¡Sueños! Todos tenemos una larga lista de cosas que deseamos cumplir, piensa en este momento cuál es ese anhelo profundo que ocupa el puesto #1. Le hacemos un gran cumplido a Dios cuando le pedimos grandes cosas. —Santa Teresa de Ávila.
Debo aceptar que el tema de «hacer lo que Dios me pida» para mí siempre significaba
hacer lo más aburrido, ocultar mis talentos, y no pedirle grandes cosas: «Dios,
si estás ahí, si me escuchas, si me quieres… dame esto aunque sea».
Pero Dios no quiere que
dejemos de soñar, Dios nos quiere dar lo que soñamos en el fondo,
quiere ayudarnos a cumplir esos anhelos y sueños que guardamos y vamos
abandonando porque creemos que merecemos poco.
Pero el Salmo 37 nos dice: «Pon tu alegría en el Señor, Él te dará lo que ansió tu
corazón». ¡Y qué cierto es!
1. DIOS VEÍA TODO BUENO
Recordemos que Dios no busca
lo mínimo para nosotros: hizo un mundo hermoso para que Adán y Eva se sintieran
en casa ¿lo has pensado? El plan de Dios no era la miseria
ni la tristeza, sino la abundancia y la justicia.
¿Por qué no
hacemos justicia a un Dios que nos ama con todo su ser y honramos su deseo de
que seamos todos plenamente felices? ¡No pongas en pausa tu lista de sueños!
2. LAS HISTORIAS DE LOS PROFETAS ERAN GENIALES
No podemos ignorar que las
historias de nuestros predecesores en la fe han sido magníficas: gente
despreciada e imperfecta que confió en Dios y cambió la historia de su pueblo,
del nuestro, ¡de la humanidad entera!
Pensemos en Esther, José el
soñador, Ruth, David… y luego María, Jesús. Hay ejemplos por todas partes, y no
solo en el pesado, sino en el ahora. ¡Tú también tienes esta gran
misión de anunciar al Señor y de cumplir tus sueños de su mano!
3. JESÚS TAMBIÉN BUSCABA GRANDES COSAS
Como su Padre, Jesús buscaba
grandes cosas, y si sufrió tanto, fue justamente para que su gente pudiera
también disfrutar de ellas. Convirtió agua en vino para que sus amigos celebraran
el amor, multiplicó comida para que todos se saciaran, incluyó a las mujeres y
a los niños a su grupo para que participaran también de la alegría del
Evangelio.
«Pero era pobre
y rechazado»: sí, pero no
para rechazar la «vida en abundancia», sino
para dejar ver a los poderosos y a los fariseos que la plenitud no viene de
dividirnos entre pobres y ricos, poderosos y débiles… sino en amarnos como Dios nos amó desde el día que nos creó.
4. ¡MERECIMOS LA VIDA DEL MISMO DIOS!
No podemos dejar que la vida
que Jesús dio por nosotros, cada profeta que preparó su camino y cada persona y
mínima célula que Dios destina para nuestra felicidad, ¡quede
sin fruto simplemente porque hemos dejado de soñar en grande!
Él nos dará la fuerza, su
espíritu, para sobrellevar cada obstáculo. Confiemos en Dios «… cuya fuerza actúa en nosotros y que puede realizar
mucho más de lo que pedimos o imaginamos» (Efesios 3).
Dios diariamente te pregunta: ¿Qué quieres, qué necesitas, dime con detalle y juntos
abriremos camino. ¿No es hermoso? Él está ahí siempre para nosotros.
Te comparto esta canción
llamada «No temas»,
tiene una letra muy linda y estoy segura de que te ayudará a alegrar el
corazón. Si tus más grandes sueños ya se cumplieron, ¿qué
esperas para construir otros con Dios?
Escrito por Sandra Estrada
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