sábado, 14 de noviembre de 2020

UNA BREVE HISTORIA DE UNA DULCE VIDA

Testimonio de Sonia Yermak de Villagran, escultora de imágenes religiosas.

Por: Sonia Yermak de Villagran | Fuente: .

Nací en el 63, en una localidad del noroeste de la Argentina.

De niña amé el dibujo como expresión de anhelos y emociones. Un día la niña cedió paso a la joven que debía tomar su primera decisión importante en la vida… elegir una carrera. Como era buena estudiante la familia opinaba que debía ser ingeniera o algo así… pero mi espíritu tenía impreso un mandato, las fantasías eran de formas y colores y se relacionaban con crear piezas artísticas, liberar pensamientos e ideas y trasmitirlas en objetos bellos y conmovedores.

Sentía también el deseo de la vida religiosa, visité por unos días una congregación religiosa para clarificar mi vocación, la madre superiora me dijo que una monja triste era una triste monja, si me quedaba no debía lamentar lo que dejaba atrás… y escuché al corazón decirme que amara a Dios sin hábitos pero con el dulce hábito de amarlo a través de mi cotidianidad, ahora el arte sería cotidiano.

Llevaba ya 2 años en la Universidad de Artes cuando el amor llamó a mi puerta, literalmente, pues quien hoy es mi esposo fue a casa a buscar a un amigo que teníamos en común y al otro día ya llegó solo y comenzamos a hablar de arte hasta el día de hoy, él es ingeniero y mi incondicional apoyo, me ayudó a elegir la orientación de escultura y a montar el atelier con todo lo necesario para el trabajo profesional, llevo con él 23 años de matrimonio.

Y el trabajo llegó… se multiplicaron los monumentos alegóricos, las molduras para edificios, las estatuas de toda clase y cientos de pedidos de imágenes religiosas, cientos de restauraciones, miles de bendiciones y unos cuantos tropiezos, porque cuando se hace arte religioso algunos sectores se revelan… desde las despiadadas críticas sobre la adoración de imágenes que se nos atribuye a los católicos, hasta aquellos que creen que un verdadero artista no se debe a nadie, sólo a sí mismo y a las modas. Nada tan dramático como la soledad o la incomprensión se hace camino por un rumbo a contramano…
y como le pasó a Mel Gibson con la película La Pasión, salvando las abismales distancias, decidí no desistir del propósito porque a la tarea la realizo yo pero es el Espíritu Santo es el Honorable Mentor.

Con el tiempo, después de tantos hijos de piedra y color llegaron a este mundo Bruno y Martín, dos verdaderos ángeles carentes de toda vanidad, ambos son discapacitados, no pueden hablar y poco comprenden lo que se les dice, en su mundo todo ser es bueno y digno de una sonrisa, la ingenuidad en la viven a veces nos hace llorar y siempre nos enseña el verdadero valor de las cosas.

Estos niños especiales nos convirtieron en padres especiales, con el corazón en las manos, una fe inquebrantable, una esperanza monumental y un amor que se derrama en cada obra, cada pieza de arte, cada imagen del Señor o de la amada Madre María o de los dulces santos y bellos ángeles, todos ellos nos ayudan en nuestro camino a la santidad –Yo sólo hago los retratos-

¡Que todos seamos santos!

Con cariño
: Sonia Yermak de Villagran

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