La obesidad se está
constituyendo en una nueva normalidad, especialmente en países desarrollados.
Alrededor de 1.300 millones de personas en el mundo padecen de obesidad, más
cantidad de los que padecen malnutrición.
Más de 3 millones de personas
mueren anualmente por esa causa. Además la obesidad es causante de una serie de
afecciones y discapacidades, que conspiran contra la salud, contra el mercado
laboral y afectan al erario público por el pago de subsidios.
Algunas
causas de la obesidad son discutibles, como la contaminación, sin embargo otras no, como
por ejemplo el exceso de ingesta de comida de sal, azúcar y grasa.
La obesidad ya es considerada un problema epidemiológico, pero ninguna de las
estrategias para combatirla han dado resultado, quizás porque hay muchos
intereses encontrados o quizás porque no se haya encontrado el método de
combate como por ejemplo contra el hábito de fumar.
Veamos todo el panorama referente a este problema.
MAYOR PROBLEMA CON LA OBESIDAD
QUE CON EL HAMBRE
Estamos
acostumbrados a pensar que el problema alimentario más grave en el mundo es la
desnutrición
por falta de alimentos, al punto que sistemáticamente se denuncia y las ONG’s
piden ayuda para las hambrunas de África y Oriente.
Sin
embargo, la ONU está llamando la atención sobre el sobrepeso y la obesidad, un problema
alimentario cuyos efectos negativos se ven poco.
Alrededor de 1.300 millones de
personas padecen obesidad y sobrepeso en todo el mundo y más de
tres millones acaban muriendo cada año, según un informe de Naciones Unidas sobre alimentación
que se presentó en Ginebra.
TRES ELEMENTOS ESPECIALMENTE
NOCIVOS
Este fenómeno en crecimiento
no se ha podido parar, porque para ello habría que
controlar la calidad de los alimentos, regulando con juicio el uso de los tres
elementos que en exceso son muy peligrosos: sal, azúcar y grasa.
El
cambio de estilos de vida, mayor sedentarismo, con el sofá, la televisión, el computador y los
videojuegos señalados a veces mencionados como los responsables, no explica por qué las personas llegan a esos
extremos de acumulación de masa corporal.
Pero también hay un fenómeno de mercado con la promoción en base a precio de la llamada
comida chatarra, por ejemplo es escandaloso que en México el costo de la
Coca-Cola sea más accesible que el del agua potable.
LA GRASA DE LA CARNE
Haz
una prueba,
compra carne de hamburguesa envasada o carne picada o molida común, y ponla en
la sartén para su cocimiento. A los minutos, pedacitos de carne flotarán en un
mar de grasa, y si lo decantas verás que por lo general la cantidad de grasa
duplica o triplica a la de la carne. Pero si compraras carne magra su precio es
muchísimo más caro.
El
altísimo contenido de grasa en la carne molida puede indicar dos cosas: o bien que lo
que se rotula como tal no es otra cosa que los residuos de otros cortes o que a
la carne se le ha agregado grasa.
Esta carne es barata y por lo
mismo las cadenas de restaurantes de comida rápida se pueden dar el lujo de
ofrecer hamburguesas por un dólar. En cambio, la carne magra se
compra en lugares especiales y con frecuencia es importada de Argentina,
Uruguay o Australia, por lo que los costos son muy altos y pocas personas
tienen acceso a ella.
GRASA, AZÚCAR Y SAL ESTIMULAN
EL CEREBRO
La
alta cantidad de grasa en los alimentos es sólo uno de los tres elementos que
han desatado la explosión de obesidad en las últimas décadas según esta
teoría que sitúa el problema en la alimentación; los otros dos son el azúcar y
la sal.
Y esos tres
elementos han sido usados sin ningún control por los fabricantes de
alimentos en occidente y amenazan con extender el sobrepeso y la obesidad al
resto del mundo.
La grasa, el azúcar y la sal
vuelven más apetecibles los alimentos, creando en el cerebro una dependencia
similar a la de otras sustancias adictivas, pues actúan en el mismo
centro del placer; el dejar de consumirlos produce los mismos síntomas de
abstinencia que la heroína o la cocaína, según lo informan estudios en ratones
de laboratorio.
LA ALTERACIÓN DEL METABOLISMO
La
ingesta de estos productos altera el metabolismo. El metabolismo humano tiene un componente
genético, repartiendo el trabajo en muchos genes, queriendo decir que no hay
personas gordas y flacas sino un inmenso abanico de posibilidades.
El que las personas engorden sin medida es una muestra de que el
metabolismo se altera en un punto, del
que ya es muy difícil retornar.
Nuestros
ancestros
tuvieron que almacenar nutrientes y grasas cuando las había, para usarlas en
temporadas de escasez, lo que no es el caso actualmente.
LA OBESIDAD ESTÁ LIGADA A LA
ESTRATIFICACIÓN SOCIAL
La obesidad es además un problema que está estrechamente ligado a las clases sociales.
Los muy ricos y educados no
padecen el problema. Pueden permitirse dietas balanceadas con alimentos de la
mejor calidad. Los pobres comen mal pues es lo único que pueden pagar.
Una muestra estadística inmediata puede tomarse en
un viaje en el transporte público. A
medida que se pasa de los barrios ricos a los pobres, es evidente el
aumento progresivo en el número de personas obesas.
UN INFORME DE LA ONU
“El sistema es una receta para vidas poco sanas”, concluye un
documento del autor Olivier de Schutter – relator especial
de la onu para la alimentación -, que culpa por igual a la industria alimentaria y a los gobiernos de estos
excesos.
A las empresas les reprocha que hayan reorientado
su valor añadido hacia la creación de
alimentos ricos en grasas, sal y azúcar. De esta forma, han quebrado la
base tradicional de la alimentación local, lo que a menudo impide garantizar
salarios dignos a los agricultores.
Para los gobiernos las quejas son aún mayores: “los
estados están desatendiendo la responsabilidad
que tienen de garantizar el derecho a una alimentación adecuada en el
marco de las leyes internacionales de derechos humanos”.
Es así que el informe considera negativas las subvenciones agrícolas
sobre determinadas materias primas (por ejemplo, el maíz y la soja) que sirven como base para esos alimentos poco
saludables y deplora la falta de límites al mercado publicitario, que
hace muy atractivas estas dietas para los niños.
El análisis viene precedido de un rosario de cifras
que contextualizan el problema.
Tras constatar que una de cada siete personas pasa
hambre en el mundo, Olivier de Schutter añade que, pese a todo, el 65% de la población vive hoy en países
donde la obesidad “mata a más personas que la falta de peso”.
Porque las consecuencias derivadas de esta alimentación deficiente han dejado de ser un problema exclusivo de
los países ricos para extenderse con rapidez a los países en vías de
desarrollo.
Para alertar sobre la importancia de este fenómeno,
el relator apela a la perspectiva
económica: un aumento del 10% en las enfermedades ligadas a las dietas
poco saludables detraen un 0,5% del
producto interior bruto (PIB) mundial, especialmente por los mayores
costes exigidos a los sistemas sanitarios.
Schutter considera “mal orientadas” las
subvenciones agrícolas porque incentivan dietas ricas en alimentos muy
elaborados, así que propone, en el ámbito de la producción, mejorar el
apoyo a los agricultores a través de incentivos fiscales y “asegurar una
infraestructura adecuada que conecte a los productores locales con los
consumidores urbanos”.
El documento insta a las compañías a garantizar “que
los trabajadores reciben salarios dignos y que los productores perciben precios
justos por sus productos”. De esa forma se preservan las cadenas alimentarias locales.
También anima el texto a ser más beligerantes con la exposición de los niños a la publicidad sobre
refrescos y bebidas azucaradas. Más allá de incidir en los anuncios, la
ONU debería apostar por gravar su
consumo y utilizar los recursos que se obtengan para promover el acceso
a frutas y verduras y concienciar sobre los beneficios de consumirlas.
LA HIPÓTESIS DE OBESIDAD POR
CONTAMINACIÓN
Estudios científicos han encontrado que la
exposición a productos como plásticos,
pesticidas, hidrocarburos, producen enfermedades, como la predisposición a la
obesidad, tres generaciones después.
Dos
investigaciones publicadas por el equipo del biólogo molecular Michael Skinner,
hallaron que la exposición a
plastificadores – presentes en plásticos como el bisfenol-A, o BPA, y compuestos
plásticos conocidos como ftalatos – y a hidrocarburos – como el combustible de
aviones –, pueden ser una causa de varias enfermedades, como la
obesidad, enfermedades de riñón, próstata, testículos y ovarios, así como en
anormalidades relacionadas a la pubertad.
Sólo que actúan
a largo plazo, evidenciándose en la tercera generación, o sea nuestros
bisabuelos.
Estas enfermedades se evidencian tres generaciones más tarde debido a
que permanentemente cambiamos las células germinales.
“En este caso
particular es la esperma, que tiene una firma epigenética, que
básicamente se transfiere a toda la descendencia subsecuente. Es una forma
hereditaria no genética”.
“Las
exposiciones de sus bisabuelas durante el embarazo puede causar
enfermedades en usted, aunque usted no tenga exposición. Esta es una forma no
genética de la herencia que no implica secuencia de ADN, sino modificaciones
químicas del ADN por los impactos ambientales”.
El estudio hecho en ratones “sugiere que una exposición ancestral de sus abuelos y
bisabuelos puede aumentar tu
susceptibilidad a desarrollar obesidad”.
Esto incluye aumento de peso, y
una gran cantidad de acumulación de grasa en la zona del abdomen.
Si dos personas -una con tendencia a sobrepeso y
otra no – llevan la misma dieta y realizan la misma cantidad de ejercicio, la que es más susceptible a ganar peso podría
desarrollar obesidad, al contrario de la otra.
Michael Skinner sugiere que los altos niveles de
obesidad hoy en día podrían tener relación con la exposición de nuestros
ancestros a tóxicos. Estos químicos
pudieron haber originado una reprogramación en nuestros genes y nos hicieron
más susceptibles a ganar peso; una combinación explosiva si lo
combinamos con comida rápida y sedentarismo.
“Si te fijas en las tasas de obesidad de los años 50 y principio de los 60, eran
relativamente bajas, cerca del 5%. Si miramos los niveles de obesidad hoy en
día, tanto en niños como en adultos, ronda más el 30-40%”.
“En tres generaciones hemos
visto un aumento dramático de la obesidad. Un factor que no puedes
atribuirse a la genética o a ninguna otra cosa que no sea influencia
medioambiental”.
El experto aclara que si bien la dieta, la nutrición y el ejercicio son
cruciales para evitar la obesidad, no hay que ignorar los componentes
ancestrales.
EL INOCUO COMBATE A LA
OBESIDAD
La
preocupación con el sobrepeso y la obesidad ya ocupa el interés de muchas organizaciones
internacionales, que han nombrado comités, designado comisiones, que se reúnen
y discuten y elaboran complicados documentos que al final señalan que el
problema es grave y que hay que combatirlo.
Detectado esto, surge el problema – no resuelto –
de cómo enfrentarlo en términos de
salud pública.
Un enfoque es el del “estado
niñera”, que obliga a los ciudadanos a consumir un producto
o no hacerlo con el objetivo de cuidar la salud, pero esta tendencia que está
creciendo – junto con una concepción más autoritaria del estado -, atenta
contra las libertades personales.
EL CASTIGO NO FUNCIONA
Peter Singer y Daniel Callahan han defendido recientemente enfoques
radicales para reducir la obesidad. Singer abogó por
gravar a los pasajeros con sobrepeso en los aviones, mientras que Callahan ha
propuesto un sistema de estigmatizar a las personas obesas. Un artículo
publicado en la revista Bioethics critica estas dos soluciones.
El académico Christopher Mayes de la Universidad de
Sydney argumenta que Singer y Callahan asumen
erróneamente que la obesidad está determinada por las decisiones absurdas de
individuos autónomos. Mayes se refiere a diversos estudios que apuntan a
las influencias socio-culturales complejas, en lugar de la libre elección, como
el corazón de la epidemia de obesidad.
Un destacado investigador en el campo, la académica
Kelly Brownell, ha escrito que, “las
condiciones ambientales pueden anular los sistemas reguladores físicos y
psicológicos individuales, que de otro modo podrían interponerse en el
camino de la ganancia de peso y la obesidad, por lo tanto, socavar la
responsabilidad personal, la reducción de opciones, y la erosión de las
libertades personales”.
Del mismo modo, la investigadora peadiatrica
Jennifer Cheng escribió en el New England Journal of Medicine, “las personas que nacen en los estratos
sociales más bajos tienen más probabilidades que sus contemporáneos en
altos escalones sociales de nacer pequeños y luego de experimentar una rápida
recuperación del crecimiento que conduce al sobrepeso y a la obesidad … tomar
las decisiones correctas puede ser extraordinariamente difícil para las
familias, porque tienen pequeñas posibilidades de elección”.
Mayes concluye entonces, que la lucha contra la obesidad debe centrarse en una amplia política social
y estructural, en lugar de castigar a las personas.
LA IMPORTANCIA DE UNA SOLUCIÓN
EQUITATIVA
¿Cuáles son los valores fundamentales que nos deben apoyar en la
aplicación de la política para hacer frente a la obesidad? En un artículo
de académicos del Instituto Johns Hopkins Berman de bioética han
explorado esta cuestión en el contexto del consumo de bebidas endulzadas con
azúcar (BEA). Los especialistas en ética han identificados la equidad,
la coherencia y evitar la estigmatización, como los tres elementos necesarios
de cualquier solución.
Los especialistas en ética concibieron conexiones y
distinciones entre las siguientes tres
maneras diferentes de reducir el consumo de BEA’s:
1) restricción
de la venta de bebidas azucaradas en las escuelas públicas,
2) la
imposición de impuestos significativos a las BEA’s, y
3) prohibir
el uso de cupones para alimentos para la compra de bebidas azucaradas.
La prohibición de las ventas de la escuela de BEA’s
y, en menor grado, la tributación de
las bebidas azucaradas, tienen una buena puntuación en términos de equidad,
sostienen los especialistas en ética, ya que se aplican a través de la
demografía, mientras que la prohibición
del uso de cupones para alimentos castiga a los participantes exclusivamente.
Los autores rechazan la objeción de que un impuesto sobre las ventas sea injusto para las
personas de menores ingresos, diciendo que “la tributación regresiva llega a ser más preocupante desde la perspectiva
de la equidad cuando se aplica a las necesidades básicas, tales como la
ropa, la vivienda o los alimentos. Las bebidas endulzadas con azúcar, no
contienen ningún valor nutricional, no son una necesidad básica”.
Los autores hacen hincapié en que no todas las
libertades son de importancia. Los gobiernos tienen deberes esenciales de
proteger nuestras libertades fundamentales.
PROPONEN COMBATIR LA OBESIDAD
ESTIGMATIZANDO A LOS GORDOS
Como nada está funcionando para detener la obesidad
en la población y haciendo caso omiso a la libertad personal, se han propuesto campañas de estigmatización
de la obesidad.
Sería una campaña de
estigmatización informal, para producir que las
personas con sobrepeso tengan en cuenta la
amenaza de la discriminación a sí mismas, como un peligro que hay que evitar:
“¡no deje que esto le suceda a usted!”; cultivar una especie de
auto-odio a la gordura que avergüence a los obesos.
Es así, que argumentando que la obesidad “puede
ser el problema de salud pública más difícil y esquiva con que los Estados
Unidos se han encontrado nunca” y que los esfuerzos contra la obesidad han
tenido poco éxito, el especialista en bioética del Hastings Center, Daniel
Callahan, un importante bioético estadounidense dice, que necesitamos más estigmatización.
La
gente no odia ser suficiente gorda. En un editorial publicado en el Hastings Center
Report, Callahan sostiene que nada – ni dietas, drogas, cirugías, ni
apelar a nuestra salud – está funcionando, y se va a tener que hacer una
campaña para avergonzar
a la gente hasta que empiece a comer más ensaladas.
PRESIÓN SOCIAL Y GUBERNAMENTAL
DE CULPABILIZACIÓN DE LA VÍCTIMA
La estrategia vanguardista que se le ocurrió supone “presión social combinada con una acción del
gobierno vigorosa”. Callahan la compara con la campaña para terminar
de fumar: la combinación, según su experiencia, de ser criticado, enviado
afuera, y sometido a impuestos por su “mala costumbre”, fue la motivación que se necesitaba para dejar de
fumar.
“La fuerza
de ser avergonzado y el golpe contra lo social fue tan persuasivo para
mí para dejar de fumar, como las amenazas a mi salud”.
Así que piense que imaginemos la sorpresa cuando el mismo medio social tira abajo y desanima
con la obesidad: “No me había dado cuenta de que el tabaquismo era la
excepción – que la comunidad de la
salud pública en general se opone a cualquier cosa que se parece a culpar a la
víctima”.
Él trae a colación, como ejemplo, la oposición a culpar a los pacientes con VIH
de contraer la enfermedad.
Callahan da a entender claramente que la obesidad es una situación en la que la
víctima puede y debe ser culpada por su condición. Después de todo, ya
lo estamos haciendo extraoficialmente.
“Los obesos se dice que son
perezosos, auto-indulgentes, carentes de disciplina, torpes, poco atractivos,
de voluntad débil y descuidados, inseguros y sin forma.” (El está recitando lo que ya se dice “entre médicos y enfermeras”.)
Las
personas con sobrepeso, afirma, siguen siendo irremediablemente inconscientes
de su difícil situación. Él hace referencia al estudio que encontró que
los estadounidenses, en su conjunto, no son
conscientes de que están cada vez más gordos.
LA CAMPAÑA DE ESTIGMATIZACIÓN
QUE PROPONE
Implica obligar a la gente con
sobrepeso a confrontarse en el espejo y preguntarse:
- Si usted tiene sobrepeso o es obeso, ¿está contento con la forma en que se ve?
- ¿Está contento de que su mayor peso haya hecho que muchas
actividades ordinarias, como subir una escalera, sean una larga lucha?
- ¿Preferiría disminuir su riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes?
- ¿Es usted consciente de que, una vez que usted gana una cantidad
significante de peso, sus
posibilidades de volver al peso y mantenerlo son pobres?
- ¿Está contento cuando a sus
niños obesos se les llama “gordos” o son objeto de otras burlas en la
escuela?
- Justo o no, ¿sabe que mucha
gente mira con desprecio a aquellos excesivamente con sobrepeso u obesidad,
y con frecuencia, de hecho, la discriminan y llamándolos flojos y carentes
de auto-control?
Se trata de un
tipo especial de discriminación internalizada que Callahan sugiere que
es un enfoque sería realmente enriquecedor.
¿POR QUÉ LAS LESBIANAS SON MÁS
GORDAS QUE LAS HETEROSEXUALES?
Este es un tema adicional curioso sobre la
obesidad.
Está firmemente establecido
por investigación que las lesbianas son
mas obesas que las mujeres heterosexuales, y que los gays son más delgados que los hombres heterosexuales.
Como los homosexuales son una población
especialmente privilegiada y atendida en occidente, hay una investigación en marcha para saber por qué las lesbianas
son más obesas y los gays más delgados.
Los Institutos de Salud de EE.UU. están financiando
estudios para determinar por qué casi
tres cuartas partes de las lesbianas adultas tienen sobrepeso o son obesas, en
comparación con la mitad de las mujeres heterosexuales.
Foros de la
Virgen María
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