceptación del pueblo”.
Francisco destacó que la Misa, “igual que
comenzó con el signo de la cruz en el nombre del Padre y del Hijo y el Espíritu
Santo, también ahora la liturgia se sella en nombre de la Trinidad”.
Además, recordó que, aunque la Misa finaliza, “se
abre el compromiso al testimonio cristiano. Salimos de la iglesia para ir en
paz a llevar la bendición de Dios en nuestras actividades cotidianas, en
nuestras casas, en nuestros trabajos, entre nuestras ocupaciones de la ciudad
terrena, glorificando al Señor en nuestra vida”.
Por el contrario “si nosotros salimos de la
iglesia murmurando unos de otros, la Misa no ha entrado en nosotros. Cada vez
que salgo de la Misa debo salir mejor de lo que he entrado, con más ganas de
dar testimonio cristiano”.
“Por medio de la Eucaristía, el Señor Jesús entra
en nosotros, en nuestro corazón y en nuestra carne para que podamos
experimentar en la vida el sacramento recibido en la fe”, explicó.
En su catequesis, Francisco afirmó que “la
Misa encuentra su cumplimiento en las decisiones concretas de quien se
involucra en primera persona en los misterios de Cristo. No debemos olvidarnos
de que celebramos la Eucaristía para aprender a ser hombres y mujeres
eucarísticos”.
“¿Qué significa esto?”, planteó el Papa. “Significa dejar actuar a
Cristo en nuestras obras, que sus pensamientos sean nuestros pensamientos, que
sus sentimientos sean nuestros, que sus decisiones sean también nuestras
decisiones”.
El Obispo de Roma señaló que la “presencia real
de Cristo en el Pan consagrado no termina con la Misa, la Eucaristía se
custodia en el Sagrario para la Comunión de los enfermos y para la adoración
silenciosa del Señor en el Santísimo Sacramento, el culto eucarístico fuera de
la Misa, ya sea de forma privada o comunitaria, nos ayuda a permanecer en
Cristo”.
Por lo tanto, los frutos de la Misa están
destinados a madurar en la vida de cada día. En verdad, aumentando nuestra
unión con Cristo, la Eucaristía actualiza la gracia que el Espíritu nos ha dado
en el Bautismo y en la Confirmación, con el fin de que sea creíble nuestro
testimonio cristiano”.
“Encendiendo en nuestros corazones la caridad
divina, la Eucaristía nos separa del pecado”, aseguró.
“Acercarse regularmente al convite eucarístico
renueva, fortifica y profundiza el vínculo con la comunidad cristiana a la cual
pertenecemos, según el principio de la Eucaristía hace la Iglesia”.
En fin, “participar en la Eucaristía nos
compromete para con los pobres, educándonos a pasar de la carne de Cristo a la
carne de los hermanos en los que espera ser reconocido por nosotros, servido,
honrado y amado”.
“Portando el tesoro de la unión con Cristo en vasos
de barro, tenemos una necesidad continua de regresar al santo altar, hasta que,
en el paraíso, gocemos plenamente la santidad del banquete de bodas del
Cordero”, concluyó el Papa Francisco.
Redacción ACI
Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario