El Papa Francisco abogó por un “respeto recíproco entre fe y ciencia” enraizado en la cultura del cuidado que implicaría, también, un respeto por la creación, un respeto por el prójimo, un respeto por uno mismo y un respeto hacia el Creador.
El Papa hizo estas declaraciones en el encuentro “Fe y Ciencia: Un llamado para la COP26” que, organizado por
las embajadas del Reino Unido y de Italia ante la Santa Sede, se ha celebrado
este lunes 4 de octubre en el Aula de la Bendición del Palacio Apostólico del
Vaticano.
En el evento, que tiene lugar en la fiesta de San Francisco de Asís y un
año después de la firma de la Encíclica Fratelli tutti, participaron líderes
religiosos del cristianismo, del islam, del judaísmo, del hinduismo, del
budismo, del confucionismo, del taoísmo, del zoroastrismo entre otras.
Entre los asistentes, junto al Santo Padre estaba el Patriarca Ecuménico
de Constantinopla, Bartolomé; el Gran Iman de Al Azhar, Ahmad Muhammad Al
Tayyeb; el Metropolita Hilarion, representante del Patriarca de la Iglesia
Ortodoxa Rusa, Kirill; y el Arzobispo de Canterbury, Justin Welby.
Asistieron también el enviado del Patriarca Copto Ortodoxo Tawadros II,
Barnaba; el Ayatolá Seyed Mostafa Mohaghegh Damad, jefe del Departamento de
Estudios Islámicos de la Academia de Ciencias de Teheran; el reverendo
Christopher Ferguson, de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas; el
reverendo Martin Junge, Secretario General de la Federación Luterana Mundial;
el Rabino Noam Marans, del Comité Judío Internacional para las Consultas
Interreligiosas; y el Obispo Thomas Schirrmacher; Secretario General de la
Alianza Evangélica Mundial.
En el transcurso del encuentro, los líderes firmaron un llamamiento
conjunto en el que se realiza un llamado a la comunidad internacional para que
aumente su ambición e intensifiquen su acción en favor del clima con la vista
de la próxima conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático COP26, que se
celebrará en la ciudad escocesa de Glasgow del 31 de octubre al 12 de noviembre
con la participación del Pontífice.
En su discurso, que entregó en mano a los participantes después de un
breve saludo, el Papa hizo hincapié en tres conceptos: “La
mirada de la interdependencia y del compartir, el motor del amor y la vocación
al respeto”.
Sobre el primer concepto, la interdependencia, el Santo Padre repitió
que “todo está conectado, en el mundo todo está
íntimamente unido. No sólo la ciencia, sino también nuestros credos y nuestras
tradiciones espirituales muestran esta conexión que existe entre todos nosotros
y el resto de la creación”.
“Ninguna criatura se basta a sí misma, todas
existen en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse
mutuamente”, afirmó.
Llevado a la práctica, “reconocer que el
mundo está interconectado significa no sólo comprender las consecuencias
dañinas de nuestras acciones, sino también individuar comportamientos y
soluciones que deben adoptarse con una mirada abierta a la interdependencia y
al compartir”.
“No se puede actuar solos, es fundamental el
compromiso de cada uno por el cuidado de los demás y del ambiente, el
compromiso que lleve a un cambio de rumbo que es muy urgente y que se debe
alimentar también de nuestra fe y espiritualidad”.
Explicó que “para a los cristianos, la
mirada de la interdependencia surge del misterio mismo del Dios trino”.
En su reflexión sobre el segundo concepto, el “motor
del amor”, el Papa señaló que “el amor es
espejo de una vida espiritual vivida intensamente. Un amor que se extiende a
todos, más allá de las fronteras culturales, políticas y sociales; un amor que
integra, también y sobre todo en beneficio de los últimos, quienes son muchas
veces los que nos enseñan a superar las barreras del egoísmo y a romper las
paredes del yo”.
“Es este un desafío que nos pone frente a la
necesidad de contrastar esa cultura del descarte, que parece prevalecer en
nuestra sociedad y que se sedimenta sobre aquellos que nuestro Llamamiento
conjunto denomina semillas de conflicto: avidez, indiferencia, ignorancia,
miedo, injusticia, inseguridad y violencia”.
Esas semillas de conflicto son “o las que
causan las graves heridas que provocamos en el ambiente como los cambios
climáticos, la desertización, la contaminación, la pérdida de biodiversidad,
llevando a la rotura de esa alianza entre ser humano y medio ambiente que ha de
ser reflejo del amor creador de Dios, del cual procedemos y hacia el cual
caminamos”.
El Papa recordó que nunca la humanidad había contado como ahora “con tantos medios para alcanzar este objetivo como los
que tiene hoy”, y ese es un motivo de esperanza.
Ese desafío, resaltó el Pontífice, puede afrontarse desde diferentes
ámbitos, y en particular desde el ejemplo y la acción, y el de la educación.
“En ambos ámbitos, nosotros, inspirados por
nuestros credos y tradiciones espirituales, podemos ofrecer importantes
aportaciones”, resaltó el Papa.
Sobre el tercer punto, la vocación al respeto, el Papa insistió en que “este cuidado es también una vocación al respeto. Respeto
por la creación, respeto por el prójimo, respeto por sí mismos y respeto hacia
al Creador. Pero también respeto reciproco entre fe y ciencia”.
POR MIGUEL PÉREZ
PICHEL | ACI Prensa
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