Por Alvaro de
Juana
VATICANO, 24 Feb. 16 / 05:01 am (ACI).- El Papa Francisco habló de
nuevo esta mañana en el Vaticano de la misericordia con motivo del Año Santo y
pidió: “¡Abre tu corazón a la misericordia!”
porque “la misericordia divina es más fuerte que el pecado de los
hombres!”.
El Obispo de Roma aseguró que “la
misericordia enseña también en este caso la vía maestra que se debe seguir”
y subrayó que “la misericordia puede curar las heridas y puede cambiar la
historia”.
De nuevo, la catequesis
de la Audiencia General de este miércoles estuvo dedicado a la misericordia y
aseguró que el poder de Jesús es totalmente distinto al de los poderosos de hoy
en día. “Si se pierde la dimensión de servicio, el
poder se transforma en arrogancia y se convierte en dominio y profanación”, manifestó
Francisco.
“Jesucristo es el verdadero rey, pero su poder es
completamente distinto. Su trono es la cruz. Él no es un rey que
asesina, al contrario, da la vida.
Su ir hacia todos, sobre todo hacia los más débiles, derrota la soledad y el
destino de muerte al que conduce el pecado”.
“Jesucristo con su cercanía y ternura lleva a los pecadores al espacio de la gracia y
del perdón”, añadió.
Francisco comenzó hablando de cómo en la Escritura se habla de “los potentes, los reyes, los hombres que están ‘en lo
alto’ y de su arrogancia y sus abusos”.
“La riqueza y el poder son
realidades que pueden ser buenas y útiles al bien común, si se ponen al
servicio de los pobres y de todos, con justicia y caridad”, explicó.
Sin embargo, “como
sucede demasiado a menudo, son vividas como privilegio, con egoísmo y prepotencia, y se
transforman en instrumentos de corrupción y de muerte”, aseguró.
A continuación, recordó el Primer Libro de los
Reyes, en la Biblia,
en el que se habla de la “Viña de Nabot”. Aquí
se cuenta que Ajab, rey de Israel, quiere comprar la viña de un hombre llamado
Nabot, porque esta viña está junto al palacio real. “La
propuesta parece legítima, además de generosa, pero en Israel las propiedades
terrenas eran consideradas inalienables”.
“La tierra es sagrada
porque es un don del Señor, que
como tal es cuidada y conservada, en cuanto signo de la bendición divina que
pasa de generación en generación y garantía de dignidad para todos”. Por esto, Nabot le da una negativa al rey y éste
se siente ofendido.
Es el momento en el que su mujer, “una reina pagana que había incrementado los cultos
idolátricos y hacía asesinar a los profetas del Señor, decide intervenir”.
“Ella pone el acento sobre
el prestigio y sobre el poder del rey, que, según su modo de ver, es puesto en
discusión al rechazo de Nabot”. Se trata de “un poder que ella
considera absoluto y por el cual cada deseo, por el rey potente, es una orden”.
En este episodio de la Biblia ocurre así puesto
que la mujer del rey decide eliminar a Nabot, quien es asesinado.
“Esta no es una historia de
otros tiempos, es una historia actual,
de los poderosos que para tener más dinero explotan a los pobres, a la gente;
la historia de la trata de personas, del trabajo esclavo, de la gente pobre que
trabaja en negro con lo mínimo, es la historia de los políticos corruptos que quiere siempre más y más y más”.
Francisco aseguró que es aquí donde se observa
adónde lleva “ejercer una autoridad sin respeto por
la vida, sin justicia, sin misericordia”, así como “la sed de poder”.
El Santo Padre puso otro ejemplo que refleja
bien esta realidad y se encuentra en el Libro del Profeta Isaías: “¡Ay de los que acumulan una casa tras otra y anexionan
un campo a otro, hasta no dejar más espacio y habitar ustedes solos en medio
del país!”. “¡Y el profeta Isaías no era comunista!”, exclamó el Papa.
“Dios es más grande que la maldad de los malvados y de los juegos
sucios hechos por los seres humanos” y “en su
misericordia envía al profeta Elías para ayudar a Ajab a convertirse”.
“Dios ha visto este crimen,
pero llama al corazón de Ajab” y “el rey, ante su pecado, entiende, se humilla
y pide perdón”, explicó
el Pontífice.
“Qué bonito sería que los
poderosos explotadores de hoy hicieran lo mismo. El Señor acepta su
arrepentimiento; sin embargo, un inocente había sido asesinado, y la culpa
cometida tendrá inevitables consecuencias. El mal cometido en efecto deja sus
huellas dolorosas y la historia de los hombres lleva las heridas”.
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