Ya he
comentado hasta la saciedad el poco ingenio que hay en las películas religiosas
actuales. Y eso que me refiero a las “mejores”: Pablo,
Resucitado y tal. Su poco ingenio resulta colosal y épico.
Por el
contrario, aunque haya pecado en ellas (y hasta a veces hagan apología del
pecado) qué grandiosos son otros títulos del cine no-religioso. Es que uno no
se cansa de examinar hasta qué punto algunas de ellas son obras de arte. Hoy,
tras el almuerzo, he escuchado el denso, trágico “Hindi
Sad Diamonds” de Moulin Rouge.
Esa pista
de la banda sonora es de un barroquismo sonoro supremo (ya no se puede ir más
allá), repleta de infinidad de efectos electrónicos tanto meramente sonoros
como armónicos. Pero, más allá de eso, lo que impresiona es el perfecto
acoplamiento entre esa música y la historia. Esa música es la síntesis del
momento al que ha llegado la historia. Y, al mismo tiempo, forma parte de la
historia como un elemento necesario.
La
película Pablo no la pude ver más
allá de cinco minutos, y aún creo que fui excesivamente generoso. En el año
2001, pagué gustoso dos veces la entrada en el cine para volver a ver Moulin Rouge.
Hoy he
leído un artículo acerca de cómo esta obra de arte que es ese musical puede ser
entendido como el mito de Orfeo y Eurídice. Impresionante. No es buscar tres
pies al gato, el mismo director y el coguionista eran conscientes de poder
entender el ambiente del cabaret como una especie de Hades.
Pablo tuvo un
presupuesto de 5 millones de dólares. La Pasión tuvo 30 millones. (La Pasión ha sido nuestra
única alegría en este capítulo del cine religioso. Mel,
vuelve!!!). Moulin Rouge (2001) tuvo 52 millones. Es decir, solo gastaron
nueve dólares más donde los otros gastaron uno. Y si quitamos el sueldo de las
grandísimas estrellas que participaron en el musical, la proporción se reduce
todavía más.
Pienso
que algún peso pesado del Vaticano tendría que intervenir para favorecer,
impulsar, hacer algo. Está claro que la industria del cine religioso por sí
misma no sale de este marasmo.
Marasmo:
Suspensión, paralización, inmovilidad, en lo moral o en lo físico.
Lo ideal sería que la industria saliese por sí
misma, pero ya no tiene sentido esperar otros cincuenta años. Lo del Vaticano
no me hace nada feliz, pero ¿hay alguna otra
posibilidad? Como no venga un Julio
II del VII arte...
Post Data:
Santidad, me atrevo
a dirigirme a Su Santidad no por razones dogmáticas ni eclesiásticas, sino
cinematográficas...
P. FORTEA
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