LA
CONSAGRACIÓN Y LOS NIÑOS
Cuando el
13 de mayo de 1917 Francisco, Jacinta y Lucía dijeron su “sí” a la invitación de la Virgen, ella abrió sus
brazos y de sus manos salió una Luz que golpeó a los niños en el pecho y entró
en ellos, escribió después Lucía: “Esa luz era Dios”.
En manera
visible María les comunicó al Espíritu Santo del cual ella es templo.
Participando su potencia de intercesión y de mediación. Gracias al “sí” de esos niños Portugal fue salvado de la
Segunda Guerra Mundial y del Comunismo; con el “sí”
de millones de niños María salvará el mundo.
Bajo esta
perspectiva adquieren significado las palabras de San Pío de Pietrelcina: “Los niños salvarán al mundo”. Son ellos el vino de la
última hora que María hará brotar del corazón del Padre para vivificar con
nueva sabia divina las bodas de Cristo con su Iglesia.
¿Pero,
de dónde obtendrán esta potencia?
En la Consagración; en el ofrecimiento de sí mismos a Dios.
En el Rosario, rezándolo solo o en pequeños grupos
En la Eucaristía, recibiéndolo al primer uso de razón y adorándolo en el
Santísimo Sacramento.
Fuente: Armada
Blanca
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