Las fotografías que han circulado del adolescente y futuro beato, Carlo Acutis, han causado confusión en algunos católicos, ya que su cuerpo parecía preservado del proceso natural de descomposición tras su muerte en 2006 y se pensó que podría estar incorrupto.
Desde el jueves 1 de octubre los restos mortales del “ciberapóstol” de la Eucaristía fueron exhibidos
para la veneración pública en Asís, Italia.
El Obispo de Asís, Mons. Domenico Sorrentino aclaró
el 1 de octubre que el cuerpo de Carlo –como se ve en las fotografías–,
aunque intacto, “se encontró en el estado normal de
transformación típico de la condición cadavérica”. El cuerpo de
Carlo fue arreglado con dignidad para la veneración pública y se utilizó
silicona en la reconstrucción de su rostro, indicó.
Pero, ¿qué significa exactamente que un
santo sea “incorrupto”?
Es la preservación milagrosa del cuerpo de la descomposición normal
después de la muerte.
La Iglesia no tiene una definición simple de en qué condición se debe
encontrar el cuerpo de una persona santa para ser declarado incorrupto, y no
necesariamente requiere que el cuerpo permanezca permanentemente en la misma
condición en la que se encuentra.
La razón por la que se determina que la incorruptibilidad es milagrosa
es porque no se puede explicar que haya sido causada por la preservación intencional,
como el embalsamamiento, o por la preservación no intencionada por causas
naturales, como la momificación.
CÓMO IDENTIFICAR
CUERPOS INCORRUPTOS
La autora católica Joan Carroll Cruz, quien murió en 2012, escribió
sobre el fenómeno en su libro
de 1977 “Los Incorruptibles”. En
este identificó 102 santos o beatos que son reconocidos por la Iglesia como
incorruptos.
Ella dijo que ciertamente había muchos más, pero estos 102 son “la gran mayoría, y ciertamente los más famosos”.
Cruz hizo una extensa investigación para su libro y, debido a que estaba
escribiendo antes de Internet, se escribió con los santuarios que resguardaban
los cuerpos con el fin de autenticar su incorruptibilidad y descubrir si habían
sido embalsamados.
La autora notó que en el momento en que estaba investigando y
escribiendo, había errores o “rumores falsos” sobre
la incorruptibilidad de algunos santos.
La calidad de las fotos a veces podía llevar a la gente a creer que las “figuras de imitación” que sostenían las reliquias
de los santos eran realmente cadáveres preservados milagrosamente, escribió.
Un papa del siglo XVIII dio su definición de incorruptibilidad en un
tratado sobre el proceso de beatificación y canonización de los santos.
Prospero Lambertini, el futuro Papa Benedicto XIV, escribió el extenso
trabajo mientras servía en la congregación de la Santa Sede para la promoción
de las causas de los santos desde 1708 hasta 1728.
Dos capítulos del libro, titulado “De
Cadaverum Incorruptione”, esboza la posición del joven teólogo y abogado
sobre el fenómeno de la incorruptibilidad.
Según Cruz, Lambertini dictaminó “que los
cuerpos de personas santas que se encuentran intactos, pero que se desintegran
después de unos años, no pueden considerarse preservación milagrosa”.
“Las únicas conservaciones que estaba dispuesto a
considerar extraordinarias son aquellas que conservan su flexibilidad, color y
frescura real, sin una intervención deliberada, durante muchos años después de
su muerte”, señaló.
El libro de Cruz documenta casos en los que esto ha sucedido, como el de
San Juan de la Cruz, quien murió en 1591 y cuyo cuerpo, escribió, “todavía está perfectamente flexible”.
Santos más recientes también han exhibido este fenómeno, como San
Charbel Makhlouf, un monje libanés que murió en 1898.
Otros milagros también ocurrieron alrededor del momento de la exhumación
de San Charbel, unos años después de su muerte. Uno fue la presencia de un
olor fragante, un fenómeno común con los incorruptibles. Una luz brillante
también emanó de su tumba, lo que llevó a los devotos del santo monje a pedir
que se examinaran sus restos.
OBJECIONES COMUNES
Una objeción común a la creencia en la incorruptibilidad es que el
cuerpo debe haber sido preservado deliberadamente, una práctica desde la
antigüedad, o que las condiciones de la tumba o sepulcro permitieron la
preservación natural.
En al menos un caso, el examen científico moderno ha encontrado que un
santo que antes se creía incorrupto probablemente no lo era.
Según un artículo de 2001 de
Heather Pringle, una investigación aprobada por la Iglesia por
científicos italianos en la década de 1980, descubrió que la santa toscana del
siglo XIII, Margarita de Cortona, había recibido un extenso embalsamamiento y
otras intervenciones después de su muerte.
Los científicos también descubrieron documentos que mostraban que el
embalsamamiento había sido solicitado por devotos de la santa, patrona de las
prostitutas reformadas. Pero después del paso de los años, el hecho había
sido olvidado, y su aparición llevó a la gente a creer que era un milagro.
La evidencia había sido cubierta por su ropa y, por modestia, no se
había realizado un examen completo de su cuerpo durante siglos.
Los mismos científicos, sin embargo, no pudieron encontrar “ni rastro de intervención humana” en otro santo
del siglo XIII y conocido incorruptible en Italia, Santa Zita.
Cruz argumentó en su libro que alguna preservación deliberada después de
la muerte no excluye la posibilidad de que el cadáver aún pueda exhibir una condición
milagrosa muchos años después de la muerte.
Reconoció que alrededor del 1% de los 102 incorruptibles que identificó
habían recibido alguna intervención. Muchos otros, sin embargo,
ciertamente no lo habían hecho, ya que pertenecían a órdenes religiosas que no
lo permitían.
También rechazó la idea de que muchos casos pudieran explicarse por la
momificación natural, citando la falta de rigidez o dureza de los cuerpos,
condición normal de los cadáveres momificados.
Como prueba, documentó las condiciones en las que se habían encontrado
muchas de las personas santas, como en tumbas de tierra o ataúdes de madera con
un deterioro significativo. El cuerpo de San Charbel, por ejemplo, fue
encontrado flotando en el barro.
Estas no eran condiciones propicias para la momificación,
argumentó.
En un momento, la Iglesia aceptaba a un candidato a la incorruptibilidad
como uno de los milagros necesarios para la canonización. Esta práctica
finalmente dejó de usarse, porque ser incorrupto después de la muerte no es un
requisito para ser declarado santo en la Iglesia Católica.
Y muchos de los santos y beatos cuyos restos han seguido el proceso
normal de volver “al polvo” se han exhibido
para veneración pública con figuras o máscaras de silicona, como en el caso de
Carlo Acutis.
Vemos a Carlo “de nuevo en su cuerpo
mortal”, dijo Mons. Sorrentino en una Misa para la apertura de la tumba
del joven de 15 años el 1 de octubre.
“Un cuerpo que ha pasado, en los años del entierro
en Asís, por el proceso normal de descomposición, que es el legado de la
condición humana después de que el pecado ha sido removido por Dios, la fuente
de la vida. Pero este cuerpo mortal está destinado a la resurrección”, dijo.
Traducido y adaptado por Diego López
Marina. Publicado originalmente en CNA.
Redacción ACI
Prensa
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