Los testigos de
Jehová son conocidos, entre otras cosas, por haber fijado varias veces la fecha
de la segunda venida de Cristo. Uno de sus fracasos más sonados tuvo lugar en
1914, pero aprovecharon la ocasión para afirmar que algo sí había sucedido: la
llegada invisible de Jesús y el comienzo de su reinado en el cielo.
Cuando se cumple
un siglo, ¿qué ha quedado de esta enseñanza? ¿Tiene alguna base bíblica cierta?
Contesta a estas cuestiones Luis Santamaría, miembro de la Red
Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), en un artículo publicado en el portal Aleteia,
que extractamos a continuación.
UN ANUNCIO FALLIDO DEL FIN DEL MUNDO
Los
testigos de Jehová han realizado varios anuncios del fin del mundo entre los que destacan los de
1914, 1925 y 1975. Vamos a fijarnos en la primera de estas fechas, la de 1914,
de la que acabamos de cumplir un siglo.
¿Por qué en
1914? Fijándose en
la figura bíblica del rey Sedecías, desterrado a Babilonia por Nabucodonosor,
en la secta comenzaron a contar épocas de “gobiernos
de los gentiles” sobre la tierra. Según los escritos jehovistas,
este período de dominio pagano sobre el mundo duraría “siete tiempos simbólicos”, cada uno de ellos correspondiente a un año
simbólico (que dura 360 años en lugar de los 360 días naturales del año judío).
Siguiendo con la aritmética de la secta, esos siete tiempos serían 2.250
años, “durante los cuales los gentiles tendrían
permiso de ejercer el poder, y al fin de los cuales dicho permiso cesaría
legalmente”. Si el
establecimiento del dominio babilónico con la expulsión del trono de Sedecías
tuvo lugar en el año 606 a.C. (fecha, por cierto, errónea, ya que la caída de
Jerusalén, según los historiadores, está entre los años 587 y 586 a.C.), sólo
nos queda restar esta cifra de los 2.250 años y como resultado tenemos… ¡el año 1914!
¿Cuál fue el único problema? Que en 1914 no sucedió nada de eso. Al
menos, nada vieron, porque la explicación vendría enseguida.
¿QUÉ PASÓ EN 1914 SEGÚN LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ?
Tras el fracaso del anuncio
apocalíptico, el cuerpo gobernante de los testigos de Jehová aprovechó la
ocasión para reinterpretar sus profecías sobre el año 1914, y comenzaron a
sostener entonces que sí tuvo lugar un gran suceso de alcance universal tal
como –decían ahora– habían predicho: Jesús regresó en 1914 para comenzar su “presencia invisible”.
Basándose en sus cálculos
cronológicos, reformularon el tema para decir que entonces estaba claro que en
1914 tocaba el final del poder de los gentiles sobre la tierra y, con él, “el tiempo para la manifestación del poder mesiánico y la
entrada del nuevo orden de cosas”,
momento en el que “el Mesías empezó a ejercer su
poder preparatorio para el establecimiento del Reino de Justicia”. Además de eso, “Satanás fue expulsado del cielo y arrojado a la
Tierra”.
Según ellos, Cristo empezó a
ejercer este reinado con una serie de actuaciones bien curiosas. Su primera
decisión importante de gobierno, en 1918, fue examinar las
religiones presentes en el planeta para ver si alguna enseñaba la verdad
revelada en la Biblia. Y, como
puede suponerse, la única entidad sobre la faz de la tierra que halló
representándolo apropiadamente fue la congregación de los testigos de Jehová,
dirigida por la sociedad mercantil Watchtower. Esto sucedió en 1919, cuando
Jesús reconoció a este órgano jerárquico de la secta nombrándolo “el esclavo fiel y discreto”.
UN FUNDAMENTO DOCTRINAL PARA TODO LO DEMÁS
Desde que los testigos de
Jehová señalaron al año 1914 como fecha de la segunda venida –invisible– de
Cristo, todo su discurso proselitista se ha basado sobre esta afirmación. En
sus revistas, aún en los años 80, podemos observar este reclamo: “Muchos que ahora viven no morirán jamás. No se trata de
una afirmación infundada. Hay razones para creer eso”. Aseguraban que antes de terminarse la generación de 1914 llegaría el fin del mundo
tal como lo conocemos.
El vocablo “muchos” no
hizo otra cosa que sustituir el que usaban con anterioridad: “Millones que ahora viven no
morirán jamás”, expresión que
llegó a ser el título de uno de sus libros (escrito por Joseph F.
Rutherford, segundo presidente de los testigos, en 1920. Una vez
más, observamos el cambio interesado de las doctrinas según la conveniencia del
tiempo para mantener una construcción teológica irracional, alejada de todo
fundamento bíblico.
Leamos lo que escribió
Rutherford en su libro, después de mencionar el año 1914, decidido a probar “que dentro de un definido período de tiempo el viejo
orden será completamente erradicado y el nuevo orden estará en completo
dominio; que estas cosas tomarán lugar dentro del tiempo de la presente
generación y que por lo tanto hay millones de gente ahora viviendo en la tierra
que las verán tomar lugar, a quienes será ofrecida vida eterna y quienes, si la
aceptan sobre los términos ofrecidos y obedecen esos términos, no morirán
jamás”.
¿Y qué hacer en
este tiempo final, que parecía tan claro? Formar parte de la única organización legítima de Dios sobre la tierra:
los testigos de Jehová. Porque todo lo de fuera estaba condenado. Como también
decía Rutherford hace casi un siglo, “definitivamente
vemos que los Tiempos de los Gentiles
terminaron en el otoño de 1914. A ese tiempo, de acuerdo con la
declaración profética, las naciones se aliaron y la ira de Dios ha estado sobre
ellas desde entonces”. Así, “1914 marca el principio del fin del mundo”, algo
que siguen sosteniendo ahora.
¿DE VERDAD SIGUEN SOSTENIENDO ESTO?
Si uno busca el año 1914 en la
página de Internet de la secta, que tanto han publicitado hace unos meses, se
encuentra con múltiples referencias a la importancia de esta fecha centenaria,
lo mismo que en su material publicado en papel. Por ejemplo, a la pregunta “¿Qué pruebas demuestran que 1914 fue un año muy
importante?” responden con la
argumentación –ya resumida antes– de los 2.520 años que habrían
concluido en octubre de 1914.
Y añaden, para actualizar la
cosa: “Jesús predijo que durante su ‘presencia’
como Rey celestial se producirían sucesos espectaculares, tales como guerras,
hambres, terremotos y epidemias. Y así ha sido. Estos sucesos son una prueba
convincente de que en el año 1914 nació
el Reino celestial de Dios y comenzaron ‘los últimos días’ de este mundo
malvado”.
Además, aportan muchos
versículos del libro del Apocalipsis para demostrar a sus adeptos e intentar
convencer a los demás hombres y mujeres del mundo que “los jinetes ya están aquí”, “el mundo está cada vez
peor” y, por eso, “esta generación no pasará”. Estas últimas expresiones, por cierto, en La Atalaya de
enero de 2014, que concluye categóricamente: “Lo
que está pasando desde 1914 debería convencernos de que falta poco para que el Reino de Dios elimine a la gente mala”.
¿QUÉ FUNDAMENTO TIENE TODO ESTO?
Si nos basamos en la Biblia,
tenemos que reconocer que el reinado de Cristo en el
cielo comenzó tras su Ascensión, y cualquier otro cálculo temporal carece de
sentido.
De hecho, ya desde el comienzo de su predicación, Jesús afirma que el
Reino de Dios ha llegado con él (Mt 4,17). Cualquier fijación de una fecha
concreta es un intento vano de conocer el plan de Dios y sus plazos, que sólo
conoce el Padre, según el testimonio del propio Jesús. Cada vez que rezamos la
oración transmitida por él, le pedimos que se haga la voluntad del Padre “en la tierra como en el cielo”.
No podemos, por tanto, aceptar
una supuesta espera de Jesús hasta el año 1914 para sentarse en el trono
mesiánico, y tenemos que reconocer, con toda la Tradición de fe, desde los
primeros símbolos que codificaron las creencias de los cristianos, basándose en
lo revelado en la Biblia, que tras su muerte y resurrección Cristo “subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre”.
Secretaría RIES
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