La pelea contra el demonio.
Perseguidos y relegados durante años, los exorcistas viven hoy
nuevos aires. EL COMERCIO (Diario Peruano) conversó con Gabriele Amorth, el más
reconocido de todos, antes del curso anual de exorcistas que dicta la Iglesia Católica.
No
hay que remontarse demasiado en el tiempo para encontrar referencias del Papa
al maligno. “Con el demonio no es posible dialogar,
porque vencerá siempre. Solo la fuerza de la Palabra de Dios puede vencer”,
dijo Francisco a la multitud congregada en Ecatepec el pasado domingo, durante
su reciente visita a México. Los teólogos se debaten entre quienes opinan que
el pontífice menciona de forma constante al diablo y los que piensan que no lo
hace más que sus predecesores. Pero lo cierto es que el influjo de Satanás es
una constante en los mensajes del Papa Francisco.
Durante
siglos, los encargados de liberar a los cristianos del mal fueron los
exorcistas. Hasta que en el siglo XIII los sacerdotes dedicados a su ejercicio fueron
perseguidos por la Inquisición por considerarlos herejes. Su condena se extendió
hasta el siglo XVII cuando en 1614 la Iglesia estableció formalmente un rito
sobre el exorcismo. Fue un nuevo respiro, hasta que los cambios hechos por el
Concilio Vaticano II (1962-1965) relegaron esta práctica casi a la desaparición.
Con la llegada de Juan Pablo II y la irrupción de Gabriele Amorth, exorcista de
la Diócesis de Roma y el más mediático de cuantos expertos en este ámbito se
conocen, la tendencia cambió una vez más.
EL EXORCISTA DEL VATICANO
Protagonista
de un libro llamado “El ultimo exorcista”, Amorth
se congratula de su relación con los Papas Wojtyla, Ratzinger y Bergolio. En
1991, el sacerdote italiano fundo la Asociación Internacional de Exorcistas,
que fue reconocida jurídicamente por la Santa Sede en el 2014.
A
sus 90 años, Amorth se define como un “hombre de la Iglesia”, aunque no le han
faltado discusiones con altos jerarcas. “Un día un
cardenal me entrevistó y me dijo: ‘Sea sincero, el diablo no existe’”, relata
a EL COMERCIO. “Yo le respondí: ‘Usted debe leer un
libro que le será muy útil: el Evangelio’”.
Para
quien fue llamado el exorcista del Vaticano, el principal problema radica en
que “muchos se han olvidado de que quien sugiere el
mal es el diablo”. Sus revelaciones en las que defiende que el demonio
se encuentra en “todo aquello que niega a Dios”, como
el aborto, el divorcio, los gays, el rock satánico
o los programas de violencia y sexo por televisión” han ocasionado que
algunos no lo tomen muy en serio.
Tampoco
le falta a Amorth un buen listado de sucesos paranormales.
“Durante un exorcismo, necesitamos a seis hombres para sujetar a
otro que terminó levitando. Otro se arrastraba como una serpiente entre las
sillas y una mujer me vomitó cadenas de hierro, llaves, muñecos de plástico”, cuenta. Presume de haber practicado
miles de estas sesiones y, desde la residencia romana de la Sociedad de San
Pablo en la que vive, asegura que sigue teniendo la agenda llena.
La
Asociación Internacional de Exorcistas, de la que Amorth ya se apartó del
primer plano, tiene en nómina a unos 300 especialistas en este ministerio,
repartidos en treinta países. Se calcula que en total son varios cientos los
exorcistas que existen en el mundo. En el Perú hay unos pocos y en Lima solo
hay uno oficial, pero su nombre no fue revelado por el Arzobispado, ya que debían
tener la autorización del Cardenal.
LOS CASOS AUMENTAN
No
hay una cifra oficial, pero varias diócesis europeas y latinoamericanas
informaron que las sectas “son un fenómeno en
aumento”, según el Grupo de Investigación e Información Socio-Religiosa
(GRIS, por sus siglas en italiano).
Esta
organización sostiene que se trata de un suceso “peligroso”,
ya que en los últimos años han aumentado las personas que requieren un
exorcista. En tanto, estas denuncian que no hay suficientes expertos para
atender el número de casos y que algunas religiones se ven privadas de
sacerdotes con las cualidades necesarias.
Para
preparar al personal religioso en la materia, la Iglesia Católica celebra cada año
un curso para exorcistas con el patrocinio de la Congregación Vaticana para el
Clero. El próximo a realizarse empezara el 4 de abril.
El
director del Instituto Sacerdos, Pedro Barrajón, explica que no siempre es
necesaria la intervención de un exorcista. Hay que diferenciar entre “lo que sería una simple tentación y las infestaciones maléficas
o el último paso, que sería la posesión”.
Según
la doctrina católica, un sacerdote solo puede ejercer el exorcismo con el
consentimiento de su obispo y después de que el paciente haya sido
diagnosticado por un médico. Barrajón reconoce que se trata de “casos muy reducidos, pero que deben ser atendidos”.
El demonio suele acudir a personas que “han estado
en contacto con prácticas satánicas o con el espiritismo”, asegura el
experto. Y aunque el diablo no esté en todas partes, “también
puede atacar a quien no haya pecado nunca”.
Publicado por: José Miguel Pajares Clausen
23 de febrero 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario