¿QUÉ ES EL PURGATORIO?
En el Purgatorio
reinan el amor y la esperanza, la firme convicción de la salvación eterna.
Por: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net
Por: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net
Muchos católicos no saben bien qué es eso tan
misterioso que llamamos Purgatorio, porque lo hemos escuchado de pequeños en la
catequesis, en casa, en algunas oraciones, etc.
Respondiendo en pocas palabras, el Purgatorio es el estado en el que van todas las almas, que, aún muriendo en gracia de Dios, no han llegado en su vida a purificar el daño que han ocasionado con sus pecados.
Pero... ¿De qué hay que “purgarse”? ¿No se supone que se nos perdonan todos los pecados en la confesión?
Con la confesión quedan perdonados nuestros pecados y quedamos libres del castigo eterno que nos merecíamos. Pero la confesión no repara el daño que hemos ocasionado. Ése, debemos repararlo nosotros con nuestras buenas obras o con nuestro sacrificio.
Entenderlo es tan fácil como pensar que rompimos un vidrio de la casa del vecino. Corremos a su casa y le pedimos perdón. Nuestro vecino nos perdona de todo corazón y seguimos siendo tan amigos como antes. Pero... ¡el vidrio sigue igual de roto!
Los que aún estamos vivos, podemos reparar el daño que hemos ocasionado con los grandes medios que nos ofrece la Santa Madre Iglesia como los sacramentos, la oración diaria a Dios, las obras de misericordia, la predicación de la Palabra de Dios, las indulgencias plenarias, la vida de caridad y de santidad.
El otro modo, que es la forma menos recomendable para reparar la pena temporal, es pasar por el Purgatorio.
Cuentan de santos que han tenido la visión del Purgatorio que hubiesen preferido sufrir lo más terrible de esta vida por mil años, que estar un solo día en el Purgatorio. Allí se va para una purificación en profundidad, una limpieza que cuesta grandes pesares y malestares, pero necesaria para nuestra buena salud.
El purgatorio existe, debe existir porque nadie entra a las Bodas del Reino de los Cielos con la piel y la ropa llena de mugre. Es necesario entrar con el mejor vestido. Y en donde se nos lava hasta el punto de quedar dignos para el paraíso y con el traje adecuado, es en el Purgatorio. Nadie nos obligó a ensuciarnos, lo hicimos por libre disposición. Pero si queremos ser buenos invitados, no se nos ocurrirá entrar indignamente presentados, desearemos estar limpios, muy limpios, como se merece el Esposo de las Bodas.
El Purgatorio, por tanto, existe y es más que un lugar, es un estado de purificación, con un fuego que nos arrancará nuestros errores de raíz y los disolverá en su fuego, con el dolor de los que se sanan de una herida.
No es para nada igual que el Infierno, pues en el Infierno reinan el odio y la desesperación eterna y en el Purgatorio reinan el amor y la esperanza, la firme convicción de la salvación eterna. Todo allí será sufrir pero sólo para lograr amar verdaderamente al Señor que nos esperará con los brazos abiertos en su eterno Convite Celestial.
Respondiendo en pocas palabras, el Purgatorio es el estado en el que van todas las almas, que, aún muriendo en gracia de Dios, no han llegado en su vida a purificar el daño que han ocasionado con sus pecados.
Pero... ¿De qué hay que “purgarse”? ¿No se supone que se nos perdonan todos los pecados en la confesión?
Con la confesión quedan perdonados nuestros pecados y quedamos libres del castigo eterno que nos merecíamos. Pero la confesión no repara el daño que hemos ocasionado. Ése, debemos repararlo nosotros con nuestras buenas obras o con nuestro sacrificio.
Entenderlo es tan fácil como pensar que rompimos un vidrio de la casa del vecino. Corremos a su casa y le pedimos perdón. Nuestro vecino nos perdona de todo corazón y seguimos siendo tan amigos como antes. Pero... ¡el vidrio sigue igual de roto!
Los que aún estamos vivos, podemos reparar el daño que hemos ocasionado con los grandes medios que nos ofrece la Santa Madre Iglesia como los sacramentos, la oración diaria a Dios, las obras de misericordia, la predicación de la Palabra de Dios, las indulgencias plenarias, la vida de caridad y de santidad.
El otro modo, que es la forma menos recomendable para reparar la pena temporal, es pasar por el Purgatorio.
Cuentan de santos que han tenido la visión del Purgatorio que hubiesen preferido sufrir lo más terrible de esta vida por mil años, que estar un solo día en el Purgatorio. Allí se va para una purificación en profundidad, una limpieza que cuesta grandes pesares y malestares, pero necesaria para nuestra buena salud.
El purgatorio existe, debe existir porque nadie entra a las Bodas del Reino de los Cielos con la piel y la ropa llena de mugre. Es necesario entrar con el mejor vestido. Y en donde se nos lava hasta el punto de quedar dignos para el paraíso y con el traje adecuado, es en el Purgatorio. Nadie nos obligó a ensuciarnos, lo hicimos por libre disposición. Pero si queremos ser buenos invitados, no se nos ocurrirá entrar indignamente presentados, desearemos estar limpios, muy limpios, como se merece el Esposo de las Bodas.
El Purgatorio, por tanto, existe y es más que un lugar, es un estado de purificación, con un fuego que nos arrancará nuestros errores de raíz y los disolverá en su fuego, con el dolor de los que se sanan de una herida.
No es para nada igual que el Infierno, pues en el Infierno reinan el odio y la desesperación eterna y en el Purgatorio reinan el amor y la esperanza, la firme convicción de la salvación eterna. Todo allí será sufrir pero sólo para lograr amar verdaderamente al Señor que nos esperará con los brazos abiertos en su eterno Convite Celestial.
EL PURGATORIO: ¿ES BÍBLICO O UN INVENTO DE LA
IGLESIA?
4 razones para creer
en su existencia
Por: Por Martin Zavala M.P.D. | Fuente: defiendetufe.org
Por: Por Martin Zavala M.P.D. | Fuente: defiendetufe.org
PREGUNTA:
Yo quisiera saber lo
siguiente: El purgatorio, ¿Es un invento de la Iglesia Católica para hacer
dinero o es una enseñanza de la Biblia que los cristianos debemos creer?
RESPUESTA:
En una sociedad y en un país donde hay muchas
creencias diferentes sobre religión, es común que muchas personas católicas se
sientan atacadas o cuestionados sobre su fe y algo que comúnmente quieren saber
es porqué creemos en el purgatorio y si es algo con bases bíblicas. Veamos
cuatro razones del por qué creer en él.
1.- UNA ENSEÑANZA FUNDAMENTADA EN LA PALABRA DE DIOS.
Lo primero que hay que mencionar, es que hay pasajes bíblicos que hablan muy claramente sobre la realidad del purgatorio. Uno de ellos, y tal vez el principal, es cuando el Apóstol San Pablo nos habla sobre el día del juicio y sobre qué pasará con aquellas personas que tuvieron fe y sirvieron a Dios, pero que su obra no fue tan buena, él lo explica así: "Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste el fuego, será premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará pero no sin pasar por el fuego". 1Cor 3,13-15
1.- UNA ENSEÑANZA FUNDAMENTADA EN LA PALABRA DE DIOS.
Lo primero que hay que mencionar, es que hay pasajes bíblicos que hablan muy claramente sobre la realidad del purgatorio. Uno de ellos, y tal vez el principal, es cuando el Apóstol San Pablo nos habla sobre el día del juicio y sobre qué pasará con aquellas personas que tuvieron fe y sirvieron a Dios, pero que su obra no fue tan buena, él lo explica así: "Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste el fuego, será premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará pero no sin pasar por el fuego". 1Cor 3,13-15
Notemos dos aspectos fundamentales de lo que San
Pablo quiere enseñar acerca de un creyente en Dios: en primer lugar afirma que
si la obra resiste al ser examinada la persona se salvará, en este caso se está
refiriendo a un cristiano que va directamente a salvarse, sin necesidad de
pasar por una purificación. Pero, inmediatamente agrega que hay otra situación
donde la obra de la persona no resistió el juicio y no dice que se va a
condenar, sino que ese cristiano tendrá que pagar o ser castigado y se salvará,
pero como quien pasa por el fuego. Esto es precisamente el purgatorio, una
purificación que algunos necesitarán para poder disfrutar plenamente de la
amistad eterna con Dios.
No es un invento de la Iglesia como lo dicen algunos, sino la clara enseñanza de la Biblia por medio del Apóstol San Pablo que usa la figura de "salir, pagar, castigar o escapar a través del fuego" para enseñar acerca de la purificación. Así está escrito en todas la Biblias del mundo, en palabras muy similares. A esta realidad que la Sagrada Escritura nos muestra le llamamos purgatorio=purificación. Que esta palabra no venga en la Biblia no nos interesa, pues tampoco viene la palabra "Trinidad" ni "Encarnación" y el protestante las acepta. Lo que importa no es la palabra, sino la realidad de lo que significa, y en ese aspecto el Purgatorio está muy claro en la Sagrada Escritura.
2.- EN EL CIELO NO ENTRARÁ NADA MANCHADO.
Al seguir estudiando la Biblia sobre este tema, encontraremos que la existencia del purgatorio es una consecuencia lógica de la Santidad de Dios, pues si Él es el tres veces santo(Is 6,3) o sea la plenitud de la santidad y perfección, entonces quienes estén junto a Él también deben de serlo(Mt 5,48), por eso, quien es fiel a Dios, pero no se encuentra en un estado de gracia plena a la hora de morir, no puede disfrutar del cielo porque la misma Biblia dice que en la ciudad celestial: "No entrará nada manchado (impuro)" Ap 21,27
No es un invento de la Iglesia como lo dicen algunos, sino la clara enseñanza de la Biblia por medio del Apóstol San Pablo que usa la figura de "salir, pagar, castigar o escapar a través del fuego" para enseñar acerca de la purificación. Así está escrito en todas la Biblias del mundo, en palabras muy similares. A esta realidad que la Sagrada Escritura nos muestra le llamamos purgatorio=purificación. Que esta palabra no venga en la Biblia no nos interesa, pues tampoco viene la palabra "Trinidad" ni "Encarnación" y el protestante las acepta. Lo que importa no es la palabra, sino la realidad de lo que significa, y en ese aspecto el Purgatorio está muy claro en la Sagrada Escritura.
2.- EN EL CIELO NO ENTRARÁ NADA MANCHADO.
Al seguir estudiando la Biblia sobre este tema, encontraremos que la existencia del purgatorio es una consecuencia lógica de la Santidad de Dios, pues si Él es el tres veces santo(Is 6,3) o sea la plenitud de la santidad y perfección, entonces quienes estén junto a Él también deben de serlo(Mt 5,48), por eso, quien es fiel a Dios, pero no se encuentra en un estado de gracia plena a la hora de morir, no puede disfrutar del cielo porque la misma Biblia dice que en la ciudad celestial: "No entrará nada manchado (impuro)" Ap 21,27
Entonces, si un cristiano no puede entrar al
cielo por tener alguna mancha o impureza, ni tampoco sufrir el castigo eterno,
es claro que tendrá que ´pagar´ en esta vida o en la otra. Esto está escrito en
la Biblia: "Al que calumnie al Hijo del Hombre
se le perdonará; pero el que calumnie al Espíritu Santo, no se le perdonará ni
en este mundo ni en el otro" Mt 12,32.
Aquí Nuestro Señor Jesucristo habla de que hay
pecados que no son perdonados en la otra vida; por lo tanto, hay otros que sí,
ese es el sentido de la purificación o sufrimiento en el purgatorio y del
porqué nosotros podemos orar (pedir) y ofrecer la Misa por ellos para que Dios
tenga misericordia de esos hermanos difuntos que la necesiten, como el caso de
Oniséforo mencionado en la Biblia (2 Tim 1,16-18).
3.- DESDE LOS PRIMEROS SIGLOS LOS CRISTIANOS CREEMOS EN SU EXISTENCIA.
El purgatorio como estado temporal de purificación fue creído desde el principio por los primeros cristianos que destacaron por su fe y santidad y a los cuales se les llama ´Padres de la Iglesia´, conozcamos lo que dijeron algunos de ellos sobre este tema:
3.- DESDE LOS PRIMEROS SIGLOS LOS CRISTIANOS CREEMOS EN SU EXISTENCIA.
El purgatorio como estado temporal de purificación fue creído desde el principio por los primeros cristianos que destacaron por su fe y santidad y a los cuales se les llama ´Padres de la Iglesia´, conozcamos lo que dijeron algunos de ellos sobre este tema:
- Año 211. Tertuliano: "Nosotros
ofrecemos sacrificios por los muertos..."
- Año 307. Lactancio: "El justo cuyos
pecados permanecieron será atraído por el fuego (purificación)..."
- Año 386. Juan Crisóstomo: "No debemos
dudar que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto
consuelo...".
- Año 580. Gregorio Magno: "Respecto a
ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe
un fuego purificador...".
Como te darás cuenta el testimonio histórico de
ellos es de gran valor, pues de esta manera cualquier persona puede comprobar
por sí misma buscando una biblioteca en los libros de historia del cristianismo
donde ellos hablaban sobre esta enseñanza de la purificación=purgatorio.
4.- ¿QUÉ ES EL PURGATORIO?
Más que un lugar físico, es un estado de vida temporal para la persona que muere en gracia de Dios pero imperfectamente purificada, y donde, mediante el sufrimiento, se es purificado para disfrutar plenamente de la presencia de Dios. Es una persona salvada que vive en el amor de Dios y la salvación pero no de una manera plena.
4.- ¿QUÉ ES EL PURGATORIO?
Más que un lugar físico, es un estado de vida temporal para la persona que muere en gracia de Dios pero imperfectamente purificada, y donde, mediante el sufrimiento, se es purificado para disfrutar plenamente de la presencia de Dios. Es una persona salvada que vive en el amor de Dios y la salvación pero no de una manera plena.
El caso del malhechor al que Jesús le dice que
estará con él en el paraíso, nos muestra que esa purificación en el sufrimiento
algunos la tendrán aquí y otros la tendrán en la otra vida como lo menciona San
Pablo (1 Cor 3,13-15) y que hemos comprobado en este tema. No se trata de
pensar en llamas, sino en un tipo de sufrimiento por no tener plenamente a la
persona que más nos ama en el mundo: Dios.
Cualquier persona que haya amado a un ser
querido y que por alguna circunstancia la deja de ver por una temporada sabe
del sufrimiento de no poder disfrutar por un tiempo del amor de esa persona.
Sabe que está viva, que lo ama y que lo volverá a ver, pero al no tenerlo
plenamente cerca experimenta alegría y a la vez un dolor y deseo de tenerlo
cerca por siempre, cara a cara. Algo similar, pero de mayor intensidad y forma
será la ´purificación´.
Así que estimado hermano, cuando muchos hermanos
protestantes dicen que el purgatorio es un invento de la Iglesia simplemente lo
dicen porque desconocen lo que la Biblia y la historia nos dice sobre ese
aspecto. Muchos de ellos se salieron de la Iglesia Católica sin conocer la
Biblia y ahora siguen allá igual, sin conocimiento de la misma. La leen mucho,
pero la entienden poco. Lo peor es que el católico no la entiende nada, porque
ni siquiera la lee. Qué increíble. Ya es tiempo de corregir esto.
Ánimo,
estudia más la Palabra de Dios y decídete a luchar por ser un auténtico
cristiano.
Para profundizar este tema te recomiendo el
excelente Dvd de la Dra. Gloria Polo "Mi
Juicio ante Dios" en este impactante testimonio comparte su
experiencia al morir alcanzada por un Rayo, como Dios la juzgó, la realidad del
cielo, el infierno y el purgatorio y su segunda oportunidad al regresar de nuevo.
DIOS TE SIGA BENDICIENDO EN
ABUNDANCIA.
Si eres católico, no
olvides que como cristianos que somos, debemos de buscar como renovar nuestra
vida en Cristo (Jn 15,1-7) e
impulsar nuestro apostolado para traer a mucha gente a los pies de Jesucristo (Mt 28,18-20) y no dejar esa labor a las sectas o iglesias protestantes
que no poseen la plenitud de los medios de salvación.
Si eres evangélico, mormón
o testigo de Jehová te invito a que conozcas en serio lo que es la fe cristiana
(Ef 4,13), la BIblia(2 Tes 2,15) y
la Iglesia de Cristo (Ef 5,25). Estudia la historia del cristianismo y ora para que Dios
siga actuando en tu vida. Dios te ama y espera en el redil de plenitud que ha
dejado: La Iglesia católica (Mt
16,18).
Yo simplemente deseo
cumplir la voluntad de Dios en plenitud. (Mt
7,21-23) ¿Y usted...?
ORACIÓN DE LA FE
Yo creo, Señor; en Ti
que eres la Verdad Suprema. Creo en todo lo que me has revelado. Creo en todas las verdades que
cree y espera mi Santa Madre la Iglesia
Católica y Apostólica. Fe en la que nací
por tu gracia, fe en la que quiero vivir y
luchar fe en la que quiero morir.
LA DOCTRINA DEL PURGATORIO FUE PROCLAMADA COMO UN
DOGMA DE LA FE POR EL CONCILIO DE FLORENCIA
Las almas que
llegaron a la muerte en estado de gracia, pero no totalmente purificadas para
entrar al Cielo, pasan a un estado de purificación que conocemos con el nombre
de Purgatorio.
Por: Catholic,net | Fuente: Catholic.net
Por: Catholic,net | Fuente: Catholic.net
Mito
30: La doctrina del purgatorio fue proclamada como un dogma de la
fe por el concilio de Florencia
No hay una sola palabra en la Biblia que enseñe lo del purgatorio. La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. (I Juan 1:7-9; 2:1-2; Juan 5:24; Rom. 8).
REFUTACIÓN Y ARGUMENTOS CATÓLICOS
"Lo que ocurre es que en el Dial 4,39.57; Ep 2321 san Gregorio Magno demuestra la existencia del fuego purificador con Mt 12,32 como base: "A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero" [cf Altaner, Patrologia (Asís 1997) p 503]. El error del mito es que como san Gregorio muestra esta realidad, se le acusa de invetarla. Como es lógico, la base no es Gregorio, sino la Escritura".
Por lo tanto, sería bueno que los autores de esta mitología se aclararan sobre la fecha de la proclamación del dogma., ya que el II concilio de Lyón (1274) afirma que los que murieron en la caridad de Dios "con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho por ellos con verdaderos frutos de penitencia», son purificados después de la muerte con «penas purgatorias». Dicho concilio afirma también la validez de los sufragios (Profesión de fe de Miguel Paleólogo: DS 856). En cuanto al concilio de Florencia (1439) lo que este concilio hace es recoger los mismos principios en el Decreto para los griegos (DS 1304). El concilio de Trento
(1536) confirmará la doctrina sobre el purgatorio (DS 1820) contra los reformadores, sobre todo Lutero, que excluía toda posibilidad de purificación personal, basándose en que con ello se negaba la eficacia universal expiatoria de la muerte de Cristo. Por lo tanto, nos encontramos ante una tradición protestante más.
No ha de olvidarse que el dato más importante de los primeros siglos (I-IV) es la práctica de los sufragios, como se deduce de las inscripciones funerarias, las actas de los mártires, etc. de la Iglesia antigua.
Por otro lado, los contextos de las citas que coloca el enunciado del mito, ¿contraponen la sangre de Cristo a la purificación del purgatorio? Es decir, si la Biblia, según los protestantes con Lutero a la cabeza no enseña una sola palabra sobre el purgatorio,
¿cómo es que ponen esas citas que no dicen nada sobre el rechazo de una doctrina de la que la Biblia no habla?
Sin embargo, la Biblia sí habla, y mucho, sobre el purgatorio. Otra cosa es que no se emplee el término "purgatorio"; pueden llamarlo como quieran si el nombre lo les gusta. La enseñanza de la palabra de Dios y de la Iglesia en consonancia con ella, es clara. De lo contrario, ¿cómo es que los protestantes aceptan la doctrina del pecado original? ¿En qué parte de la Escritura aparece el término "pecado original" y cómo es que lo aceptan? De lo que sí no dice una palabra la Escritura es del principio protestante de la sola Escritura.
LAS REFLEXIONES QUE SIGUEN HACEN VER QUE LA BIBLIA SÍ HABLA DEL PURGATORIO.
Los protestantes suelen acusarnos de que el purgatorio no figura en la Biblia, de que a su decir para la Iglesia católica no consiste sino en una "teología de segunda oportunidad" (o categoría) y un rechazo de la suficiencia del sacrificio propiciatorio de Cristo. Si hemos de sufrir para que nuestros pecados queden completamente purgados, bien puede deducirse que el sacrificio de Cristo no es suficiente".
Cabe decir ante todo que hay muchos malentendidos en lo que revela la Biblia y lo que enseña la Iglesia católica
[1]. La Iglesia católica no niega que el sacrificio de Cristo sea suficiente:
La justificación nos fue merecida por la pasión de Cristo, que se ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres (NCIC 1992).
Cristo es la expiación por nuestros pecados y no sólo por los nuestros sino por los del mundo entero (1Jn 2,2). Además, en ningún documento de la Iglesia aparece "teología ninguna de una segunda oportunidad", pues cuando morimos queda sellado el tiempo de merecer: o estamos en gracia, de suerte que vamos al cielo o no lo estamos, de suerte que vamos al infierno:
"Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo" (NCIC 1030).
EL MISMO CATECISMO EXPLICA:
"Salvo que elijamos libremente amarle, no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si omitimos socorrer a las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra ´infierno´".
[2] Esto aclara que no se trata de una teología de "segunda oportunidad"; con todo, los protestantes suelen argüir preguntando en qué parte de la Escritura el cristiano ha de "purgarse de su pecado o imperfecciones".
La Escritura sí habla sobre el concepto y la realidad del purgatorio. El término "purgatorio" no aparece en la Biblia, pero eso no es ningún requisito para la doctrina cristiana: es como decir que como en la Biblia no se dice que Cristo tuviera orejas, de hecho no las tuvo, o que como Pablo no habla de Belén, Cristo no nació ahí. No aparece la palabra Trinidad y todos creemos en ella.
En 2Mac 12,39-46 se dice que "Judas Macabeo y su ejército fueron a recoger los cadáveres de los que habían caído y depositarlos con sus parientes en los sepulcros de sus padres. Entonces encontraron bajo las túnicas de cada uno de los muertos objetos consagrados a los ídolos de Yamnia, que la Ley prohíbe a los judíos. Fue entonces evidente para todos por qué motivo habían sucumbido aquellos hombres. Bendijeron, pues, todos las obras del Señor, juez justo, que manifiesta las cosas ocultas, y pasaron a la súplica, rogando que quedara completamente borrado el pecado cometido. El valeroso Judas recomendó a la multitud que se mantuvieran limpios de pecado, a la vista de lo sucedido por el pecado de los que habían sucumbido. Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los
Ahora bien, para los hermanos separados estamos ante una obra "apócrifa", sólo que para los católicos es deuterocanónica. Hay dos puntos que tener en cuenta, lo que aquí está en juego no es la canocidad de Macabeos: es innegable que Macabeos 1 y 2 nos proporcionan una información crucial sobre la fe y práctica de los judíos poco antes del tiempo de Cristo. El hecho es innegable: los judíos creían en la oración por los pecados de los muertos y de los vivos para que se les perdonaran los pecados". Segundo, en toda la Biblia no aparece el tema de que Dios creara las cosas de la nada, y es precisamente 2Macabeos el que nos habla de ello: se crea canónico o no, refleja en qué creían los judíos poco antes de los tiempos de Cristo. Católicos y protestantes aceptan que Dios creó las cosas de la nada: "Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia" (2Macabeos 7,28).
Esa es la fe con que fueron educados Cristo y los apóstoles, y en este contexto ha de leerse lo que Cristo dice en el Nuevo Testamento: "Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero" (Mt 12,32).
No hay una sola palabra en la Biblia que enseñe lo del purgatorio. La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. (I Juan 1:7-9; 2:1-2; Juan 5:24; Rom. 8).
REFUTACIÓN Y ARGUMENTOS CATÓLICOS
"Lo que ocurre es que en el Dial 4,39.57; Ep 2321 san Gregorio Magno demuestra la existencia del fuego purificador con Mt 12,32 como base: "A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero" [cf Altaner, Patrologia (Asís 1997) p 503]. El error del mito es que como san Gregorio muestra esta realidad, se le acusa de invetarla. Como es lógico, la base no es Gregorio, sino la Escritura".
Por lo tanto, sería bueno que los autores de esta mitología se aclararan sobre la fecha de la proclamación del dogma., ya que el II concilio de Lyón (1274) afirma que los que murieron en la caridad de Dios "con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho por ellos con verdaderos frutos de penitencia», son purificados después de la muerte con «penas purgatorias». Dicho concilio afirma también la validez de los sufragios (Profesión de fe de Miguel Paleólogo: DS 856). En cuanto al concilio de Florencia (1439) lo que este concilio hace es recoger los mismos principios en el Decreto para los griegos (DS 1304). El concilio de Trento
(1536) confirmará la doctrina sobre el purgatorio (DS 1820) contra los reformadores, sobre todo Lutero, que excluía toda posibilidad de purificación personal, basándose en que con ello se negaba la eficacia universal expiatoria de la muerte de Cristo. Por lo tanto, nos encontramos ante una tradición protestante más.
No ha de olvidarse que el dato más importante de los primeros siglos (I-IV) es la práctica de los sufragios, como se deduce de las inscripciones funerarias, las actas de los mártires, etc. de la Iglesia antigua.
Por otro lado, los contextos de las citas que coloca el enunciado del mito, ¿contraponen la sangre de Cristo a la purificación del purgatorio? Es decir, si la Biblia, según los protestantes con Lutero a la cabeza no enseña una sola palabra sobre el purgatorio,
¿cómo es que ponen esas citas que no dicen nada sobre el rechazo de una doctrina de la que la Biblia no habla?
Sin embargo, la Biblia sí habla, y mucho, sobre el purgatorio. Otra cosa es que no se emplee el término "purgatorio"; pueden llamarlo como quieran si el nombre lo les gusta. La enseñanza de la palabra de Dios y de la Iglesia en consonancia con ella, es clara. De lo contrario, ¿cómo es que los protestantes aceptan la doctrina del pecado original? ¿En qué parte de la Escritura aparece el término "pecado original" y cómo es que lo aceptan? De lo que sí no dice una palabra la Escritura es del principio protestante de la sola Escritura.
LAS REFLEXIONES QUE SIGUEN HACEN VER QUE LA BIBLIA SÍ HABLA DEL PURGATORIO.
Los protestantes suelen acusarnos de que el purgatorio no figura en la Biblia, de que a su decir para la Iglesia católica no consiste sino en una "teología de segunda oportunidad" (o categoría) y un rechazo de la suficiencia del sacrificio propiciatorio de Cristo. Si hemos de sufrir para que nuestros pecados queden completamente purgados, bien puede deducirse que el sacrificio de Cristo no es suficiente".
Cabe decir ante todo que hay muchos malentendidos en lo que revela la Biblia y lo que enseña la Iglesia católica
[1]. La Iglesia católica no niega que el sacrificio de Cristo sea suficiente:
La justificación nos fue merecida por la pasión de Cristo, que se ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres (NCIC 1992).
Cristo es la expiación por nuestros pecados y no sólo por los nuestros sino por los del mundo entero (1Jn 2,2). Además, en ningún documento de la Iglesia aparece "teología ninguna de una segunda oportunidad", pues cuando morimos queda sellado el tiempo de merecer: o estamos en gracia, de suerte que vamos al cielo o no lo estamos, de suerte que vamos al infierno:
"Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo" (NCIC 1030).
EL MISMO CATECISMO EXPLICA:
"Salvo que elijamos libremente amarle, no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si omitimos socorrer a las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra ´infierno´".
[2] Esto aclara que no se trata de una teología de "segunda oportunidad"; con todo, los protestantes suelen argüir preguntando en qué parte de la Escritura el cristiano ha de "purgarse de su pecado o imperfecciones".
La Escritura sí habla sobre el concepto y la realidad del purgatorio. El término "purgatorio" no aparece en la Biblia, pero eso no es ningún requisito para la doctrina cristiana: es como decir que como en la Biblia no se dice que Cristo tuviera orejas, de hecho no las tuvo, o que como Pablo no habla de Belén, Cristo no nació ahí. No aparece la palabra Trinidad y todos creemos en ella.
En 2Mac 12,39-46 se dice que "Judas Macabeo y su ejército fueron a recoger los cadáveres de los que habían caído y depositarlos con sus parientes en los sepulcros de sus padres. Entonces encontraron bajo las túnicas de cada uno de los muertos objetos consagrados a los ídolos de Yamnia, que la Ley prohíbe a los judíos. Fue entonces evidente para todos por qué motivo habían sucumbido aquellos hombres. Bendijeron, pues, todos las obras del Señor, juez justo, que manifiesta las cosas ocultas, y pasaron a la súplica, rogando que quedara completamente borrado el pecado cometido. El valeroso Judas recomendó a la multitud que se mantuvieran limpios de pecado, a la vista de lo sucedido por el pecado de los que habían sucumbido. Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000 dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los
Ahora bien, para los hermanos separados estamos ante una obra "apócrifa", sólo que para los católicos es deuterocanónica. Hay dos puntos que tener en cuenta, lo que aquí está en juego no es la canocidad de Macabeos: es innegable que Macabeos 1 y 2 nos proporcionan una información crucial sobre la fe y práctica de los judíos poco antes del tiempo de Cristo. El hecho es innegable: los judíos creían en la oración por los pecados de los muertos y de los vivos para que se les perdonaran los pecados". Segundo, en toda la Biblia no aparece el tema de que Dios creara las cosas de la nada, y es precisamente 2Macabeos el que nos habla de ello: se crea canónico o no, refleja en qué creían los judíos poco antes de los tiempos de Cristo. Católicos y protestantes aceptan que Dios creó las cosas de la nada: "Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a partir de la nada lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia" (2Macabeos 7,28).
Esa es la fe con que fueron educados Cristo y los apóstoles, y en este contexto ha de leerse lo que Cristo dice en el Nuevo Testamento: "Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero" (Mt 12,32).
La afirmación de Cristo supone que hay al menos algunos pecados que se pueden perdonar en la otra vida. Si Jesús hubiera querido condenar esta enseñanza, lo habría hecho; en cambio no la modifica, sino que la respeta.
Se podría objetar también que el libro de los macabeos no habla del purgatorio de los católicos porque los personajes de quienes se habla, habrían sido castigados por su idolatría. Es un pecado mortal según la enseñanza católica, y por ese motivo, el lugar para ese pecado no es el purgatorio, sino el infierno.
Primeramente, el pecado de tales hombres era llevar pequeños amuletos para ir a la batalla. Podría parecer similar a cualquier cristiano que lleva una pata de conejo, o a un jugador de fútbol que realiza algunas supersticiones cuando anota un gol, va a tirar un pénalty, o un tiro de esquina. Eso era probablemente un pecado venial para tales hombres. Mas aun en el caso de que fuera un pecado grave, creemos que hemos de rezar siempre por las almas que han muerto, ya que sólo Dios conoce los corazones de los hombres (2Crónicas 6,30). Sólo Él conoce el grado de culpabilidad de estos pecadores. Algunos pudieron haberse arrepentido antes de morir. Como cristianos, siempre esperamos y siempre oramos. Pero más importante aún es que el texto de Macabeos indica que los judíos creían en un estado en que se encuentran algunos pecadores hasta que se expíen sus pecados.
[3] En Mt 5,24-25 Jesús es más explícito sobre el purgatorio. No se ha de olvidar que Cristo pronunció estas palabras durante el Sermón de la montaña.
Es el sermón en el que nos habló del cielo (v 20), infierno (v 29-30), pecados mortales (v 22) y veniales (v 19). Todo esto indica que el Reino de los cielos es la meta definitiva (vv 3-12). Precisamente en medio de este discurso, Cristo dijo: "ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo". Notemos que esta cárcel es un lugar de castigo, donde la reparación se hace por las ofensas cometidas.
Se podría objetar ahora que en los evangelios no hay distinción entre pecados mortales y veniales, y que Cristo no habla de una prisión espiritual después de la muerte sino de una cárcel física antes de la muerte. ¿No nos estará enseñando sólo a vivir sabiamente en esta vida? ¿Acaso no nos aconseja más bien que nos reconciliemos con nuestros enemigos ahora, para que no paguemos las consecuencias de la cárcel luego?
Bien, Cristo es bastante claro en cuanto al tema del pecado mortal y venial. En Mt 5,19 dice el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos". Éstos son los pecados veniales. Una persona puede no observarlos y enseña a los demás a hacer así, e ir de todos modos al cielo. Pero en el v 22 dice que todo el que llame a otro "renegado" será reo de la gehenna de fuego". Y en los vv 29-30 Jesús nos advierte contra contra el quebrantamiento del 9º Mandamiento. ¿Por qué? Porque todo el que lo quebrante será arrojado al infierno. No se pueden buscar mejores definiciones para los pecados mortal y venial.
En cuanto a que "cárcel" se refiere a esta vida, ¿qué decir del contexto? Mt 5 versa de la eternidad. Cristo dice que si no amamos a los enemigos, ¿qué recompensa tendremos (v 46)? Luego, conforme continúa el sermón, aclara muy bien que tales recompensas no son de este mundo. Son tesoros en el cielo (6,19) y "recompensas de vuestro Padre que está en el cielo" (6,1). Asimismo, san Juan 20,31 señala que su evangelio se ha escrito para que creyendo "tengamos vida eterna". Ello sugiere que la Escritura ha de verse en el contexto de la total realización en el mundo futuro. Nuestra vida presente es "puro vapor, que hoy aparece y que mañana se marchita" (Santiago 1,17). Así pues, cabe preguntarse por qué han de descubrirse principios eternos en las palabras de Cristo durante el sermón de la montaña menos en este caso.
El contexto es obvio. Jesús está hablando de cosas espirituales, recurriendo a un ejemplo conocido en su tiempo sobre la cárcel, a fin de relacionarlo con una realidad espiritual más profunda. Las parábolas son sus ejemplos más notorios. La "cárcel" es una imagen que resultaba familiar a los oyentes de Cristo sobre la verdad del purgatorio como "estado" (lugar) de castigo tanto temporal como de reparación.
Se podría decir que Jesús se refería al infierno y no al purgatorio, y que la expresión "no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último céntimo" indicaría que de hecho no se puede salir de ahí, pues el precio por el pecado es impagable.
Sin embargo, no es eso lo que el texto dice: la imagen de Cristo se refiere a un castigo temporal y no eterno y como expiación para un pueblo que creía firmemente en este concepto [cf Pr 6,30-31: "No se desprecia al ladrón si roba para saciarse cuando tiene hambre; mas cuando es sorprendido, paga siete veces; tiene que dar todos los bienes de su casa"]. En tal caso, se ha de decir que Jesús no era un buen maestro, ya que recurre a dicho ejemplo no para hablar del purgatorio sino del infierno eterno. No dice, de hecho que se trata de un castigo "eterno". Cuando Cristo habla del infierno, se sabe perfectamente que habla del infierno. Así, la mayoría de lo que se sabe del fuego del infierno, se debe a que salió de los labios de Cristo. Y es bastante explícito cuando dice que es "eterno" (cf Mt 5,24-25). El término griego para prisión "phylake" es la misma que emplea 1Pe 3,19 para describir el sitio al que descendió Jesús tras su muerte para liberar a los espíritus creyentes del AT que lo estaban aguardando.
[4] Asimismo, 1Cor 3,11-15 es uno de los pasajes más claros para hablar del purgatorio:
"Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego".
Se podría objetar que este texto no habla del purgatorio, sino del juicio final... No hay duda que el texto habla del juicio; sin embargo, se aplica tanto al juicio particular como al final. Ambos son juicios, y este texto enseña algo sobre la naturaleza de ambos. Dejando de lado a qué tipo de juicio se hace referencia, no puede negarse que se habla claramente de un momento de juicio después de la muerte. El texto dice que la calidad de la obra de cada cual la probará el fuego. El fuego en la Escritura se emplea de modo figurado para dos realidades: es agente purificador (Mt 3,11; Mc 9,49) y es agente abrasador (Mt 3,12; 2Tes 1,7-8). Es pues un símbolo conveniente para el juicio de Dios. Algunas de estas obras son quemadas y otras son purificadas según sea su cualidad. Es pues un estado en que se purifica o limpia. No puede ser el cielo, ya que hay imperfecciones que necesitan quemarse (Ap 21,27; Hab 1,13). No es el infierno, ya que en el cielo están los salvados. Es pues un juicio "purificador" que los cató
[5] ¿En 1Cor 3,11-15 se habla de purgar los pecados, pues sólo se habla de probar la obra por el fuego?
Parecería, en efecto, que el meollo del asunto es la recompensa para los creyentes por su servicio y no cómo su alma es purificada del pecado. Aquí los creyentes ven cómo sus obras son probadas por el fuego.
Sin embargo, los pecados son obras malas o imperfecciones: si estas obras no fueran pecados o imperfecciones, ¿por qué necesitan purificarse (Cf Mt 7,23; Jn 8,40; Gal 5,19-21. En segundo lugar, es imposible que una obra sea purificada fuera de la persona que la ha realizado: el obrar depende siempre del ser humano que es el sujeto de tal operación. Quien mata es un asesino... ¿Es que hay obras que flotan por ahí, separadas de la persona que las realiza? La idea de las obras separadas de las personas no tiene sentido, y contradice también el texto: el texto dice que las obras serán probadas por el fuego, pero si la obra sobrevive... él recibirá recompensa. Si la obra es quemada, él sufrirá una pérdida. Obviamente esto no es la salvación, sino sufrimiento real y experimenta una pérdida real, ya que no se puede separar el obrar humano del hombre. Finalmente, los creyentes no ven que sus obras se quemen y escapen del fuego. El texto en el v 15dice "se salvarán como por el fuego" (hôs dia pyrós). Esta es la defin
La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7), habla de un fuego purificador: Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39) [NCIC 1031].
Según 1Cor 3, tanto las obras del creyente como el creyente pasarán por el fuego purificador descrito por san Pablo, a fin de poder ser salvo, purificado y preparado para estar en presencia de Dios. Por lo tanto, las obras purificadas no se han de separar del que las realiza y contradice al texto el decir que sólo las obras son las que se purifican.
[Readaptado y del artículo
de Tim Staples, revista Envoy No, 7.1.].
EL PURGATORIO Y EL INFIERNO
Se habla sobre el
purgatorio y el infierno y la realidad visible que estos representan.
Por: Pa´que te salves | Fuente: Catholic.net
Por: Pa´que te salves | Fuente: Catholic.net
El Purgatorio y el Infierno son dos realidades
sobrenaturales de las cuales se habla poco y se conocen mucho menos. Sin
embargo, como católicos sabemos que después de morir, nuestra alma puede irse
al Cielo, al Purgatorio o al Infierno: depende de
cómo fue nuestra vida en la Tierra.
En tiempos pasados, cuando se enseñaba la fe, se nos decía mucho: “Dios te va a castigar” o “Te vas a ir al infierno”. Frases por el estilo nos impedían entender la bondad de Dios.
Ahora, en cambio, las afirmaciones que escuchamos con mayor frecuencia son: “El infierno no existe” o “No pasa nada si hiciste algo malo”.
Pareciera que se está en el otro extremo y no se llega a la verdadera comprensión de lo que es el Infierno o el Purgatorio.
De hecho, hay quienes sostienen que el Demonio ganó una batalla importante: el hacer creer al hombre que el Infierno no existe...
El Infierno es un estado que corresponde, en el más allá, a los que mueren en pecado mortal y enemistad con Dios, habiendo perdido la gracia santificante por un acto personal, es decir, inteligente, libre y voluntario.
¿Crees que si no existiera el Infierno, Jesús hubiera empleado su tiempo, que Él sabía muy valioso, hablando de una mentira, algo ficticio, sólo para asustar a los hombres? Jesucristo sabía lo que es el Infierno y por eso vino al mundo: a librarnos de ese castigo eterno y a enseñarnos el camino para llegar al Cielo.
Por otra parte, si el Infierno no existiera, ¿qué sentido tendría la salvación? ¿A qué hubiera venido Jesús al mundo? ¿A salvarnos de qué?
No podemos escapar de creer que el Infierno es algo real. Debemos tomar en serio la posibilidad de ser desgraciados para siempre.
¿EXISTE EL PURGATORIO?
Las almas que llegaron a la muerte en estado de gracia, pero no totalmente purificadas para entrar al Cielo, pasan a un estado de purificación que conocemos con el nombre de Purgatorio.
Existe el riesgo de presentar al Purgatorio como un “infierno temporal”. Pero debe quedar claro que no es así. No sólo son distintos, sino contrarios, ya que el Infierno se centra en el odio, mientras que el Purgatorio se centra en el amor.
El retraso en la posesión de la persona amada provoca sufrimiento y ese sufrimiento purifica el amor, lleva a un amor más pleno. De esto se trata el Purgatorio: amor fundado en la esperanza de estar con el amado, al cual no se puede alcanzar en ese momento.
¿CÓMO ES POSIBLE QUE EXISTA EL INFIERNO, SI DIOS ES INFINITAMENTE MISERICORDIOSO?
Dios ofrece su amistad sobrenatural al hombre, quien puede rechazarla libremente. Dios ofrece esta amistad gratuita y libremente, pero nunca la impone. Además, nos da la vida terrena para elegirla.
En tiempos pasados, cuando se enseñaba la fe, se nos decía mucho: “Dios te va a castigar” o “Te vas a ir al infierno”. Frases por el estilo nos impedían entender la bondad de Dios.
Ahora, en cambio, las afirmaciones que escuchamos con mayor frecuencia son: “El infierno no existe” o “No pasa nada si hiciste algo malo”.
Pareciera que se está en el otro extremo y no se llega a la verdadera comprensión de lo que es el Infierno o el Purgatorio.
De hecho, hay quienes sostienen que el Demonio ganó una batalla importante: el hacer creer al hombre que el Infierno no existe...
El Infierno es un estado que corresponde, en el más allá, a los que mueren en pecado mortal y enemistad con Dios, habiendo perdido la gracia santificante por un acto personal, es decir, inteligente, libre y voluntario.
¿Crees que si no existiera el Infierno, Jesús hubiera empleado su tiempo, que Él sabía muy valioso, hablando de una mentira, algo ficticio, sólo para asustar a los hombres? Jesucristo sabía lo que es el Infierno y por eso vino al mundo: a librarnos de ese castigo eterno y a enseñarnos el camino para llegar al Cielo.
Por otra parte, si el Infierno no existiera, ¿qué sentido tendría la salvación? ¿A qué hubiera venido Jesús al mundo? ¿A salvarnos de qué?
No podemos escapar de creer que el Infierno es algo real. Debemos tomar en serio la posibilidad de ser desgraciados para siempre.
¿EXISTE EL PURGATORIO?
Las almas que llegaron a la muerte en estado de gracia, pero no totalmente purificadas para entrar al Cielo, pasan a un estado de purificación que conocemos con el nombre de Purgatorio.
Existe el riesgo de presentar al Purgatorio como un “infierno temporal”. Pero debe quedar claro que no es así. No sólo son distintos, sino contrarios, ya que el Infierno se centra en el odio, mientras que el Purgatorio se centra en el amor.
El retraso en la posesión de la persona amada provoca sufrimiento y ese sufrimiento purifica el amor, lleva a un amor más pleno. De esto se trata el Purgatorio: amor fundado en la esperanza de estar con el amado, al cual no se puede alcanzar en ese momento.
¿CÓMO ES POSIBLE QUE EXISTA EL INFIERNO, SI DIOS ES INFINITAMENTE MISERICORDIOSO?
Dios ofrece su amistad sobrenatural al hombre, quien puede rechazarla libremente. Dios ofrece esta amistad gratuita y libremente, pero nunca la impone. Además, nos da la vida terrena para elegirla.
Después de la muerte, el hombre ya no tendrá posibilidad de elección. El hombre que ha rechazado en su vida la amistad con Dios, ya no es admitido a ella.
Esta conciencia de no admisión y el saber que ya no tiene remedio, que ya no hay posibilidad de conversión, hace que surja en el condenado el odio y el endurecimiento.
En el momento de la muerte, el alma separada del cuerpo, por ser espíritu puro, queda fija para siempre en la posición a favor o en contra de Dios que tenía en el último momento de vida. Dios rechaza eternamente al condenado, pero no porque lo odie, pues su amor es siempre fiel, sino porque el condenado está eternamente cerrado a recibir el perdón. ¿Cómo poder perdonar a alguien que no quiere ser perdonado?
¿HAY ALGUIEN QUE REALMENTE ESTÉ EN EL INFIERNO?
Eso no lo podemos afirmar. Sabemos que existe el Infierno con la misma certeza con la afirmamos que existe el Cielo. La Iglesia nos asegura que hay gente en el Cielo y que son los que han sido canonizados (declarados santos o santas). Pero, nunca se ha hecho una “canonización al revés”, que nos asegure que cierta persona está en el Infierno.
Sin embargo, hay quienes Dios les ha concedido una visión del Infierno, como Santa Teresa de Ávila, que escribió: “Vi almas que caían al Infierno como hojas que caen en el otoño”.
¿PUEDO SALVARME SI ME ARREPIENTO EN EL ÚLTIMO MOMENTO?
Es demasiado arriesgado pensar que puedes vivir como quieras y arrepentirte en el momento de la muerte, pues ese momento será muy difícil para ti.
Como dijo la Madre Teresa: “En el momento de la agonía, el hombre sufre tanto, que es muy fácil que se sienta invadido por la desesperación y la angustia, y estos sentimientos lo vuelvan incapaz de arrepentirse y recibir el perdón de Dios”.
Será muy difícil que en el último momento tengas la fuerza y la valentía para arrepentirte, si viviste toda tu vida lejos de Dios. Sin embargo, si te empeñas en arriesgarte, es verdad que Dios te da la posibilidad de arrepentirte hasta el último instante de vida y puedes salvarte con ese único acto de arrepentimiento
¿EN QUÉ CONSISTIRÁN LAS PENAS DEL INFIERNO?
Así como en el Cielo disfrutaremos plenamente, como hombres formados de cuerpo y alma, en el Infierno también se darán dos elementos de sufrimiento: El sufrimiento del alma por no poder ver a Dios, llamado pena de daño. Este sufrimiento se deriva de que los que fueron condenados ya vieron a Dios, con toda su belleza y grandiosidad, en el día del juicio y… ya no lo podrán ver jamás. Es el sufrimiento ocasionado por sentirse irresistiblemente atraídos hacia Dios, sabiéndose eternamente rechazados por Él.
EL SUFRIMIENTO DEL CUERPO O PENA DE SENTIDO.
Aquí se trata de un elemento material que causa un daño físico, un dolor intensísimo en el cuerpo. Para significar este gran sufrimiento, Cristo habla en el Evangelio de “fuego”, y aunque no necesariamente es un fuego como el que conocemos en la Tierra, ésta es la imagen que comúnmente tenemos de las penas del Infierno.
¿PUEDE UN CONDENADO ARREPENTIRSE?
¡Ojalá pudiera, pero ya no tiene esta posibilidad! El corazón de los condenados se endurece. Sufren por no estar con Dios, pero ese sufrimiento se transforma en envidia y en odio. Se convierten en enemigos de Dios.
Santa María Magdalena de Pazzi oyó una vez la voz de Dios que le dijo: “Entre los condenados reina el odio, pues cada uno ve ahí a aquél que fue la causa de su condenación y lo odia por haberlo llevado ahí. De esta manera, los recién llegados aumentan la rabia que ya existía antes de su llegada”.
¿PODEMOS IMAGINAR EL INFIERNO?
Si hacemos la operación inversa a pensar en el Cielo, es posible hacernos una idea aproximada acerca de cómo podría ser el Infierno. Aunque será una analogía, pues como ya dijimos, el cuerpo resucitado no será un cuerpo como el que ahora tenemos, sino diferente, que ya no estará sujeto al espacio y al tiempo.
Para hacerte una idea de lo que es el Infierno, imagina el lugar más horrible que puedas, quítale lo poco bello que le quede y llénalo de las cosas más repugnantes y aterradoras. Imagínate haciendo lo que más aborreces, sufriendo dolores en todo el cuerpo; contemplando imágenes espantosas; escuchando sonidos estridentes y desafinados; experimentando los sabores más amargos; sufriendo con los olores más desagradables, y sintiendo en tu corazón los peores sentimientos: envidia, celos, remordimiento, rencor, odio.
Después, rodéate de las personas más abominables que te puedas imaginar: orgullosas, envidiosas, egoístas, criticonas, sarcásticas, sádicas y degeneradas. Y lo peor de todo… te sientes irresistiblemente atraído hacia Dios y sabes que nunca podrás llegar a estar con Él.
Piensa que en ese lugar estarás aprisionado para siempre, sin posibilidad alguna de escapar. Esta puede ser una imagen semejante al Infierno, pero debes tener la seguridad de que cualquier cosa que te imagines será mínima frente a la realidad, pues nuestra condición humana nos hace incapaz de imaginar un sufrimiento sin límites.
EL CAMINO SEGURO PARA IR AL INFIERNO:
Si sigues los pasos que a continuación se presentan, puedes estar seguro de estar en el camino ancho y espacioso que lleva a la perdición. No tienes que hacer todo, sólo con que cumplas bien alguno de ellos, habrás asegurado tu infelicidad eterna.
Búrlate de lo que hacen los demás, con la seguridad de que nadie puede hacer las cosas tan bien como las haces tú. Piensa sólo en ti, en tus intereses y deseos y no vayas a cometer nunca el error de preocuparte por lo que piensan o sienten los demás. Siempre muéstrate indiferente ante los problemas de los demás. Convéncete de que cada cual debe de preocuparse de lo propio.
Procura desconfiar de todo el mundo. Piensa mal de todos y de todo. No olvides hablar mal de ellos y hacer públicos sus errores.
Cuando alguien te haga enojar, descarga tu furia sobre él con actos y palabras. Nunca vayas a cometer el error de perdonarlo.
Prueba todas las experiencias autodestructivas que se te presenten en el camino. Sigue los consejos de todas las campañas publicitarias, ve todas las películas y revistas que lleguen a tus manos, sin importar su contenido, de esta manera llenarás tu corazón de ideas materialistas y ya no existirá lugar alguno por donde Dios pueda entrar. Ten cuidado de no dejar ni un hueco, pues Dios puede infiltrarse por ahí para intentar salvarte.
Apégate lo que más puedas a las cosas materiales. Funda tu felicidad en ellas y siéntete desgraciado cuando no tengas algo o pierdas aquello que ya tenías. Desea siempre tener más y más, y nunca vayas a compartirlo con nadie.
Come y bebe lo más que puedas. Si se trata de bebidas alcohólicas o drogas, aún mejor. De esta manera, perderás la conciencia de tus actos y podrás cometer atrocidades sin los molestos remordimientos de conciencia que tal vez podrían hacerte cambiar.
Entristécete por todo lo bueno que les suceda a los demás y deséales el mal a todos. Piensa que nadie tiene derecho a ser más feliz que tú. Si esto llegara a suceder, saca todas las armas para destruir con tus actos y tus palabras a la persona que haya osado tener una cualidad o una cosa que tú mereces y ella no.
No te esfuerces por nada. Cualquier cosa que te cueste un poco podría hacer de ti una mejor persona y librarte del infierno.
¡Cuidado!
JAMÁS HAGAS ORACIÓN.
¿Dónde se habla del Infierno en el Evangelio?
Jesucristo habla del Infierno en el Evangelio y expresa claramente su carácter de castigo doloroso y eterno.
Algunas de estas citas se encuentran en:
San Mateo:
“Quien dijere a su hermano “insensato”, será reo de la gehena del fuego” (5,22).
“No temáis a los que matan el cuerpo; temed más bien a los que pueden arruinar el cuerpo y el alma en el fuego eterno” (10,28).
“Y los echarán al horno de fuego; allí llorarán y les rechinarán los dientes” (13,50).
“Atadlo y echadlo fuera a las tinieblas, donde habrá llanto y crujir de dientes” (22,13).
“Y el siervo inútil será arrojado a las tinieblas”. (25,30)
“ irán éstos al tormento eterno” (25,46).
San Marcos:
“Más te vale entrar manco al Cielo, que entrar con las dos manos a la gehena, al fuego inextinguible” (9,43-48).
San Lucas:
“… para que no vengan también ellos a este lugar de tormento…” (16, 28).
Algunas personas, incluso algunos sacerdotes, podrán decirte que el Infierno es una especie de Purgatorio transitorio.
Recuerda que el Infierno es la separación eterna de Dios, infelicidad plena (Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1033-1037).
También, podrás encontrar a quienes te digan que el Purgatorio es un invento de la Edad Media. El Purgatorio es la purificación final de los elegidos, completamente distinta del castigo de los condenados (Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1031).
El verdadero camino es el de la puerta estrecha, si queremos llegar a Dios.
JAMÁS HAGAS ORACIÓN.
¿Dónde se habla del Infierno en el Evangelio?
Jesucristo habla del Infierno en el Evangelio y expresa claramente su carácter de castigo doloroso y eterno.
Algunas de estas citas se encuentran en:
San Mateo:
“Quien dijere a su hermano “insensato”, será reo de la gehena del fuego” (5,22).
“No temáis a los que matan el cuerpo; temed más bien a los que pueden arruinar el cuerpo y el alma en el fuego eterno” (10,28).
“Y los echarán al horno de fuego; allí llorarán y les rechinarán los dientes” (13,50).
“Atadlo y echadlo fuera a las tinieblas, donde habrá llanto y crujir de dientes” (22,13).
“Y el siervo inútil será arrojado a las tinieblas”. (25,30)
“ irán éstos al tormento eterno” (25,46).
San Marcos:
“Más te vale entrar manco al Cielo, que entrar con las dos manos a la gehena, al fuego inextinguible” (9,43-48).
San Lucas:
“… para que no vengan también ellos a este lugar de tormento…” (16, 28).
Algunas personas, incluso algunos sacerdotes, podrán decirte que el Infierno es una especie de Purgatorio transitorio.
Recuerda que el Infierno es la separación eterna de Dios, infelicidad plena (Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1033-1037).
También, podrás encontrar a quienes te digan que el Purgatorio es un invento de la Edad Media. El Purgatorio es la purificación final de los elegidos, completamente distinta del castigo de los condenados (Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1031).
El verdadero camino es el de la puerta estrecha, si queremos llegar a Dios.
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