martes, 6 de agosto de 2019

LA OUIJA: FRAUDE, ENGAÑO Y PECADO


El tablero “ouija” es un fraude y un engaño en la casi totalidad de las veces que se usa para contactar con alguna entidad espiritual. En muy rarísimas ocasiones, y fuera de las causas naturales, se puede suponer como medio de contactar y tratar con los demonios, nunca con los fallecidos. Si Dios no lo desea, no es posible comunicación alguna de los vivos con los muertos porque sólo Dios es el Señor de los vivos y de los muertos. Practicar la “ouija” es un pecado y está totalmente desaconsejado por la Iglesia.
Lo cuenta el laico dominico Vicente Jara, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) en un largo artículo publicado por el portal católico Aleteia con motivo del estreno de la película Ouija, que está llenando los cines de todo el mundo de aficionados al género de terror y que está relanzando las ventas de este objeto esotérico. Recogemos a continuación algunos extractos del artículo que puede leerse íntegro en Aleteia.
LOS ORÍGENES DEL ESPIRITISMO
A finales del siglo XIX, caracterizado por el cientificismo materialista y por la reacción consiguiente de las nuevas creencias, hubo una gran actividad en la búsqueda de ideas nuevas en religiones nuevas, ideas no cristianas, religión ésta desprestigiada también por las ideologías masónicas, fuertes e influyentes en estos años. Se trata de buscar un nuevo repertorio ideológico en religiones de Oriente.
Es el tiempo de las corrientes espiritualistas, las mezclas y sincretismos, el redescubrimiento de los cristianismos gnósticos, la dispersión y proliferación de formas nacidas del protestantismo clásico, especialmente en la nueva tierra americana, el nacimiento de los adventismos, el mormonismo, la Teosofía, la Ciencia Cristiana, y con ellos multitud de grupos y grupúsculos de cariz taumatúrgico, utópico, reformista, profético, milenarista, fundamentalista y literalista escriturístico… toda una suerte de deseos de un más allá que la ciencia cientifista y materialista, cada vez más apabullante, negaba y ridiculizaba.

Su suele considerar que el espiritismo empieza a desarrollarse entre los años 1843 y 1844 en América bajo el médium Andrew Jackson David, si bien en Alemania existió una fuerte expectación entre 1829 y 1846, donde tenemos a Frederika Hauffe, la famosa vidente donde el sonambulismo, el mesmerismo y la posesión y canalización con espíritus de difuntos era habitual.
Sin embargo, el punto álgido de extensión y dispersión por toda la sociedad del espiritismo es el año 1848, con epicentro en Nueva York a través de las hermanas Fox, Kate y Margaret. Y a partir de ahí no podemos dejar de nombrar a Allan Kardec, escritor y divulgador del espiritismo, y que en el 1857 publicó El libro de los espíritus, un auténtico “best-seller” de la época.
Es en este ámbito donde tenemos la proliferación de sesiones de espiritismo de salón de la burguesía culta y descreída, que renegando de los postulados del cristianismo oficial, aunque a veces alentada por estas mismas creencias trascendentes, esperaba a través de los médiums, la canalización y los métodos de contacto con los muertos, encontrar demostraciones al mismo tiempo científicas para oponerse a la ciencia que afirmaba que nada había tras la muerte.
EL TABLERO “OUIJA”
“Ouija” es una sustantivo formado por alargamiento o fusión de dos palabras, de igual significado y de distinta lengua, “oui” (“sí” en fránces), y “ja” (“sí” en alemán). Su aparición no es clara, aunque se ha venido atribuyendo a Elijah Jefferson Bond, por ser quien la llegó a patentar, quedando claro así el aspecto que tenía de ventas multitudinarias y de elemento científico-técnico, como antes decíamos. El año de la patente es 1890.
Bond, junto con dos socios, William H. A. Maupin y Charles W. Kennard, crearon una empresa para vender los tableros, los cuales denominaron con el nombre actual, “ouija”, y que remontaban hasta los egipcios. El tablero “ouija” apenas ha variado, también debido a los derechos de la patente, que desde el 1966 posee la empresa de juguetes “Parker Brothers”.
El tablero original de la “ouija” consta de las 26 letras del alfabeto inglés (desde la A hasta la Z) y los 10 dígitos numéricos (desde 0 al 9). Además tiene la expresión “Good bye” ("Adiós"), y las opciones “YES” ("sí") y “NO” ("no"). Símbolos de dos estrellas y un sol junto con una luna creciente junto a otra estrella enmarcan los cuatro ángulos del tablero de madera.
¿LA “OUIJA” FUNCIONA?
Es claro que hay formas de estudiar con mucha simplicidad cuánto de cierto hay en este método para hablar con personas fallecidas, personas condenadas, o para contactar con ángeles, demonios o cualquier otra entidad. Y los experimentos que se han hecho siempre han dado la misma respuesta: cuando los participantes no pueden ver los signos que para ellos sean conocidos, no hay respuestas coherentes
En mis análisis y pruebas como especialista en magia, nigromancia y satanismo, realizadas hace años con el tablero “ouija”, jamás he logrado conseguir un resultado positivo cuando he sometido las sesiones a pruebas simples, no consiguiendo nunca respuesta por parte de fuerzas externas de tipo alguno, al menos, y como digo, en todos los experimentos realizados por mí. Incluso a personas que decían que ellas sí lograban contactar con espíritus.
La casi totalidad de las sesiones “ouija” son una pérdida de tiempo, y a veces dinero, en tanto que son un fraude y un engaño. Es fácil además creer que el anillo o el vaso se mueve solo, siendo un simple efecto de suma de fuerzas de cada uno de los participantes, que lleva a que cuantas más personas sean, más plausible sea la sensación en cada participante de que “yo no lo he movido, se ha movido solo". Es la llamada “respuesta ideomotora”.
¿CUÁL ES EL JUICIO DE LA FE CRISTIANA?
Tampoco es posible, si Dios no lo desea, contactar con los fallecidos. Es asunto sólo de Dios, el Señor de la vida y de la muerte, lo que nos atañe y compete tras nuestro fallecimiento. La esperanza y la fe como virtudes teologales han de ser nuestro amparo, confiando en Dios y rezando por todos los fallecidos.
Sin embargo, en muy raras ocasiones, muy raras, como dice Santo Tomás de Aquino, puede ocurrir que sean los demonios quienes se hagan pasar por espíritus de fallecidos, por medio de sugestiones y haciendo apariciones falsas de personas que han muerto.
Así, podría darse que a través de la malsana curiosidad de los participantes en conocer el ámbito de los fallecidos o de los seres espirituales, a veces convocando a personajes sádicos, asesinos, e incluso demonios, que esperan poner a su servicio, estén permitiendo, y ello al margen del método del tablero “ouija”, mecanismo ingenuo para los ángeles malvados, con un acto de su voluntad, un deseo de presencia y convocación de demonios, los cuales nunca se verán sometidos ni por tableros “ouija” ni por conjuros o círculos protectores, talismanes o pentáculos, sino que a su libre arbitrio y voluntad manifestarán parte de su poder y maldad sobre los participantes de la sesión “ouija” que tanto deseaban que se manifestaran.
Por otro lado la Iglesia siempre se ha opuesto a este tipo de prácticas. Así, el Santo Oficio (24 de abril de 1917) dijo que no era lícito “por el que llaman médium, o sin el médium, empleando o no el hipnotismo, asistir a cualesquiera alocuciones o manifestaciones espiritistas, siquiera a las que presentan apariencia de honestidad o de piedad, ora interrogando a las almas o espíritus, ora oyendo sus respuestas, ora sólo mirando, aun con protesta tácita o expresa de no querer tener parte alguna con los espíritus malignos”.
Por otro lado, el documento de la Conferencia Episcopal de la Toscana, del año 1994, llamado Magia y demonología, dice que “en las sesiones de espiritismo los participantes y el médium (forma moderna de los antiguos nigromantes) se prodigan en la invocación de las almas de los difuntos (por ejemplo, presuntas grabaciones de voces de ultratumba); en realidad, introducen una forma de alienación del presente y realizan una mistificación de la fe en el más allá, generalmente con trucos, actuando de hecho como instrumentos de fuerzas del mal que los usan a veces para fines destructivos, orientados a confundir al hombre y a alejarlo de Dios.

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