La intención de Dios es siempre un misterio y deberíamos abstenernos de hablar en nombre de Dios.
Por: . | Fuente: Aleteia
Millones de personas inocentes sufren los efectos de los desastres
naturales, como muestran el reciente terremoto en Guatemala y el huracán «Sandy». No sabemos la razón por la que Dios
permite los desastres naturales, pero sabemos que Dios no es indiferente al
sufrimiento. Sabemos que al principio Dios creó la naturaleza y la bendijo.
Cuando Adán y Eva pecaron, el mal entró en el mundo y este desorden también
afectó a la naturaleza (creando la posibilidad de que haya desastres
naturales). Los desastres naturales no son «obra de
Dios» sino el resultado de la corrupción de la naturaleza. Incluso en
estas situaciones de desastre, el sufrimiento de Cristo está unido al de su
gente, de manera que intenta llevar a todos los hombres y mujeres hacia Él.
Cuando Dios creó la naturaleza, todo era bueno. Pero cuando el pecado entró en
el mundo también la naturaleza se vio afectada. La corrupción de la creación
perfecta por medio del pecado dio lugar a los desastres naturales.
El beato Juan Pablo II, en su carta apostólica Salvifici Doloris, usa la
historia bíblica de Job para enseñar que el sufrimiento no siempre es un
castigo. Explica que Job fue afligido por «innumerables
sufrimientos» y que sus amigos decían que «él
debía haber hecho algo realmente malo. El sufrimiento -decían estos- siempre es
el castigo por un crimen realizado; es enviado por un Dios absolutamente justo,
que lo envía por razón de la justicia».
«A sus ojos», continúa el beato Juan Pablo
II, «el sufrimiento tendría sólo el significado de
castigo por un pecado realizado; por tanto colocan la justicia de Dios al nivel
de alguien que devuelve bien por bien y mal por mal». Sucede lo mismo
cuando la gente dice que los desastres naturales «son
obra de Dios».
El beato Juan Pablo II afirma que la historia de Job demuestra que esta
afirmación es falsa. Escribe: «Es verdad que el
sufrimiento tiene un significado de castigo cuando está conectado con un
pecado, pero no es cierto que todos los sufrimientos sean consecuencia de un
pecado, y que siempre sean un castigo. La figura del justo Job es una prueba
real de esto en la revelación del Antiguo Testamento, que es la misma Palabra
de Dios. Se nos presenta el problema de un hombre inocente que sufre sin tener
culpa de ello».
A veces Dios nos manda el sufrimiento como castigo por
nuestros pecados, pero no siempre. Con respecto a que Dios permite todo tipo de
desastres naturales, la intención de Dios es siempre un misterio y deberíamos
abstenernos de hablar en nombre de Dios.
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