sábado, 22 de febrero de 2020

SER RICO NO PUEDE SER PECADO… ¿O SÍ? 5 PUNTOS QUE DEBES TENER EN CUENTA


Ser rico no es un problema en sí mismo. El problema está en la actitud con que enfrentamos esta realidad, en lo que hacemos con ella. Por lo tanto, una persona no se condena o se salva por ser rica o pobre, sino por amar a Dios y al prójimo, como Jesús nos enseñó en el Evangelio.
El criterio clave para el uso de las riquezas será la caridad, entendida como virtud. Porque el mismo Jesús nos ha dicho que sobre eso seremos evaluados al final de nuestros días. Es interesante que Jesús hable directamente sobre este tema con mucha claridad, justamente después del episodio del encuentro que tiene con el joven rico.
El cual no está dispuesto a seguir lo que Jesús le pide, es ahí cuando el Maestro lanza la siguiente afirmación: «Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos» (Mt. 19,23-24).
1. LA CLARIDAD CON LA QUE HABLA JESÚS FRENTE A ESTE TEMA
Con qué claridad, fuerza y quizás dolor habla Jesús. Después de este encuentro que lo debe haber dejado con la tristeza ante la negativa de este joven a vivir algo grande, por estar esclavizado a sus bienes materiales.
Y esto lo dice, no porque las riquezas sean malas en sí mismas, sino porque si no están bien orientadas, si no están acompañadas de una mirada profunda y sobrenatural de la vida, lo más probable es que terminen arrastrando a la persona hacia un estilo de vida que pone en riesgo la felicidad aquí en la tierra y la vida eterna que nos espera a todos.
La afirmación de Jesús nos exhorta y llama a que profundicemos en los peligros a los que estamos expuestos frente a las riquezas. Porque lo que está en juego es nuestra propia vida.
2. SER RICO NO ESTÁ MAL, ESTE ES EL EJEMPLO QUE NOS DA JESÚS
Comencemos por mirar el ejemplo de Jesús, quien con toda su riqueza se hizo pobre para enriquecernos. Él, Señor del Universo, el Hijo de Dios, se hizo servidor de todos, se hizo sencillo y humilde para enseñarnos cómo vivir el camino de la auténtica felicidad.
«Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes» (Jn. 13,14). Él enseña por tanto que el hombre rico tiene una gran responsabilidad con los demás: la de vivir una vida de gratitud que se manifieste en un amor generoso desde la riqueza material que tiene y que Dios ha permitido que tenga.
Podríamos hablar también de la riqueza espiritual, pero nos enfocaremos en la riqueza material. Por eso recordemos lo que dice Jesús:
«Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer. Tuve sed, y me disteis de beber. Era forastero, y me acogisteis. Estaba desnudo, y me vestisteis. Enfermo, y me visitasteis. En la cárcel, y vinisteis a verme.
Entonces dirá también a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer. Tuve sed, y no me disteis de beber. Era forastero, y no me acogisteis. Estaba desnudo, y no me vestisteis. Enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis» (Mt 25,31-44).
3. SER RICO TAMBIÉN CONLLEVA RESPONSABILIDADES
Jesús deja claro que hay una responsabilidad y un deber con los que sufren, y si tengo posibilidades económicas para ayudarlos, mi responsabilidad será mayor. Dios me preguntará sobre ello en el momento final de mi vida.
Otro riesgo frente a las riquezas, es que creamos que con ellas lo tendremos todo, corramos locamente tras el dinero, y cuando tengamos todo eso nos demos cuenta que en esa carrera loca, perdimos cosas muy importantes. Amistades, amores profundos, familia, valores, integridad, fe, etc.
Parece que al final tenemos todo, pero no tenemos lo más importante. Aquello que no se puede comprar con dinero: el amor, la amistad y la familia.
4. QUE EL DINERO NO TE HAGA CIEGO
Si has trabajado y fruto de este trabajo, de las habilidades y dones que Dios te ha dado, has podido salir adelante y tener un patrimonio bueno que te permita tener una vida buena a ti y a tu familia. Debes saber que no estás pecando, no es algo malo, ni causa de condenación eterna.
Crecer económicamente, salir adelante, tener un buen trabajo o una buena empresa que además dé trabajo a otras personas, no tiene nada de malo. Responde a desarrollar las capacidades que Dios nos dio, el problema está en que el dinero ocupe un lugar que no le corresponde y en que permitamos que cambie nuestras prioridades y valores en la vida.
5. CONSEJOS PARA QUIENES VIVEN EN ABUNDANCIA 
Me atrevo a dar algunos consejos que quizás podrían ayudar a quienes viven en medio de la abundancia. Para seguir creciendo en su vida de fe, ser luz para otros como nos pide Jesús y alcanzar la santidad:
1. NO OLVIDES QUE ESTA VIDA ES PASAJERA: y que por más poder y dinero que se tenga, todos hemos recibido la vida como un don y debemos reconocer que hay un Dios que nos la dio. Y al cual le tendremos que dar cuenta de nuestros actos.
2. NO TE OLVIDES DE LOS POBRES: sobretodo el que más tiene, debe recordar que no debe olvidarse nunca de quienes menos tienen. Mirar siempre a su alrededor, a su prójimo. Que la abundancia de bienes y la comodidad de la vida no te hagan perder de vista que hay algunos que no tienen nada.
Ni el mínimo de comodidades, ni lo básico para vivir, y por lo tanto debemos aprender a ser solidarios con todos aquellos que Dios va poniendo en nuestro camino, porque seguro los pondrá. ¿Y si no les pone? ¡Pues sal a buscarlos, porque seguro que los encontrarás!
3. SABER DISCERNIR: sobre todo en los gatos, ver si son realmente necesarios. Tener cuidado de no derrochar el dinero en cosas vanas, en cosas que realmente no necesitamos y que quizás podríamos ahorrarlo para otras cosas o para ayudar a alguien.
No digo que no podamos darnos un gusto, comprarnos algo rico o bonito. Sino que tengamos cuidado con los excesos, y realmente cada uno haga un discernimiento y piense si eso lo necesita, o si simplemente es un capricho. Vuelvo sobre el criterio de mirar alrededor, pues no estamos solos en el mundo.
4. TEN PRESENTE QUE ERES EJEMPLO PARA TUS HIJOS: ten cuidado en cómo estás educando a tus hijos. En la abundancia del tener, hay que educar en la solidaridad, en la caridad, en la humildad.
Y en el criterio de dar de lo que Dios nos ha dado, en la generosidad, en el compartir sin esperar nada a cambio, en valorar a los demás por lo que son y no por lo que tienen. Si tienes el privilegio de llevar una vida acomodada, no te olvides nunca de ser agradecido.
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