Estimado Nicolas Maduro:
Decía el gran Borges: ¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea
de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con
la inmortalidad.
Pues bien, Dios, no yo, te
amenaza con la eternidad. Estás para caer en una cárcel de la que ningún poder
ni terreno ni angélico ni demoniaco te va a poder sacar nunca.
Reflexiona, medita, arrepiéntete,
porque tu vida por larga que sea te parecerá un sueño frente a la eternidad. Y
mil veces mil veces te preguntarás cada día, cada mes, cada año, cada siglo,
cada milenio, por qué cometiste las acciones que estás cometiendo.
Mira que tus antepasados, desde
el más allá, te amenazan con una prisión en cuyas paredes no hay ninguna
grieta, en cuyas puertas no hay ninguna cerradura.
El gran Borges escribió: La
vida es una muerte que viene. En tu caso, la vida es una gran muerte eterna
que se te aproxima con una desesperante lentitud.
Sé que tienes miedo, porque nadie
puede vivir como tú vives sin miedo. Quien vive como tú tiene miedo de Dios o
de los hombres. Y el miedo es tu amigo, un amigo que te avisa. El miedo, no
tengo la menor duda, ha sido tu amigo y tu compañero en las calurosas noches de
insomnio.
Pero, al final, te hiciste violencia, y decidiste. Hoy sigues decidido a
seguir este camino de eternas cadenas. De acuerdo, que tu Destino se cumpla si
tal es tu voluntad. Las masas te vitorean, miles de personas te aplauden, los
guardaespaldas te protegen, pero recuerda que el camino hacia tu región
desolada lo harás solo. En vano volverás la vista en busca de alguien que te
acompañe. Ése es un camino que harás solo.
P.
FORTEA
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