EL CULTO PÚBLICO ESTÁ PROHIBIDO EN EL PAÍS EN ESTE SEGUNDO CONFINAMIENTO GENERAL
Durante
los dos últimos fines de semana de manera espontánea miles de
católicos se manifestaron por toda Francia frente a las iglesias y catedrales para pedir al Gobierno que permita el culto
público, actualmente prohibido
por el confinamiento en el
que está inmerso el país hasta al menos el 1 de diciembre. Las autoridades
permiten mantener abiertos los templos pero no celebrar misas públicas.
El
descontento de muchos católicos ante esta vulneración de un derecho fundamental
como la libertad religiosa ha provocado un movimiento de
resistencia nacido desde abajo, desde los propios fieles. En muchos casos encabezados por jóvenes y transmitiendo la
convocatoria a través de Whatsapp y las redes sociales han logrado reunir a
cientos de personas en cada ciudad.
La
primera de ellas se produjo el fin de semana del 8 de noviembre en Nantes
congregando a más de 600 personas. Había sido autorizada por la Prefectura pero
ni las autoridades preveían que se reuniera tanta gente. Rápidamente
se extendió a Lyon, Versalles y finalmente a numerosas ciudades francesas este
fin de semana.
Ya fuera bajo la lluvia o el frío que
ya se da en Francia, los católicos franceses hicieron oír a las autoridades su
queja muchas veces silenciada. Simplemente
quieren ir a misa, sin
privilegios, respetando todas las medidas de higiene y seguridad. Lo que no
quieren es que se vulneren sus derechos fundamentales.
Este
movimiento de resistencia pacífico, y legal, ha tenido una gran repercusión
mediática en el país, y como consecuencia, también política. De hecho, ha abierto en la propia clase política e incluso en el gobierno el debate sobre si se debe permitir o no el culto público.
Por otro
lado, estas concentraciones han puesto de manifiesto la
viveza de los laicos católicos franceses, muchos de ellos jóvenes y familias.
Pese a que los obispos habían protestado por la prohibición del culto público
ha sido este movimiento encabezado por católicos de a pie el que ha obligado a
actuar a las autoridades.
Manif pour la #messe à #Bordeaux le 15 novembre 2020 pic.twitter.com/NyrSkp6D6O
— Révolté - matricule n°24120 ! (@Bordelais2014) November 15, 2020
Tras
manifestar su rechazo a estas concentraciones y amenazar con multar a los
asistentes, finalmente el ministro del Interior, Gérald Darmanin, se reúne este lunes con los representantes de los principales cultos para
discutir “las condiciones en las que
podrán celebrarse de nuevo las ceremonias en función de la evolución de la
situación sanitaria”.
El éxito
de las concentraciones de Versalles y Nantes tomó por sorpresa a muchos, y esto
dio alas a otros tantos católicos a mostrar durante el fin de semana su
determinación de volver a misa. El propio presidente del
Senado, Gérard Larcher, se ha mostrado favorable a la reanudación de las misas
públicas “a
condición de que se respeten las condiciones sanitarias” en las
iglesias. “Estamos aquí ante una libertad
fundamental y el gobierno debe estar atento a ella”, agregó. Además,
afirmó que la amenaza del ministro de enviar a la policía a las manifestaciones
no era la mejor “respuesta”.
Nantes
abrió camino con la presencia de 600 personas frente a la catedral. Marc
Billig, un feligrés de 53 años fue quien organizó esta primera concentración
junto a un amigo. “Esperábamos ser 50, incluso
la Policía se sorprendió de la escala de este movimiento”, afirmaba. Y es que aseguran que no quieren
resignarse a volver de nuevo a las misas a través de la televisión y el
ordenador.
Ante este
sorprendente éxito, los católicos de toda Francia han seguido su ejemplo. En
Lyon, otro grupo de fieles se reunió con velas frente a la
catedral, así como en Versalles aquel domingo por la noche, donde
otros cientos rezaron el rosario.
En
Versalles, Adélaïde, una estudiante de 22 años fue la que lanzó este
movimiento. “Salí deprimida de la misa del domingo
por la mañana en Youtube, vi lo que estaban haciendo en Nantes, y envié
un mensaje de Whatsapp a mis contactos Versalles para reunirnos alrededor de
las 6 de la tarde”, relata. Entre 500 y 600 personas
estuvieron presentes en la plaza de la catedral, según la policía.
“Estaba de rodillas en los escalones, ¡no me di cuenta de que había
tanta gente detrás!”, declaraba
esta joven católica. Muchos amigos le enviaron mensajes para agradecerle
haber podido vivir esta "oleada de esperanza
en un domingo".
Para
Billig, organizador en Nantes, estas movilizaciones buscaban presionar de
manera cívica para recuperar el culto. Y al menos el debate se ha abierto al
más alto nivel. Además, destacó la unidad que se está produciendo entre muchos
católicos con esto pues “frente a la
catedral de Nantes estaban representadas todas las sensibilidades, había un
gran fervor”.
Aunque
decididos a luchar, los católicos no tienen la intención de desobedecer las
reglas. "Declaramos nuestras reuniones en la
prefectura y pido a todos los fieles que organizan manifestaciones que hagan lo
mismo. Es absolutamente necesario respetar la ley", insiste Marc Billig.
EL
NUEVO PROTOCOLO PREPARADO POR LOS OBISPOS
Para la
reunión de este lunes con el ministro del Interior, los obispos
franceses han preparado un nuevo protocolo “muy preciso”, proponiendo
“medidas para todas los actos católicos y no sólo
para las misas”, afirmaba Vicent Neymon, portavoz de los obispos.
Este
nuevo protocolo de ocho páginas, que había solicitado expresamente el Consejo
de Estado, propone fijar una tasa de ocupación del 30% del
aforo de las iglesias y respetar un perímetro de cuatro metros cuadrados
alrededor de cada fiel. Muy
preciso, este protocolo "incluso entra en
detalles litúrgicos", especifica Vincent Neymon.
Incluye
medidas para la comunión, el sacramento de la reconciliación, funerales,
bautizos o matrimonios. "Ya habíamos
demostrado durante el primer confinamiento que sabíamos cómo mantener estas
estrictas medidas”, agregó.
Sin
embargo, el movimiento espontaneo de los laicos católicos ha dividido también a
los obispos. Los hay que han pedido que no se manifiesten ni
protesten contra las prohibiciones porque esto podría enturbiar las
negociaciones de la Conferencia Episcopal, afirmó el portavoz. Pero otros prelados
franceses están denunciando de manera más contundente el ataque a la libertad
religiosa de los católicos.
Javier Lozano / ReL
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