Pedí tantas veces que tu partida no fuera verdad, que ya no recuerdo que tantas noches habrán sido.
Después
pedí que te aparecieras al menos en sueños, que me dijeras que estás bien y que
preguntaras si yo lo estoy.
Te he
buscado en los rostros por donde voy; he querido sentirte en el viento, que un
colibrí me hable de ti, he querido guardar tu voz.
He
pedido, he pedido, he pedido.
Y hoy que
ya no pido, me doy cuenta que no te has ido, porque tu presencia fue más que
sólo tu cuerpo, tu voz, tu olor: Estás en todos lados,
eres parte de mi esencia y sé que un día nos volveremos a ver con alegría y me
dirás: ¡SABÍA QUE VENDRÍAS!
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