“A tí llamamos los
desterrados hijos de Eva, a tí suplicamos, gimiendo y llorando en este valle de
lágrimas, ea, pues, Señora, abogada nuestra…”
Desde la mañana se comenzaron
a disipar las nubes que amenazaban lluvia hasta el mediodía, el sol suavizó el
frío que helaba a los peregrinos que iban llegando desde la noche anterior.
Finalmente, al término de la
Misa celebrada a las 11 de la mañana, la avenida repleta de fieles llegados
desde todos los puntos de nuestra lastimada nación, pudo ser testigo de la esperada
Consagración a Nuestra Señora, que aquí compartimos:
Aunque personalmente
hubiéramos preferido que se añada el adjetivo “humana”
al triste lema ecologista de “vale toda
vida", sabemos que Nuestra Señora ha comprendido bien, y no dudamos
que ha tomado lo bueno, disimulando algunos pormenores que preferimos dejar
para otra ocasión.
Lo cierto es que en Sus amorosos brazos estamos, descansamos y
confiamos, porque Ella es vida, dulzura y esperanza nuestra.
Que los que quieran cebarse
con la sangre de los más débiles, se las vean ahora con Ella, y los que no comprendan las relaciones entre “religión y política” empiecen a entender que es
prácticamente imposible divorciarlas, porque si Cristo Reina, el hombre
vive, y si se pretende ocultar al Sol de las almas, sólo podemos esperar la
oscuridad de la muerte.
Nuestra “Niña” Purísima guarda todas las cosas en su
Corazón… ¡vuelve a nosotros, esos tus ojos
misericordiosos, oh clemente, oh piadosa, oh dulcísima Virgen María, y defiende
a tus hijos! Y concédenos otro milagro para nuestra patria: obispos santos y
valientes para consolar a tu Hijo y a la Iglesia.
Mª Virginia
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