No es nada raro al hablar de
Cristianismo, de religión o del Evangelio escuchar frases como: “Pues yo
pienso que...”; “A mi me parece que...”, “Pues eso debería ser así, o asao…”
Y, si no estamos advertidos,
muchas veces entramos “al trapo” y discutimos esas afirmaciones con argumentos
y razones. Claro que en esto hay que distinguir entre los que se pronuncian con
buena voluntad y los que lo hacen “pontificando” o con ganas de provocar o
discutir. Pues bien, con estos últimos seguirles
la discusión es un disparate, al
igual que lo suelen ser sus afirmaciones. ¿Por qué?
Pues porque en lo que se refiere
al Cristianismo, la única opinión que
debería interesar es la de Cristo. Por ello, tenemos más que comprobado
que la mejor contestación, después de dejarle soltar su perorata, es decirle
con aplomo:
“Perdona, pero entre tu opinión y la de Cristo...”
Y si lo hacemos bien seguramente
no haga falta ni siquiera terminar la frase con lo de “… me quedo con la de Cristo.”
El que tenga oídos…
Los Tres
mosqueteros
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