El P. Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de la Arquidiócesis Primada de México, denunció el “mercado monstruoso y sin escrúpulos” de la cosificación e hipersexualización de los niños, y puso como ejemplo a la película “Cuties” o “Guapis”, difundida por el servicio de streaming Netflix.
En su artículo “La cosificación
y venta de los niños”, publicado
este 26 de octubre por el diario mexicano ContraRéplica, el P. Valdemar recordó
que “hace pocas semanas, el canal de
entretenimiento Netflix presentó la película francesa ‘Guapis’, que desató un
gran escándalo en las redes sociales por el uso abusivo de niñas que vienen
presentadas hipersexualizadas en la cinta, es decir, de forma temprana, se les
incentiva para imitar de manera forzada y artificial conductas de los adultos
con carácter erótico, lo que no corresponde ni a su edad ni a su madurez
psicológica”.
“La película presenta a un grupo de niñas que
sueñan ser las mejores en un concurso de baile de movimientos sexis y vestuario
provocativo”, señaló.
El sacerdote mexicano advirtió que “la
hipersexualización temprana en los niños busca que deseen parecerse más a los
adultos y por lo tanto imitarlos en conductas inapropiadas para su edad”.
“El mercado cosifica para vender, busca hacer ver
normal la erotización infantil, creando con ello un nuevo estereotipo para
obtener ganancias, se lucra emocionalmente con las imágenes que se comparten en
redes sociales promoviendo este nuevo estereotipo de belleza”, dijo.
“Esta cosificación crea como consecuencia una
imagen falsa del menor, se ve a sí mismo diferente y aceptado, sin que sea
capaz de darse cuenta que está renunciando a su libertad para que sea la imagen
que la sociedad quiere ver para consumir”, añadió.
El P. Valdemar señaló que “los niños son
llevados a elegir estereotipos caracterizados por una carga sexual muy fuerte,
lo que cancela la etapa de los juegos propios de la infancia, se queman etapas
fundamentales del desarrollo psicológico propio de la edad que son básicos para
la maduración de su mente y de su cuerpo, y al exhibirse se vuelven objetos
sexuales y vulnerables a los depredadores sexuales”.
“¿Cómo se pretende combatir socialmente el flagelo
del abuso sexual a menores cuando se incentiva la cosificación de los niños, se
les hipersexualiza y se les vende? ¿Cómo es posible que los padres de familia
no se percaten del riesgo que exponen a sus hijos permitiendo que se adentren
en este juego perverso? ¿Qué acaso el Estado no debería tomar medidas legales
para prohibir este mercado miserable y tener como prioridad proteger a los
niños antes que a los intereses rapaces del mercado?”, cuestionó.
El sacerdote remarcó que “no se trata de una
moral rígida, sino de poner límites a un mercado monstruoso y sin escrúpulos
que está causando un daño irreparable a los niños en su maduración física,
psicológica y moral”.
“La hipersualización de los niños no es un juego
inocente, como lo presenta Netflix, sino una verdadera perversión disfrazada de
inocencia”, finalizó.
Redacción ACI Prensa
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