Para quien habitualmente a diario…., o varias veces al día no tiene la
costumbre de mirar la cruz, no les es fácil comprender, lo que esto significa y
las enormes gracias que de ello se obtienen Esencialmente mirar la cruz es
amarle a Él, aunque la mirada sea fría pero muchas más gracias se obtiene si la
mirada es de amor, si es una mirada de enamorada y entregada, muchos más aún si
la mirada es el producto de ese fuego de amor que muchas almas sienten cuando
piensan en su amado. Señor.
Si meditamos en esto, nos daremos cuenta y veremos, que nuestra casa
está llena de fotos, de esposo o esposa, padres, hijos, hermanos y familiares,
incluso amigos y se trata de políticos están las fotos de sus líderes y de los
que rodean a sus líderes, por si el día de mañana obtiene un pusto y si les
hacen una entrevista, procuran que en la foto esté su líder y si se trata de
centros oficiales veremos en los despachos de la administración, fotos del rey
o del presidente de la república en todas partes,
Que quiere decir todo esto, En el caso de las figuras de los políticos,
estas fotos expuestas, tienen por finalidad el hacerse una pública, declaración
de fidelidad al líder, aunque a lo mejor o peor a este no se le pueda tragar.
No se trata de una declaración de amor al líder, sino de fidelidad y devoción,
aunque estos políticos líderes también tienen sus fans en la administración,
fans que si se trata de ellas, son capaces de besar su retrato, pero en
política lo que interesa es devoción y fidelidad pero no amor. Esto de los
retratos públicos tiene mucha importancia, para los que están metidos en esos
menesteres. Cuando hay un cambio político entre los gobernantes, el manual del
perfecto político le dice que lo primero de todo es cambiar los retrato y no
dejar huella alguna de haber existido el oponente.
En cuanto a los retratos de familiares vivos o fallecidos, la razón de
su existencia y exhibición en la casa, que sirve de hogar, se basa también, en
razones de afecto y amor, aunque alguno se tenga que tragar las fotos de la
suegra. Pero lo importante no es lo anterior, si no la razón de tenencia y
exposición de los crucifijos. Antiguamente en los países cristianos nadie ponía
en duda que los crucifijos presidiesen las aulas escolares, los tribunales de
justicia. En los hospitales y por supuesto en los Juramentos oficiales en la
toma de posesión de puesto oficiales y asimismo y por supuesto, en las
juramentos de fidelidad y amor a su patria por parte de los oficiales de los
ejércitos.
Desgraciadamente las actuaciones satánicas han avanzado en su lucha por
eliminar los crucifijos de todas partes, El demonio sabe mucho mejor que
nosotros, lo que es y representa un crucifijo y también lo que significa un
perjurio y lógicamente pone toda su carne en el asador, para la eliminación de
los crucifijos y el aumento del perjurio. Claro que hay veces que al demonio le
sale el tiro por la culata y asi tenemos el caso de que los no creyentes en su
afán por hacerle el favor a satanás han impuesto el que se sustituya el
juramento por una promesa, por el honor del que la presta. Lógicamente la
promesa no sirve para nada y se incumple con suma facilidad, pero al menos
tiene la parte positiva de que no se le ofende a Dios con un pecado de
perjurio, aunque sí con un pecado menor de ofensa en su conducta a la Verdad.
Pero a lo que vamos y
nos interesa, el valor de una simple mirada de amor a un crucifijo, es infinito
en cuanto por ejemplo, ya aquí en este mundo, nos sirve de perdón de nuestros
pecados veniales, no de los mortales. Con una mirada de amor a un crucifijo le
estamos diciendo a Señor, que le amamos, que somos conscientes de lo que Él nos
ama a todos, pero en especial a mí que le estoy mirando y que me identifico con
su pasión y sufrimientos, que por amor que por pura razón de un amor
desinteresado, sufrió por nosotros en general y en particular por todos y cada
uno de nosotros. Y si fuera necesario, toda su angustia en Getsemaní, su pasión
y su muerte en el Calvario, la volvería a repetir, una y mil veces por cada una
de las almas, de las que Él ama, que son todas las que componen la humanidad.
Decía San Alfonso María
Ligorio que quien no se enamora de Dios contemplando a Jesús
crucificado, no se enamorara jamás. Y el Santo cura de Ars, decía que: la mayor de las cruces es no tener ninguna
cruz y es verdad por pobre de él que no tenga una cruz personal para
abrazarse a ella y poder tener el consuelo y el gozo de identificarse con
Cristo.
Escribí hace años un
libro titulado Del sufrimiento a la
felicidad, Y esta es nuestra vida un continuo caminar por este valle de
lágrimas, para alcanzar una eterna felicidad, Y si hemos sido capaces de
abrazarnos a nuestras cruces particulares y aceptarlas y amarlas por a mor a
Cristo, el que así lo haga tendrá siempre una mayor gloria. Pero llega momentos
en este camino de amor a la cruz, en que el fuego de ese amor nos abrasa de tal
forma que se llega escribir el soneto que dice:
No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para
dejar por eso de ofenderte.
¡Tú me mueves, Señor!
Muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido; muéveme ver tu cuerpo tan
herido; muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en fin, tu amor, y
en tal manera que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera
infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.
No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.
Quien mira a un crucifijo con amor, Cristo le está devolviendo la mirada
y esa mirada suya está siempre cargada de gracias divinas para el que le ama.
Nadie duda y todo el mundo sabe que aquí, en esta tierra, amar es padecer. Y frente a
este padecimiento, el camino más claro es agarrarse al amor a Dios El verdadero
amor a Dios y a Cristo, nos dice el Abad Benedikt Baur, es engendrado en la
cruz y sólo bajo la cruz criado y llevado a la perfección. El que no quiere
sufrir, no ama. Y el amor es la esencia de Dios es Dios en si mismo, porque
Dios es amor y solo amor y misericordia con el que acude a Él arrepentido
pidiendo perdón.
Decíamos antes que solo
después del sufrimiento aparece la felicidad. En la vieja Roma pagana, había un
proverbio latino bien conocido, que decía: Per áspera ad astra, es
decir, solo por el sufrimiento se alcanzan las estrellas, o dicho de otra
manera solo se llega a la felicidad a través del sufrimiento. La legiones
romanas, sabían perfectamente que solo previo al sufrimiento de la batalla, era
posible alcanzar la felicidad que les daba el triunfo, con el subsiguiente
reparto del botín y humillación de los vencidos. A la gloria solo se llegaba
tras el sufrimiento. Los antiguos paganos romanos, que vivían alejados de la
gracia divina, vislumbraban, no obstante, el valor purificador del sufrimiento
humano, para alcanzar la verdad y la felicidad. Y no solo los romanos, sino
también los imperios más antiguos que existieron antes del romano.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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