La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los Sacramentos.
Por: Padre John McCloskey | Fuente: www.iglesia.org
Nadie nace santo. Se consigue la santidad con mucho esfuerzo, pero
también con la ayuda y la gracia de Dios. Todos, sin exclusión, están llamados
a reproducir en sí mismos la vida y el ejemplo de Jesucristo, caminar detrás de
sus huellas.
Estás leyendo esto porque estás interesado en tomar tu vida espiritual
más seriamente de ahora en adelante. Aceptar de corazón uno de los puntos clave
del Concilio Vaticano II: la importancia de la doctrina de la llamada universal a la santidad. También conoces
que Jesús es el único camino a la santidad "Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida."
El secreto de la
santidad es la oración constante la cual puede ser definida como el continuo
contacto con la Santísima Trinidad: "reza siempre y sin desfallecer" (Lc. 18:1). Hay varios caminos
para llegar a conocer a Jesús. Nosotros vamos a hablar brevemente sobre algunos
de ellos en este artículo. Si quieres llegar a conocer, amar y servir a Jesús
de la misma forma que aprendes a amar y enamorarte de otras personas: tu esposa, miembros de tu familia y amigos íntimos, por
ejemplo, pasando un tiempo considerable con él en forma regular y, en este caso
básicamente todos los días. El retorno, si lo haces, es la única
verdadera felicidad en esta vida y la visión de Dios en la próxima. No hay
sustituto a esto.
La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro
determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene
por medio de los Sacramentos.
Los siete hábitos diarios que propongo consisten en el ofrecimiento de la mañana, la lectura espiritual
(Nuevo Testamento y un libro espiritual sugerido por tu director espiritual),
el Santo Rosario, la Santa Misa y Comunión, al menos quince minutos de oración
mental, la recitación del Ángelus al mediodía y un breve examen de conciencia
por la noche. Estos son los principales medios para alcanzar la santidad. Si
eres una persona que quiere llevar a Cristo a otros a través de la amistad,
estos son instrumentos con los cuales almacenarás la energía espiritual que te
permitirá hacerlo. La acción apostólica sin los sacramentos, volverá ineficaz
una sólida y profunda vida interior. Puedes estar seguro que los santos
incorporaron por uno u otro camino todos estos hábitos en su rutina diaria. Tu
objetivo es ser como ellos, contemplativos en el medio del mundo.
3 PUNTOS IMPORTANTES
PARA PREPARARNOS A CUMPLIR LOS HÁBITOS: Quiero remarcar varios puntos antes de examinar los
hábitos
- Recuerda que el crecimiento en estos
hábitos diarios son como una dieta o un programa de ejercicio físico, es
un trabajo de proceso gradual. No esperes incorporar los
siete o aún dos o tres de ellos en tu agenda diaria inmediatamente. No
puedes correr una carrera de cinco kilómetros si antes no te has
entrenado. Tampoco puedes tocar a Liszt a la tercera clase de piano. Esta
prisa te invita al fracaso, y Dios quiera que tengas éxito tanto en tu
ritmo como en el Suyo. Debes trabajar cercanamente con tu
director espiritual y gradualmente incorporar los hábitos a tu
vida en el período de tiempo que corresponda a tu particular situación.
Puede ser el caso que por las circunstancias de tu vida se requiera la
modificación de los siete hábitos.
- Al mismo tiempo tú debes hacer el firme propósito, con la ayuda del
Espíritu Santo y tus especiales intercesores, para hacer de ellos la
prioridad de tu vida - más importante que comer, dormir, trabajar y descansar-. Quiero
aclararte que estos hábitos no se pueden adquirir a las corridas. Ese no
es el modo como nosotros queremos tratar a los que amamos. Ellos deben
hacerse cuando estemos más atentos durante el día en un lugar en silencio
y sin distracciones; donde sea fácil ponerse en presencia de Dios y estar
con Él. Después de todo, ¿no es más importante
nuestra vida eterna que nuestra vida temporal? Todo esto redundará
al momento de nuestro juicio como una cuenta de amor a Dios en nuestro
corazón.
- Quiero dejar en claro que vivir los hábitos no es pérdida de
tiempo. No estás perdiendo el tiempo, en realidad lo ganas. Nunca conocerás una
persona que viva todos ellos diariamente que sea menos productiva como
trabajador o peor esposo o que tenga menos tiempo para sus amigos o no
pueda cultivar su vida intelectual. Todo lo contrario, Dios siempre
recompensa a los que lo ponen a El primero. Nuestro Señor multiplicará
asombrosamente tu tiempo como multiplicó los panes y los peces y dio de
comer a la multitud hasta saciarse. Puedes estar seguro de que el papa
Juan Pablo II, la Madre Teresa o San Maximiliano Kolbe rezaban mucho
más que la hora y media que se sugiere en estos hábitos repartidos a lo
largo del día.
LOS 7 HÁBITOS PARA QUIENES
QUIEREN SER SANTOS
PRIMER HÁBITO:
OFRECIMIENTO DEL DÍA POR LA MAÑANA
El primer hábito es el ofrecimiento del día por la mañana; cuando te arrodillas y, utilizando tus propias palabras o una fórmula,
ofreces todo tu día a la gloria de Dios. Lo que no es simple es lo que sucederá
antes del ofrecimiento. "Véncete cada día
desde el primer momento, levantándote en punto, a la hora fija, sin conceder ni
un minuto a la pereza."
Si con la ayuda de Dios te vences, tendrás mucho adelantado para el
resto de la jornada.
¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera
escaramuza!
(San
Josemaría- Camino, 191)
En mi experiencia pastoral, quien puede vivir el "minuto heroico" en la mañana y a la noche va a la
cama en el tiempo previsto, tiene la energía física y espiritual a lo largo del
día para parar lo que este haciendo para cumplir los otros hábitos.
SEGUNDO HÁBITO:
QUINCE MINUTOS DE ORACIÓN EN SILENCIO
El segundo hábito es por lo menos quince minutos de
oración en silencio. Puedes agregar otros quince minutos extras en otro momento del día.
Después de todo, ¿Quién no desea pasar más tiempo
con tan excelente compañía? La oración es una conversación uno a uno,
directa con Jesucristo, preferentemente frente al Santísimo Sacramento en el
Sagrario. Esta es tu hora de la verdad o tu momento superior. Si lo deseas
puedes abrirte y hablar acerca de lo que está en tu mente y en tu corazón. Al
mismo tiempo adquirirás el hábito de escuchar cuidadosamente y meditar como
otra María (Lc. 10.38-42) para ver qué es lo que Jesús te está pidiendo y qué
te quiere dar. Es aquí que nosotros comprendemos su dicho "Sin Mí, nada pueden hacer."
TERCER HÁBITO:
QUINCE MINUTOS DE LECTURA ESPIRITUAL
El tercer hábito son quince minutos de lectura
espiritual que usualmente consistirá en
unos pocos minutos de sistemática lectura del Nuevo Testamento, para
identificarnos con la Palabra y acciones de nuestro Salvador. El resto del
tiempo en un libro clásico de espiritualidad católica recomendado por tu
director espiritual. En cierto sentido, es el más práctico de nuestros hábitos
porque a través de los años leeremos varias veces la vida de Cristo y
adquiriremos la sabiduría de los santos y de la Iglesia junto con la lectura de
docenas de libros, los cuales enriquecerán nuestro intelecto. También podremos
poner las ideas allí expresadas en acción.
CUARTO HÁBITO:
PARTICIPAR EN LA SANTA MISA Y RECIBIR LA SANTA COMUNIÓN EN ESTADO DE GRACIA
El cuarto hábito es participar en la Santa Misa y
recibir la Santa Comunión en estado de gracia. Este es el hábito más importante de todos los siete (cfr. Jn. 6, 22-65).
Ella debe estar muy en el centro de nuestra vida interior y consecuentemente de
nuestro día. Este es el acto más íntimo, posible del hombre. Encontramos a
Cristo vivo, participamos en la renovación de Su sacrificio por nosotros y nos
unimos a su cuerpo y alma resucitado. Como el papa Juan Pablo II dijo en su
Exhortación Apostólica Ecclesia in America "La
Eucaristía es el centro viviente y eterno centro alrededor del cual la
comunidad entera de la Iglesia se congrega" (n°35).
QUINTO HÁBITO: REZAR
CADA DÍA AL MEDIODÍA EL ANGELUS O REGINA COELI
El quinto hábito es rezar cada día al mediodía el
Angelus o Regina Coeli, invocando a Nuestra Santísima Madre de acuerdo al tiempo litúrgico. Esta
es una costumbre católica que se remonta a muchos siglos. Este es un hermoso
modo de honrar a Nuestra Señora por un momento. Como niños recordamos a Nuestra
Madre durante el día y meditamos sobre la Encarnación y Resurrección de Nuestro
Señor, el cual da sentido a toda nuestra existencia.
SEXTO HÁBITO: EL
REZO DEL SANTO ROSARIO CADA DÍA
El sexto hábito también es Mariano. El rezo del
Santo Rosario cada día y la meditación de los
misterios, los cuales versan sobre la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora.
Es un hábito que, una vez adquirido es difícil abandonar. Junto con la
repetición de las palabras de amor a María y el ofrecimiento de cada decena por
nuestras intenciones, nosotros tomamos un atajo hacia Jesús el cual pasa a
través del corazón de María. Él no puede rechazar nada de Ella.
SÉPTIMO HÁBITO:
BREVE EXAMEN DE CONCIENCIA POR LA NOCHE ANTES DE IR A LA CAMA
El séptimo hábito es un breve examen de conciencia
por la noche antes de ir a la cama. Te sientas, pides luces al Espíritu Santo y por varios minutos revisas
tu día en presencia de Dios preguntándote si te has comportado como un hijo de
Dios en el hogar, en el trabajo, con tus amigos. También miras una particular
área, la cual tú tienes identificada con ayuda de tu director espiritual, quien
conoce tus necesidades para mejorar y llegar a la santidad. También puedes
hacer una rápida mirada para ver si has sido fiel en los hábitos diarios que
hemos discutidos en este artículo. Luego haces un acto de gratitud por todo lo
bueno que has hecho y recibido, y un acto de contricción por aquellos aspectos
en los que voluntariamente has fallado.
Si una persona honestamente mirase su día, no importa cuán ocupado esté,
(y nunca me pareció encontrarme con gente que no esté muy ocupada a no ser que
esté permanentemente retirada), puede frecuentemente encontrar que usualmente
mal gasta un poco de tiempo cada día. Piensa, ¿qué
necesidad hay de una taza de café extra cuando puedes usar ese tiempo para
visitar el Santísimo Sacramento, quince minutos antes de comenzar el trabajo?
O la media hora o mucho más, gastada mirando programas de televisión o videos.
También es común, gastar tiempo durmiendo en el tren o escuchando la radio en
el auto cuando puede ser usado para rezar el Rosario. Como también, ¿el diario no lo puedes leer en diez minutos en lugar de
veinte dejando espacio para la lectura espiritual?
¿Y esa comida no podría hacerse en media hora
dejando espacio para la Misa? No olvides que esta media hora es tiempo mal gastado cuando al final del
día podrías haberla usado para una buena lectura espiritual, examinar tu
conciencia e ir a la cama a tiempo para recuperar energías para las batallas
del día siguiente. La lista continúa. Puedes hacer la tuya.
Sé honesto
contigo y con Dios. Estos hábitos, vividos bien, nos capacitan para obedecer la
segunda parte del gran mandamiento amar a los otros como a nosotros mismos. Estamos en la tierra como
estuvo el Señor "para servir y no para ser
servido." Esto sólo puede ser alcanzado junto a nuestra gradual
transformación en otro Cristo a través de la oración y los sacramentos.
Viviendo estos siete hábitos llegaremos a ser personas santas y apostólicas,
gracias a Dios. Ten por seguro que, cuando caigamos en algo grande o pequeño,
siempre tendremos un Padre que nos ama y espera en el Sacramento de la
Penitencia y la devota ayuda de nuestro consejero espiritual para que volvamos
a nuestro curso correcto.
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