domingo, 26 de febrero de 2017

EL PAPA VUELVE A PLANTEAR EN EL ÁNGELUS UNA DISYUNTIVA: TENEMOS QUE ELEGIR, O DIOS O EL DINERO


El Papa ha recordado hoy en el rezo del Ángelus que Dios nos llama a fiarnos de Él: “El Evangelio de hoy domingo es una fuerte llamada a fiarse de Dios, ¡fiarse de Dios! que cuida de los seres vivos de la creación, da alimento a todos los animales, cuida de los lirios y la hierba del campo, y su mirada benévola y solícita acompaña cotidianamente nuestras vidas”.

Para el Papa, esta mirada “pasa por el interior de nuestras preocupaciones, que amenazan con quitarnos la serenidad y el equilibrio”, porque “la ansiedad es a menudo inútil, porque no puede cambiar el curso de los acontecimientos. Jesús nos llama con insistencia a no preocuparnos por el mañana, recordando que por encima de todo hay un Padre amoroso que nunca se olvida de sus hijos”. Así, “fiarnos de Él no resuelve mágicamente los problemas, pero nos permite afrontarlos con el ánimo necesario, porque me fío de mi Padre, que cuida de todo y me quiere tanto”.

Nosotros muchas veces “preferimos apoyarnos en los bienes inmediatos, que podemos tocar… bienes tangibles, olvidando y a veces negando, su bien supremo, es decir, el amor paternal de Dios”. Nosotros nos alejamos del amor de Dios “cuando andamos en la búsqueda obsesiva de los bienes terrenales”.

Para fiarnos de Dios es precisa “una elección clara, porque no se puede servir a Dios y al dinero. Es una  elección que hay que hacer de manera clara y renovar constantemente, porque la tentación de reducir todo al dinero y al placer está presionando. ¡Hay tantas tentaciones por esto!”

Pero contamos con la mejor ayuda: “la fidelidad de Dios, que nunca falla. Él es fiel, es un Padre fiel, un amigo fiel, es un aliado fiel”.

PALABRAS DEL PAPA EN EL ÁNGELUS
El Evangelio de hoy (cf. Mt 6.24 a 34) es un fuerte llamado a fiarse de Dios, no lo olviden… ¡fiarse de Dios! que cuida de los seres vivos de la creación. Él da alimento a todos los animales, cuida de los lirios y la hierba del campo (cf. vv 26-28.); su mirada benévola y solícita acompaña cotidianamente nuestras vidas. Ella pasa por el interior de nuestras preocupaciones, que amenazan con quitarnos la serenidad y el equilibrio. Pero esta ansiedad es a menudo inútil, porque no puede cambiar el curso de los acontecimientos. Jesús nos llama con insistencia a no preocuparnos por el mañana (cf. vv 25.28.31.), recordando que por encima de todo hay un Padre amoroso que nunca se olvida de sus hijos: fiarnos de él no resuelve mágicamente los problemas, pero nos permite afrontarlos con el ánimo necesario. Con valentía. Soy valiente porque me fío de mi Padre, que cuida de todo y me quiere tanto.

Dios no es un ser distante y anónimo: Él es nuestro refugio, la fuente de nuestra serenidad y nuestra paz. Es la roca de nuestra salvación, a la que podemos aferrarnos con la certeza de no caer, quien se aferra a Dios no se cae jamás, y es nuestra defensa contra el mal siempre en acecho. Dios es nuestro gran amigo, el aliado, el padre, pero no siempre nos damos cuenta. No nos damos cuenta de que tenemos un amigo, un aliado, un Padre, que nos quiere tanto. Y preferimos apoyarnos en los bienes inmediatos, que podemos tocar…bienes tangibles, olvidando y a veces negando, su bien supremo, es decir, el amor paternal de Dios. ¡Sentirlo Padre, en esta época de orfandad es tan importante! En este mundo huérfano… ¡Sentirlo Padre! Nosotros nos alejamos del amor de Dios cuando andamos en la búsqueda obsesiva de los bienes terrenales y de las riquezas del mundo, manifestando así un amor exagerado a esta realidad.

Jesús nos dice que esta búsqueda afanosa es ilusoria y motivo de la infelicidad. Él da a sus discípulos una regla de vida fundamental: "Busquen primero el Reino de Dios" (v 33). Se trata de llevar a cabo el proyecto que anunció Jesús en el Sermón de la Montaña, confiando en Dios que no defrauda…tantos amigos, tantos que nosotros creíamos amigos nos han desilusionado. Dios nunca defrauda… trabajando como fieles administradores de los bienes que Él nos ha dado, incluso de los bienes terrenales, pero sin  "caer en la exageración" como si todo, incluso nuestra salvación dependiera sólo de nosotros.

Esta actitud evangélica requiere una elección clara, que el pasaje de hoy indica con precisión: "No se puede servir a Dios y al dinero" (v. 24). O el Señor… o los ídolos fascinantes pero ilusorios. Esta elección que estamos llamados a hacer, repercute por tanto, en todos nuestros actos, actividades y tantos compromisos. Es una  elección que hay que hacer de manera clara y renovar constantemente, porque la tentación de reducir todo al dinero y al placer están presionando. ¡Hay tantas tentaciones por esto!

Mientras que honrar a estos ídolos conduce a resultados tangibles aunque fugaces, elegir a Dios y a su Reino no siempre muestra inmediatamente sus frutos. Es una decisión que se toma en la esperanza y deja a Dios la plena realización. La esperanza cristiana está ordenada al cumplimiento futuro de la promesa de Dios y no se detiene ante ninguna dificultad, ya que está fundada en la fidelidad de Dios, que nunca falla. Él es fiel, es un Padre fiel, un amigo fiel, es un aliado fiel.

Que la Virgen María nos ayude a confiar en el amor y la bondad del Padre celestial, a vivir en Él y con Él. Este es el requisito previo para superar los tormentos y las adversidades de la vida, e incluso las persecuciones, como nos lo demuestra el testimonio de tantos hermanas y hermanos nuestros.


No hay comentarios: