26 de Junio de 2016
El primer combate espiritual que
libra la Llama de Amor contra el príncipe de este mundo se sitúa en el
corazón de los esposos. Lo primero que hace Nuestro Señor es hacernos
consciente de las intenciones del maligno: “Satanás con fuerza rabiosa quiere destrozar las familias”…
“Oh las familias destrozadas, ¡cuántos pecados acarrean en contra
de Mí! ¡Repara y sufre por ellas!” (p 118). “A las almas creadas a imagen y semejanza de mi
Padre Celestial que caen en las garras de Satanás, las traga el infierno”
(p 183). SANTÍSIMA VIRGEN (SV) “¡Qué pena tan grande hay en mi Corazón: Satanás está barriendo
vertiginosamente las almas” (p 60). “La rabia salvaje de Satanás va
de aumento para acaparar hasta las almas perseverantes. ¡No se lo permitan,
ayúdenme” ( p 61) “El maligno trabaja con mucho
mayor éxito y empeño que ustedes. ¡Tanto me duele esto!” (p
67). JESUCRISTO (JC) “…el maligno…es él quien perturba la paz de tu familia”
(p81).
Los padres de familia son en el plan de Dios los pastores de su pequeño
rebaño, ¿a quién atacará primero Satanás? Lógicamente los primeros objetivos de
satanás son los esposos. “Heriré
al pastor y se dispersarán las ovejas”. Si
los padres caen en el poder del maligno le será mucho más fácil herir a los
hijos. El trabajo del Demonio es tomar posesión de los corazones. El resto es
secundario. Quien vive en pecado mortal de manera consciente y permanente, está
en las garras de Satanás.
Decía el Papa Pío XII que hoy “se ha perdido el
sentido del pecado”. Lo vemos de manera palpable en cantidad
de hogares fundados sobre la “unión libre” o
“el matrimonio civil”. Igualmente
vemos cómo la mentalidad del divorcio ha llegado a justificar el derecho a
contraer nuevas nupcias. Si no nos va bien nos divorciamos y nos “volvemos a casar sólo por lo civil”, tenemos
derecho a “rehacer nuestras vidas”. Quienes
así razonan “no tienen sentido de lo que es el
pecado” de la fornicación o del adulterio. No les angustia “vivir en pecado mortal”. No creen que morir en
pecado mortal tiene como castigo el infierno eterno.
¿Qué autoridad moral tienen los padres de familia
que aceptan en su propia historia el pecado? ¿Cómo pueden corregir y
guiar a sus hijos de manera eficaz? ¡Les falta la gracia de Dios!
Lo mismo podemos decir de
aquellos esposos que cometen aborto y lo apoyan; de aquellos que utilizan los
medios anticonceptivos inmorales; de quienes mantienen relaciones
extramaritales, o viven inmersos en peleas destructoras, en odios, en
permanentes recriminaciones que convierten la vida familiar en un pequeño
infierno. La lista sería muy larga. Lo grave es que eso no lo consideran “como pecado”. No lo valoran como “acción satánica”. No se dan cuenta de que eso es
fruto de la presencia del Demonio en su vida personal y en su relación de
pareja.
La familia es el primer y
principal objetivo de Satanás. Para destruirla el Demonio concentra sobre
ella el mayor número de ataques y de medios. JC: “Dense cuenta de que todas esas cosas desordenadas tienen su origen
en Satanás, es su obra…” “Están dejando que haga su
destrucción la llama del infierno. Pero, ¡Ay de ustedes que miran con cobardía,
los que son responsables! ¡Se tapan los ojos y dejan que las almas sigan
condenándose” (p 83). A tal grado ha avanzado la ceguera
espiritual de esta sociedad “cristiana” que
ya hemos “aceptado como normal” todas esas
aberraciones y no nos inquietamos; caemos en la “indolencia”
ante la posibilidad de la condenación eterna de quienes las cometen.
El primer fruto de la Llama de
Amor es iluminar los corazones con la Luz del Espíritu Santo para que puedan
darse cuenta de lo que es pecado personal y familiar. Cegar a Satanás significa en primer
lugar recuperar la conciencia del pecado. Cuando se rompen
voluntariamente los compromisos santos adquiridos en el Sacramento del
Matrimonio válidamente contraído se comete pecado. Mucha gente se ha hecho a la
idea de que “ahora la Iglesia” ha
cambiado y de que uno se puede “divorciar por la
Iglesia”. La Llama de Amor debe comenzar su trabajo desde el corazón del
hogar. Los niños deben ser iluminados por el “efecto de gracia”. Hay que
educarlos dentro de la perspectiva que el Diario Espiritual nos muestra.
Cuando los hijos
sean adultos y lleguen al matrimonio, irán bien armados para enfrentar el rudo
combate que significa fundar una familia consagrada a Jesucristo. Los esposos
deben asumir la gracia del Sacramento del Matrimonio con el poder que emana de
la Llama de Amor.
Uno de los apostolados más
importantes del Movimiento debería ser la creación de pequeños grupos de
oración para niños (las llamitas), para adolescentes y jóvenes. El matrimonio
no se puede preparar con cuatro charlas parroquiales. Es todo un camino
espiritual que debe preceder al compromiso sacramental. Tenemos que aprender
las leyes del combate espiritual tal como la Virgen nos las enseña y
aplicarlas en el seno de la familia.
Padre Sergio
Hernández Ochomogo
Publicado por Unción Católica y Profética
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