El Papa Francisco
nos lo explica.
Por: Andrés D' Angelo | Fuente: Catholic-link.com
¿SABÍAS QUE LA
IGLESIA CATÓLICA ESTÁ CONSTITUIDA POR 24 RITOS DIFERENTES? La Iglesia católica romana es
la más conocida, porque depende jurídicamente del Papa y está distribuida en
todo el mundo. Pero existen 23 ritos orientales,
que dependen de sus patriarcas (o eparcas, o metropolitas, o arzobispos) para
su ordenamiento litúrgico y territorial, pero que en lo dogmático obedecen al
Papa Francisco, que las guía a todas en la caridad.
¿Te parece confuso? Te cuento cómo me enteré yo: en Argentina
hay una fuerte inmigración sirio-libanesa. Los sirios y libaneses se
integraron a nuestro país y son actualmente tan argentinos como el mate y el
papa Francisco. Pero cuando recién comenzaron a llegar, a principios del siglo
XX, esa integración no fue tan rápida. Fue tanta la migración, que la Iglesia
Maronita decidió fundar una eparquía (una división territorial similar a una
diócesis) para los sirios y libaneses residentes en Argentina. Un día, yendo a
misa en Mendoza, donde vive una hermana mía, me llevó a la parroquia san Juan
Marón, de rito Maronita, ¡quedé fascinado con la
liturgia! (aunque al principio no entendía nada) ¡Las palabras de la consagración son en arameo, así que son
exactamente las mismas palabras que utilizó Nuestro Señor Jesucristo en la
última cena! Al salir de la misa mi hermana me contó qué era el rito
Maronita y por qué lo teníamos en Argentina, y luego, me enteré que hay
muchísimos otros ritos, y que de allí venía la nota de la Iglesia: «Católica, apostólica y romana», es decir de rito latino.
Y entonces me surgió la duda, ¿por qué
católica y apostólica? ¿Qué
quieren decir cada una de estas notas? El video que nos trae Rome Reports nos
sirve para refrescarlo de un modo sencillo, de la boca del mismo Papa, que lo
explica en un modo sencillo y concreto. Me permito agregar algunas precisiones
a lo expresado por el Papa Francisco.
CATÓLICA
Porque es universal. En griego καθολικ?ς (katólikos) quiere decir “universal”, es decir, que está en todo el mundo.
Antes de la Ascensión, Nuestro Señor le dijo a los discípulos: «Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis
discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con
ustedes hasta el fin del mundo» (Mt, 28, 19-20). El mandato del
Señor fue entendido desde el rechazo de los judíos y la dispersión de los
apóstoles y discípulos por el mundo conocido en ese momento: todo el Imperio
Romano. Así, Pedro y Pablo llevan la fe a Roma, Santiago el Mayor a España, san
Bartolomé a Oriente; y así, cada uno fue cumpliendo con el mandato de Nuestro
Señor. Al morir san Juan, cerca del final del siglo I, se puede decir que la
Iglesia ya era Católica, es decir, “universal” para
el mundo conocido en esa época. San Ignacio de Antioquía así lo indica en su
carta a los esmirnotas, donde dice, cerca del año 110: «Donde
está el obispo está la comunidad, así como donde está Cristo Jesús está la
Iglesia católica». Esto
nos indica además, que la Iglesia está unida como cuerpo místico de Cristo a su
cabeza.
APOSTÓLICA
Y ROMANA
Esta nota tiene dos características: como indica el Papa Francisco es misionera,
porque de los apóstoles recibió el mandato de Nuestro Señor de enseñar a todo
el mundo. Pero también es apostólica porque está fundada sobre la
sucesión de los apóstoles,
es decir, sobre quienes el Señor envió (eso quiere decir apóstol: “enviado”) que son los obispos, que enseñan,
santifican y dirigen a la Iglesia que les ha sido confiada. Las iglesias “particulares”, es decir, territoriales, son
plenamente católicas por su comunión con la Iglesia de Roma que, como dice san
Ignacio de Antioquía, preside “en la caridad” a
las otras.
Desde el ministerio de Pedro el obispo de Roma tomó el primado sobre los
otros obispos. ¿Qué quiere decir el primado? Que
los otros obispos tienen que estar en comunión con el Obispo de Roma, al que
con el tiempo se comenzó a llamar “Papa”. Jesús,
después de la triple negación de Pedro, le confirmó su ministerio diciéndole
tres veces “apacienta a mi rebaño”, para
afirmarle en su misión.
¿En qué consiste ese “primado” de Pedro y sus
sucesores? El Catecismo de la Iglesia nos
dice: «El Romano Pontífice, cabeza del colegio
episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como
Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus
hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y
moral» (CIC 891). Hay tanta confusión con respecto a la
infalibilidad papal que es bueno detenerse un poco a examinar en qué consiste
la misma, y remitirse a la constitución “Pastor
Aeternus” que la define: «El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra,
esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los
cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina
de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por
la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella
infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la
definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del
Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia,
irreformables».
El Papa es infalible,
es decir que tiene la potestad de “no equivocarse” en
un ámbito muy definido y acotado. Para que una enseñanza suya sea
considerada infalible tienen que darse varias condiciones: Tiene que hablar como “pastor y maestro de todos los
cristianos” Si habla como persona privada o le habla a un grupo particular de
cristianos, sus enseñanzas no deben considerarse infalibles. Si el Papa,
dirigiéndose al pueblo argentino, que conoce, nos dice algo particular para
nuestra idiosincrasia, el resto de la Iglesia puede o no tomar esa enseñanza,
pero no cae dentro del magisterio ordinario del Papa.
Tiene que ser en cuestiones de fe y moral (o costumbres). El Papa es bastante fanático
(como buen argentino) de un equipo de Fútbol, San Lorenzo de Almagro. Sus
definiciones sobre fe y moral por supuesto que las debo obedecer y acatar, pero
podemos pelearnos toda la vida porque el equipo más grande de Argentina es
River Plate. Bromas aparte, esto quiere decir que el Papa puede definir un dogma
que esté relacionado solamente con la fe y la moral. Sus opiniones personales
no caen dentro de la infalibilidad.
Tiene que haber una declaración formal de que la
enseñanza es “irreformable”, es
decir, definitiva. Pero para esto, la definición tiene que estar en un todo de
acuerdo con la enseñanza previa de todos los Papas. El Papa tiene potestad
sobre aquello que aún no está claramente definido por la doctrina, y tampoco es
que puede definir lo que a él se le ocurra: tiene que haber una indicación, en la
Escritura o en la Tradición de esa enseñanza. Por esta razón, cuando se
discutía sobre el “limbo”, es decir, sobre
dónde iban las almas de los inocentes que no habían sido bautizados, el papa
Benedicto XVI dijo que no habiendo enseñanza en concreto en la Escritura al
respecto, no se podía definir, dejando a esas almas a la infinita Misericordia
Divina.
El Magisterio de la Iglesia es de una riqueza y una profundidad tal que
las cuestiones “indefinidas” son pocas y
están acotadas. La última definición ex-cathedra de un papa fue en 1950, el dogma de la Asunción
de Nuestra Señora en cuerpo y alma a los Cielos fue proclamado por el papa Pío
XII el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución “Munificentisimus
Deus”. Este tipo de enseñanza
definitiva se conoce como “magisterio
extraordinario”. El llamado “magisterio
ordinario”, es decir, el resto de las enseñanzas de los Papas y los
obispos en comunión con el papa, no son infalibles en ese sentido estricto,
aunque sí se debe prestar “religiosa sumisión”.
Como
dice la constitución “Lumen Gentium”: «Esta religiosa sumisión de la voluntad y del
entendimiento, de modo particular se debe al magisterio auténtico del Romano
Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se
reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se adhiera al
parecer expresado por él según la mente y voluntad que haya manifestado él
mismo y que se descubre principalmente, ya sea por la índole del documento, ya
sea por la insistencia con que repite una misma doctrina, ya sea también por
las fórmulas empleadas» (LG, 25).
¿Qué quiere decir esto? Que debemos recibir la
enseñanza de los papas en materia de fe y moral con sumisión, y tratando de
entenderla de modo tal que no sea un obstáculo para nuestra fe ni la de otros
hermanos. Si cada cosa que publica el Papa vamos a estar discutiendo
desaforadamente por cada punto y coma que no entendamos o que (probablemente)
malinterpretemos, la enseñanza de la Iglesia sería imposible. Voy a tomar
un ejemplo para ilustrar esto. El año que yo nací, allá lejos y hace tiempo,
fue el año que el Papa Pablo VI publicó la “Humanae
Vitae”. Debe de haber sido la
encíclica más malinterpretada y más rechazada, incluso por muchísimos católicos
de buena fe. ¿Por qué sucedió esto? Porque,
según sus detractores, el papa estaba “frenando un
avance de la ciencia” y porque la escritura no decía claramente: “no tomarás anticonceptivos hormonales sintéticos
producidos por multinacionales farmacéuticas que se llenan los bolsillos
arruinando la salud de las mujeres”.
Hoy, la “Humanae Vitae” es un clásico, una pieza clave que los
activistas provida conocemos, y que es perfectamente entendida por la inmensa
mayoría de los católicos. ¿Es infalible? ¡No! Sin
embargo, sus enseñanzas son tan claras y vivas, tan incontrastablemente
seguras, que no hay casi nadie que se atreva a cuestionarlas.
Volviendo al tema inicial, la Iglesia es católica, es decir que es
universal, y apostólica, porque recibió de los apóstoles y sus sucesores una
misión, la de enseñar a todas las naciones lo que Jesús les enseñó, y nos
confirma en la fe mediante un Pastor infalible. Y es romana porque Pedro eligió
como sede apostólica Roma, y los católicos que estamos directamente sujetos a
él tenemos un mismo rito que llamamos latino.
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