Se ha podido medir por métodos
científicos la emisión de luz de bajísima intensidad por el cuerpo humano.
Pero hay también una emisión
de luz que puede ser vista por los ojos de las personas y que se da en
circunstancias religiosas.
Al punto que Benedicto XIV, en
su Trattato della Canonizzazione, dice que si quisiera relatar todo
lo que los autores afirman de rayos, luces, claridades que han brillado
milagrosamente sobre el rostro de los Santos, “nunca acabaría”.
El
Dr. Garmann, en su libro sobre las Merveilles des Morts, relata
numerosos fenómenos luminosos, algunos de los cuales le parecen absolutamente
indudables.
Por
otro lado la luminosidad es un atributo del cielo, destacado no
sólo en la Biblia sino también en Experiencias Cercanas a la Muerte.
Y la escritura manifiesta que se reproduce en la tierra material en
situaciones unidas místicamente con el cielo.
LA LUMINOSIDAD ES UN ATRIBUTO
DEL CIELO
Los
ángeles del cielo se describen como seres de luz de acuerdo con 2 Reyes 6:17, Daniel 10: 6, Mateo
28: 2-3 y 2 Corintios 11:14.
Mateo 28: 2-3 dice: “el ángel del Señor bajó del
cielo. . . su aspecto era como un relámpago”
2 Corintios 11:14 se hace eco de Mateo 28: 2-3:
“Y no es extraño, porque el mismo satanás se disfraza como ángel de luz”.
El
ser angelical de Daniel 10: 6 también se describe como un ser de luz: “su cuerpo era
como el topacio, su rostro brillaba
como un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, sus brazos y
piernas como de color de bronce bruñido, y su voz como el estruendo de una
multitud.”
El cuerpo de la resurrección
de Jesús después de su ascensión al cielo se describe con luminosidad similar y
gloria de acuerdo a Apocalipsis 1: 13-16:
“y en medio de los candeleros como a un Hijo de
hombre, vestido de una túnica talar, ceñido al talle con un ceñidor de oro.
Su cabeza y sus cabellos eran blancos, como la lana
blanca, como la nieve; sus ojos como llama de fuego; sus pies parecían de metal
precioso acrisolado en el horno; su voz como voz de grandes aguas.
Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su
boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro, como el sol cuando brilla con toda su fuerza”
Después de resucitar y
ascender al cielo, se espera que los cuerpos de los santos experimenten una
transformación similar según Mateo 13:43 y Daniel 12: 2-3.
Mateo 13:43 dice: “Entonces los justos resplandecerán como el sol
en el reino de su Padre”
EN LA TIERRA TAMBIÉN LA
ESCRITURA HABLA DE LUMINISCENCIA
El Antiguo Testamento nos refiere: “Después de
eso Moisés descendió del monte Sinaí, llevando las dos tablas del testimonio; y
no sabía que de su entrevista con el Señor, le habían quedado rayos de luz en el rostro.
Mas Aarón y los hijos de Israel, viendo que el rostro de Moisés despedía
rayos, temieron acercársele…
Cuando Moisés salió del
tabernáculo, los Israelitas vieron que su rostro despedía luz; pero él lo
velaba de nuevo todas las veces que les hablaba”. (Éxodo 34: 29-35).
El
Evangelio narra la Transfiguración de Nuestro Señor sobre el monte
Tabor:
“Se transfiguró ante ellos. Su cara se tornó brillante como el sol y su vestidura, blanca como
la nieve…” (Mateo
27:2).
QUIENES TUVIERON EXPERIENCIAS
CERCANAS A LA MUERTE VIERON LA LUMINOSIDAD CELESTIAL
Durante
las experiencias cercanas a la muerte (ECM) es bien sabido que un ser de luz – comúnmente
identificado como Cristo – llama a una revisión de la vida.
De acuerdo con investigadores
de ECM, cuanto mayor sea el reino celestial más luz emiten los objetos y seres
en estos reinos.
El Dr.
George Ritchie dice lo siguiente en relación con el hecho de que los
seres y objetos en el cielo son intrínsecamente
luminiscentes: “Y entonces vi. . . una
ciudad. Una ciudad aparentemente interminable brillante, lo suficientemente brillante como para ser
visto desde toda la distancia inimaginable.
El
brillo parecía provenir desde las mismas paredes y calles de
este lugar, y se podía discernir seres moverse dentro de ella.
De hecho, la ciudad y todo en
ella parecía estar hecho de luz, así como la figura a mi lado estaba hecha de
luz”.
El Dr. George Ritchie dice lo siguiente respecto a
los ocupantes de lo que es
presumiblemente una de las regiones celestes superiores: “Aún más
sorprendente, que irradiaba luz casi tan brillante como Cristo”.
El reverendo Howard Storm también describió los seres del cielo como seres de
luz: “en todas partes alrededor de nosotros había incontables seres luminosos como estrellas en el cielo, que van y
vienen”.
El hecho de que todo en el
cielo se luminiscente implica que los espíritus que entran en estos reinos
después de la resurrección se revisten luminiscentemente, de la misma manera
que nuestros espíritus se revisten de materia mientras están en el planeta
tierra.
LA CIENCIA SABE QUE LOS
ORGANISMOS VIVOS EMITEN LUZ
Todos los organismos vivos,
incluyendo seres humanos, emiten una luz de baja intensidad que no puede ser
vista por el ojo desnudo.
Pero
puede ser medida por fotomultiplicadores que amplifican las señales varios millones de
veces y que permiten a los investigadores a registrarla en forma de un
diagrama.
Las investigaciones han demostrado que el cuerpo emite luz visible 1.000
veces menos intensa que los niveles que pueden captar nuestros ojos.
De hecho, prácticamente todos los seres vivos
emiten luz muy débil, lo que se piensa que
es un subproducto de las reacciones bioquímicas que implican a los radicales libres .
Escribiendo en
la revista PLoS ONE, investigadores han medido esa luminosidad utilizando cámaras ultrasensibles durante un
período de varios días.
Sus resultados muestran que la
cantidad de luz emitida sigue un ciclo de 24 horas, más alto en la tarde y más
bajo por la noche, y que la luz más brillante se emite desde las mejillas, la
frente y el cuello.
QUE TENEMOS ENTONCES
Que
el Reino de los Cielos es descrito por la luz, la luminosidad, que proviene de los mismos seres
y objetos.
Y como sabemos, todo lo que entra en el reino de
los cielos es santo, por lo que no es
de extrañar que la escritura describa situaciones en la tierra glorificadas
precisamente con esa luminosidad.
Por otro lado sabemos que el propio cuerpo humano común emite luminosidad de baja intensidad,
diferente de la luminosidad calorífica.
Entonces, no debería
extrañarnos que en ciertas circunstancias la luminiscencia que emite el cuerpo
humano sea notoriamente mayor como para que ser registrada por otros.
Y
la santidad debería ser uno de esos casos porque es un anticipo del reino de
los cielos.
Cuando los teólogos analizan estos temas en la
escritura le dan invariablemente un contenido espiritual, o sea como que se está hablando de brillantez
espiritual no de luminiscencia material.
Sin embargo la luminiscencia
registrada en santos en la tierra es corroborada por miles de personas de todas
las épocas, de modo que es algo que se materializa.
LUMINOSIDAD RELIGIOSA
Benedicto XIV cita
fenómenos luminosos presentados por Luis Bertrán, San Ignacio, San
Francisco de Paula, San Felipe Neri, San Francisco de Sales.
Mencionaremos los ocurridos en ese antiguo médico
de la Facultad de París, que fue el bienaventurado Gilberto de Santarem.
“Gilberto, nos dice Gorres según las Acta Sanctorum, estaba en el coro de
Santarem y sintiendo acercarse el éxtasis, quiso correr a la sacristía; pero
fue arrebatado ante la puerta que le cerraba y cayó al suelo.
Una piadosa mujer de nombre Elvira Duranda,
llegada por casualidad, lo vio en ese estado a través de una ventanita.
Al cabo de algunos instantes, ella
vio una columna de luz descender sobre él y penetrar todo su cuerpo, de forma
tal que brillaba como el cristal más puro atravesado por un rayo de sol.
Transida de admiración a la vista de ese
espectáculo, ella no pudo dejar de mirarlo hasta que al final, al cabo más o menos de dos horas, la luz
desapareció poco a poco, y Gilberto se despertó con un profundo suspiro
y comenzó a caminar a tientas como un ciego.
Siempre
ocurría así en todos sus éxtasis; y le parecía cada vez, que pasaba de la luz más
viva a un lugar oscuro, casi de repente.
Después de su muerte, su
rostro estaba tan luminoso, que permitía la lectura del breviario en la
oscuridad de la noche”.
La luminosidad del Padre Francisco Suárez (1538-1617), cuyas obras teológicas
constituyen autoridad, y de su crucifijo, fue objeto de una declaración jurada
del Hermano Da Silva: “Don Pedro de Aragón me ordenó advertir al Padre
Francisco Suárez de que lo acompañara a Santa Cruz para visitar al monasterio…
La primera habitación estaba oscura; llamé al
Padre; él no me contestó. Y como la cortina del gabinete de trabajo estaba
bajada, por el intersticio entre la cortina y el montante de la puerta, vi una grandísima claridad.
Levanté la cortina y entré en el gabinete. Vi entonces una gran luz que salía del
crucifijo: cegaba a quien quería mirarla; era como cuando el sol se
refleja sobre cristales, proyectando rayos muy inflamados.
Así salía la luz del Santo Crucifijo y me cegaba si
la contemplaba; y era tal la luz que proyectaba, que yo no podía estar en la
habitación sin ser deslumbrado por la luz que la llenaba.
Esta
luz partiendo del crucifijo, daba en la cara y en el pecho del Padre Suárez.
Y en esa claridad yo le vi de
rodillas delante del crucifijo, con la cabeza descubierta, las manos juntas y
el cuerpo levantado sobre el suelo unos cinco palmos en el aire, al nivel de la
mesa, sobre la cual se hallaba el crucifijo…”
San
Francisco de Sales se presentó muchas veces a los ojos de sus
contemporáneos con la cara inflamada y
en una irradiación luminosa, ya celebrando la Misa, ya comulgando, ya
orando.
“En los días que siguieron a la solemnidad pascual
—escribe
su sobrino Carlos Augusto de Sales— todos los domingos el Santo Obispo
explicaba catequísticamente los mandamientos de Dios a sus fieles de Annecy
desde el pulpito de su gran iglesia.
Y una vez después de haber
discurrido en forma excelente y maravillosa sobre el primer mandamiento,
interrumpiendo su predicación y dirigiendo su palabra a Dios Padre, fue visto
por todos los fieles completamente resplandeciente y rodeado de una luz tan
grande y viva, que apenas podía ser distinguido en ella, sino que parecía
convertirse todo él en luz.
Además entre todos los presentes que quedaron asombrados,
tuvieron una clara y neta visión de esto, de manera especial Pedro Francisco
Jaius, canónico teologal y penitenciario, Juan Luis Qucstán, también canónigo,
Pedro Paget, párroco de la iglesia de Civry, Francisco du Nievre, párroco de
Metet y los profesores del colegio, sin contar a Sergio Saget, ciudadano y
miembro de la audiencia en el Consejo de Ginebra”.
San
Felipe Neri,
cuando conversaba con San Carlos
Borromeo de cosas divinas, veía
el rostro del cardenal brillar como el de un ángel.
Igualmente, un día que San Ignacio de Loyola escuchaba con gran atención un predicador en
Barcelona, su cabeza se iluminó de
pronto y San Felipe Neri asegura haberlo visto más de una vez en ese estado.
Más cerca de nosotros, el santo Cura de Ars fue visto en el pulpito con el rostro transfigurado
y rodeado de una aureola.
El
abate Combes vio a veces un halo luminoso rodear la cabeza de la mística Victoria Clara de Coux (fallecida
en 1883), sobre todo cuando ella había comulgado.
LUMINOSIDAD NO RELIGIOSA
En las sesiones mediúmnicas se
producen a veces fenómenos luminosos, consistentes la más de las veces en una
especie de fuegos fatuos que flotan en el aire a distancia del médium.
Home,
Stainton Moses y
otros presentaron algunos notables. Hemos sido testigos personales de fenómenos
de esta clase en Varsovia en 1927, con la señora Popielska; los he reseñado en
esa época de esta manera: “Después
aparecieron pequeños resplandores como fuegos fatuos, a veces como si
fueran vistos a través de una cortina, a veces netamente adelante.
Subían, bajaban, iban hacia la derecha y la
izquierda. Todos estos fenómenos ocurren sin precipitación; durante su
persistencia se puede verificar la posición de los espectadores.
Mi vecino, el coronel de ingenieros, comprobaba si
yo tenía bien la cinta y si esa cinta estaba en relación con el médium”, que había
atado (con nudos cosidos).
La
luminosidad humana parecería limitarse a ese orden de fenómenos, por cuanto,
dice Carlos Richet, “está
demostrado que solamente los médiums tienen ese poder”.
Sin
embargo se han señalado sudores fosforescentes (Dr. Tremoliéres en Pratique méd. chir.,
1911).
Por otra parte, el Dr. Charles Fére, en la Revue
neurologique de 1905, dice haber visto a dos enfermos afectos de cefaleas presentar luminosidad alrededor de la
cabeza y de las manos.
Se le comunicó un fenómeno análogo en un paciente víctima de crisis de angustia.
Ancel, Bouin y Charpentier habrían observado, con inyecciones de extractos testiculares, una
fosforescencia especial de la piel, cerca de la 2° vértebra lumbar,
nivel del centro genital de la médula” (Leopold Lévi).
LUMINOSIDAD ANIMAL
Nos parece oportuno agregar a los hechos citados,
los ejemplos de luminosidad
biológica visible por el ojo que se encuentran en la naturaleza.
Hay insectos (gusanos
relucientes, luciérnagas, piróforos); bacterias, como las que contaminan la
carne o el pescado y los torna luminosos en la oscuridad; protozoarios
(fosforescencia del mar); vegetales (hongos y algas); pulpos, peces dotados de
órganos luminosos y particularmente de verdaderos faros en la cabeza.
Morat y Doyon en su Physiologie escriben:
“Esos órganos semejan
morfológicamente glándulas mucíparas transformadas. En un comienzo la
fosforescencia pudo deberse a la producción de un moco luminoso. En ciertos moluscos la luminosidad es
producida por una secreción mucosa de esta clase”. Las
investigaciones se han dirigido sobre todo a la luz de los insectos.
La
fotogénesis requiere humedad, una temperatura favorable y oxígeno (para la vida
celular, pero no, al parecer, para la luminosidad misma).
Se
halla en dependencia del sistema nervioso: la excitación a distancia la aumenta, los
anestésicos (éter, cloroformo) la disminuyen, la estricnina la estimula.
JUNTANDO TODOS LOS HECHOS
Los
fenómenos mediúnicos parecen ser difícilmente asimilables a los prodigios
religiosos y a la luminosidad animal.
En
realidad, no es el cuerpo del médium el que se torna luminoso; se producen
fuegos fatuos errantes, poco parecidos a una producción fisiológica y más a una
muestra de un esfuerzo que se es capaz de hacer.
Advirtamos entretanto que una médium, miss Burton,
que producía fenómenos luminosos a cuatro pies de distancia, presentaba la saliva fosforecente.
¿Podría compararse esto al mucus luminoso de los moluscos?
De todos modos, en razón de la rareza y debilidad
de los fenómenos no religiosos, estamos en
presencia de fenómenos luminosos religiosos por un lado y de la fotogénesis
animal por el otro lado.
Nos parece que, como para los demás prodigios
biológicos, se imponen distinciones.
La Transfiguración del Monte
Tabor, que forma un acontecimiento aparte en la vida de Nuestro Señor, y que
transforma hasta sus vestiduras, es evidentemente milagrosa, para edificación
de los Apóstoles.
Lo
mismo las luces emitidas por el cadáver de los Santos nos parecen
milagrosas: el alma ya no está allí para transformar el cuerpo y además los
fenómenos biológicos están extinguidos; esa luminosidad parece ser acordada por
Dios para manifestar la santidad de sus servidores.
Pero no
debemos olvidar la posibilidad de acción del alma sobre el cuerpo en ciertas
condiciones. Hablando de los cuerpos gloriosos, el Padre Sempé escribe: “El
espíritu, reflejo de la inteligencia divina, no conoce las tinieblas de la
materia. El alma tornará a su cuerpo
más luminoso que los astros: ese cuerpo, como el de Cristo, irradiará claridad”.
Además, la luminosidad podrá ser, en determinados
casos, un milagro por sí misma.
Pero en otros parece
preferible suponer que el hecho divino reside en la unión mística con Dios y
que la luminosidad es debida a la acción del alma que goza en forma anticipada
del poder con que ella animará más tarde al cuerpo resucitado.
Y
no está prohibido imaginar que para hacerlo el alma tal vez no hace más que
determinar en el cuerpo humano procesos luminosos latentes como los que los
científicos han podido medir en todos los seres humanos.
La
luminosidad religiosa sería un milagro producido por consecuencia biológica de
la unión mística.
Es más, la aureola que se
pinta alrededor de la cabeza de los santos es precisamente esa luminosidad
prodigiosa celestial.
Fuentes:
- http://www.livescience.com/7799-strange-humans-glow-visible-light.html
- https://www.theguardian.com/science/blog/2009/jul/17/human-bioluminescence
- http://revelationrevolution.org/how-the-resurrection-bodies-of-the-saints-perfectly-mirror-jesus-resurrection-body-after-his-ascension-into-heaven-fulfilling-philippians-320-21-and-all-other-bible-verses-on-the-resurrectio/
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