martes, 25 de febrero de 2020

«ME CANSÉ DE SERVIR EN LA IGLESIA Y DE AYUDAR A LOS DEMÁS». ¿QUÉ HAGO?


¿Te ha pasado que te cansaste de servir, de ser catequista, de hacer los cánticos de animación, de coordinar retiros, de ir a tu comunidad todos los sábados, de cargar sillas para la confirma o de simplemente tener que rezar todos los días para cumplir los compromisos de tu grupo?
¡Tranquilo! Primero que nada quiero decirte que darle click a un artículo con este nombre ya es de valientes, porque reconocer que uno está cansado no es fácil. Aquí no estamos para juzgarte ni decirte lo que tienes que hacer, simplemente, quiero compartir contigo algunas reflexiones que me sirvieron en los momentos que experimenté lo mismo que tú. ¡Aquí vamos!
1. NO TE CONFUNDAS DE DIOS
Esto es quizá lo más difícil. A veces pensamos que servimos a un Dios que es el jefe de una fábrica o el CEO de una gran corporación. Que nos va a recompensar si es que cumplimos una cantidad de horas de trabajo, si no causamos ningún problema, y si obedecemos todas las normas del lugar con éxito.
El problema de ver a Dios así, es que cuando nos cansemos y queramos parar, vamos a pensar automáticamente que Dios ya no nos quiere. Que ya no nos dará recompensas, que ya no nos elige, que ya no nos acepta, y que ya no nos ama.
Nada más falso que esto. Dios no funciona como un supermercado que te da cosas si tú le pagas con otras, Dios no negocia su amor con nadie. Lamento decepcionarte, pero Dios no te ama más porque seas catequista, ni porque seas monjita, ni porque escribas artículos para CatholicLink.
Él te ama porque te creó, porque te dio la vida, porque te eligió para esta existencia, y porque él es amor. Es decir, no te ama por lo que hagas o dejes de hacer, Él te ama por lo que eres. Y así decidas seguir o no sirviendo en la Iglesia, Dios te seguirá sirviendo a ti, porque te amará de la misma forma, es decir, de la máxima forma posible.
Tranquilo, no estás decepcionando a nadie por sentirte así. Él sigue apostando por ti, siempre.
2. ENCUENTRA LAS CAUSAS 
Es importante que logres hallar la razón por la qué te sientes así. Es muy saludable que le pongas nombre a lo que estás viviendo. ¡Sin miedo! Por ejemplo, ¿te sientes frustrado? Quizá por algún proyecto que no salió, porque no te toman en cuenta, porque tus hermanos no se comprometen tanto o porque te llevas mal con algún coordinador.
¿Te sientes triste? Quizá porque te traicionaron, te decepcionaron o te dijeron algo que pudo herirte ¿Te sientes incoherente? Quizá porque piensas que no eres digno de hablar de Dios, porque cometiste errores que no debías o porque crees que ya no tienes remedio.
¿Te sientes presionado? Quizá porque son muchas las responsabilidades, porque te piden y te piden y no se preocupan por ti, o porque te ven más como un obrero que como un ser humano.
Encuentra la causa, y dile a Dios cómo te sientes. Recuerda que el primer paso para que el ciego Bartimeo recuperara la vista, fue decirle a Jesús que era ciego. No porque Jesús sea cruel, sino que a veces, el primer paso para resolver algo, es detectar cuál es el verdadero problema.
Pero recuerda que no se trata de lo que nos pasa, sino de lo que hacemos con lo que nos pasa. ¿Ya detectaste el problema?, ¿se te ocurre alguna solución?, ¿hablar con tu coordinador, escribirle a alguno de tu grupo? ¡Entonces, ánimo y valentía, que la vida es de aquellos que deciden afrontarla!
3. ¿Y SI HAS DESCUIDADO TU VIDA?
Como cristianos estamos llamados a entregar nuestra vida como Jesús lo hizo. Pero aunque suene tonto, la única forma de entregar nuestra vida es teniendo una. Dios no quiere que vivas miles de horas en la parroquia y que descuides el tiempo con tu familia.
¿Estás dejando de pasar tiempo valioso con ellos?, ¿en qué momento olvidaste que estás llamado a ser luz entre ellos? Y eso no se logra solo mandándoles cadenas por WhatsApp, implica tiempo, sentarse a ver películas, jugar juntos, escucharlos, etc.
Lo mismo con tus amigos fuera de la Iglesia ¿estás pendiente cuando te necesitan? Y lo mismo con tu salud ¿cómo va ese deporte? Pensemos en tu profesión ¿cómo va el trabajo?, ¿cómo van los estudios? ¡Ojo! Dios no resuelve exámenes.
Él prefirió darte inteligencia para que la uses con responsabilidad. A veces nuestro cansancio puede ser un reclamo de nuestro corazón por no estar atendiendo las otras áreas de nuestra vida que son tan valiosas como lo que hacemos en catequesis.
La clave está en encontrar el equilibrio. Dios vino a darnos vida en abundancia, ¿lo recuerdas? No vino a mutilar nuestra vida. Recuerda que mientras más feliz e íntegro seas, mucho más creíble será el mensaje que digas en tu catequesis.
4. ABRE CAMINOS
Ser catequista, hacer retiros, estar en el coro o hacer campamentos juveniles, no son las únicas formas que tienes para servir a Dios. ¡Debes ser creativo! Si te gusta el arte, puedes explorar algún apostolado artístico, si te gustan las comunicaciones puedes darle una mano a algún proyecto apostólico.
Si te gusta la ecología, puedes promover alguna campaña ambientalista desde la Iglesia. Si te sientes muy adulto para el grupo juvenil, abre una nueva comunidad con los de tu edad. Si no puedes los sábados en la noche, invéntate algo para los domingos en la mañana.
Si te son imposible las reuniones semanales, propón algo quincenal. Si la parroquia está lejos de tu casa, busca una cerca. Si te gusta el fútbol, ¿por qué no abres un proyecto que use el fútbol como metodología para evangelizar?
Mi bella madre me enseñó una frase que hasta ahora la tengo tatuada en el alma: «El que quiere hacer las cosas busca medios, el que no las quiere hacer, busca excusas». ¡Ánimo! Dios nos dio creatividad y coraje para abrir caminos, innovar proyectos, proponer alternativas y mucho más.
Quizá no te cansaste, quizá te cansaste de lo mismo. ¿Qué propones?
5. REVISA TU CONEXIÓN
Una pareja de amigos en Perú sacó adelante una experiencia de adoración al Santísimo llamada «Recárgate». Me pareció muy interesante porque somos como celulares que necesitan cargar las baterías. No se trata de que Dios te ame más si rezas más.
Se trata de preguntarnos qué tanto estamos dejando que el Evangelio ilumine las circunstancias que estamos pasando en este momento de nuestra vida. Es en la oración donde nos recargamos para seguir adelante, porque recordamos que Jesús no nos prometió comodidad, nos prometió felicidad.
Es ahí donde nos dejamos iluminar para mirar a los demás con más compasión y perdonar 70 veces 7. Donde contemplamos su mirada incondicional que nos mueve a compartir con todos no lo perfecto que somos, sino lo perfecto que es su amor.
¡Lucha por tu conexión con Dios! Sé que es incómodo, cansado, difícil, pero tú bien sabes dónde recargar tu corazón. En la oración, en los sacramentos, en la meditación de la Palabra, en María, en la comunidad, en la contemplación de la naturaleza.
En los cánticos de alabanza, tú sabes dónde, tú sabes dónde conectarte. Él está listo para cuando quieras hacerlo. ¿Te animas hoy?
BONUS TRACK
¿Cómo te sientes? Gracias por leer hasta aquí. Déjame mandarte un gran abrazo de ánimo. Y por favor, siempre recuerda los rostros de tantos niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos, que esperan recibir la Buena Noticia de que hay una posibilidad de ser verdaderamente felices sin fecha de vencimiento. Una posibilidad llamada Jesús de Nazaret. Gracias a Dios, existes tú.
Escrito por Fernando Merino

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