Hay discrepancias sobre si el
Padre Pío apoyaba las apariciones de Garabandal o no. El entorno de la vidente
Conchita y ella misma afirman que en 1967 fue a ver al Padre Pío a San Giovanni
Rotondo, que la bendijo e incluso le mandó regalar el velo que cubría su cara
luego de muerto.
En cambio Donal Enright, de la
ciudad de Cork, Irlanda, que vivió en San Giovanni Rotondo, asistió a la misa
todos los días desde parte de 1960, hasta 1961, y regresó por un tiempo en 1963
y, a menudo recibió el bendición diaria del santo en la sacristía, cita
informaciones a favor y en contra sobre la posición del Padre Pío.
LA INFORMACIÓN RECOGIDA EN EL
ENTORNO DE CONCHITA
El
3 de marzo de 1962 la vidente Conchita recibió una carta que no entendió, así que le
solicitó a Félix López, un antiguo alumno del Seminario Mayor de Derio, que se
la tradujera.
Estaba escrita en italiano y Félix, después de
leerla dijo: “Por su estilo bien
podría ser del Padre Pío”. Conchita le pidió que le ayudara a
escribirle una carta para dar respuesta y agradecimiento.
Cuando la terminó de escribir Conchita entró en
éxtasis y rezó el Rosario. Al regresar a su estado normal Félix le preguntó: “¿Preguntaste a la Virgen sí la carta era del
Padre Pío?”. “Sí, y me dio una respuesta secreta para enviarle” y la
niña rehízo la carta.
La
carta que había llegado a Conchita, sin firma y sin dirección pero con
estampilla italiana, decía lo siguiente:
Mis queridas niñas:
A las nueve de la mañana, la
Santísima Virgen me encomendó que les dijera lo siguiente: “¡Oh benditas niñas
de San Sebastián de Garabandal! Yo les prometo que estaré con ustedes hasta el
fin de los siglos y que ustedes estarán conmigo durante el fin del mundo y
después, unidas conmigo en la gloria del Paraíso”.
Estoy
enviándoles una copia del santo Rosario de Fátima, que la Virgen me pidió les
enviara.
El Rosario fue compuesto por la Virgen y debe ser propagado para la salvación
de los pecadores y para la preservación de la humanidad de los terribles
castigos con los que el buen Dios la amenaza.
Les
doy un consejo: Recen y hagan que los demás recen porque el mundo está a
comienzos de la perdición. No creen en ustedes ni en sus conversaciones con
la Dama de Blanco; lo harán cuando ya sea demasiado tarde.
Trece
años después, el febrero 9 de 1975, la revista NEEDLES (ahora GARABANDAL) condujo una
entrevista grabada con Conchita, y le preguntaron: ¿Recuerdas algo sobre
esta carta?
Y Conchita respondió:
Y Conchita respondió:
Recuerdo haber recibido en el correo una carta
dirigida a mí y a las otras tres niñas, Jacinta, Loli y Mari Cruz. Me
preguntaba qué contenía y, como no estaba firmada, la metí en el bolsillo hasta que vi a la Santísima Virgen ese día.
Cuando se apareció le mostré
la carta y le pregunté quién nos la había enviado. La Virgen dijo que era del
Padre Pío. Como no sabía quién era el Padre Pío, no pregunté nada más.
Después de la aparición conté a la gente sobre la
carta; un seminarista que estaba presente me explicó acerca del Padre Pío y de
dónde era él. Entonces le escribí una
carta diciéndole que me gustaría verle cuando visitase mi país. El entonces me envió una pequeña carta
diciendo: “¿Crees que puedo subir por la chimenea?” Yo sólo tenía 12
años en esa época y no sabía nada de los claustros.
LA VISITA DE CONCHITA AL PADRE
PÍO
En
febrero de 1967, Conchita fue a Roma con su madre porque había
sido llamada allí por el Cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio
(Congregación para la Doctrina de la Fe).
Pero como tuvo que esperar un día para su reunión
con el Cardenal Ottaviani, el Profesor Medi que iba con ellas, sugirió San Giovanni Rotondo a ver al Padre
Pío.
En la entrevista de NEEDLES de 1975 se narra el
hecho:
… Todos estuvimos de acuerdo, así que salimos para
el Monasterio en el auto alquilado del Profesor Medi. Llegamos como a las nueve
de la noche y nos dijeron que no podríamos ver al Padre Pío hasta la mañana
siguiente en su Misa de cinco.
Al
llegar, fuimos conducidos a un pequeño cuarto, una celda, que tenía una cama,
una silla y una pequeña mesita. Le pregunté al Padre Pío si este era su cuarto y si él dormía
ahí, a lo cual respondió: “Oh, no. No pueden ver mi cuarto. Este es un cuarto
rico”. En ese momento no sabía la clase de hombre santo que era el Padre Pío,
como ahora sí lo sé. Entonces yo era muy joven; tenía sólo 16 años.
NEEDLES preguntó:
Puedes decirnos ¿qué se dijo durante tu visita al
Padre Pío?
Y Conchita respondió:
Sólo recuerdo un poco. Recuerdo
que tenía el crucifijo besado por Nuestra Señora, y que dije al Padre Pío:
“Esta es la Cruz besada por la Santísima Virgen. ¿Quisiera besarla?” Padre Pío
tomó entonces el Cristo y lo colocó en la palma de su mano izquierda, sobre el
estigma. Tomó entonces mi mano, que colocó sobre el crucifijo, cerrando los
dedos de esa mano sobre mi mano; con su mano derecha bendijo mi mano y la cruz.
Lo mismo hizo con mi madre cuando ella le dijo que por favor bendijera su
rosario, también besado por la Virgen. Yo estuve de rodillas durante todo el
tiempo que estuve ante él. Me tomó de la mano, con la cruz, mientras que me
hablaba.
NEEDLES comentó que los frailes no están muy dispuestos a mostrar las fotos de la reunión,
aparentemente porque las apariciones de Garabandal no han sido reconocidas aún
por la Iglesia. Las fotos fueron nuevamente mencionadas por otro de los
frailes de San Giovanni Rotondo quien las vio, confirmando más tarde el hecho.
EL INVOLUCRAMIENTO DEL PADRE
PÍO EN EL MILAGRO DE GARABANDAL
Al
morir el Padre Pío en 1968, Conchita quedó perpleja, preguntándose por qué una
profecía sobre el Padre Pío aparentemente no se había cumplido; pero un mes
más tarde fue tranquilizada, recibiendo además un regalo precioso.
En
octubre 16 de 1968, Conchita recibió un telegrama de Lourdes, proveniente de
una mujer de Roma a quien Conchita conocía. El telegrama pedía a Conchita ir a
Lourdes a recibir una carta del Padre Pío dirigida a ella.
En Lourdes se entrevistaron
con los emisarios del Padre Pío de Italia, entre los cuales estaba el Padre
Bernardino Cennamo, O.F.M. El Padre Cennamo dijo a Conchita que no había creído
en las apariciones de Garabandal hasta que el Padre Pío le pidió darle el velo
que cubriría su cara después de su muerte.
El
velo y la carta fueron entregados a Conchita, quien preguntó al Padre Cennamo: “¿Por
qué la Virgen me dijo que el Padre Pío iba a ver el Milagro y él ha muerto?”
El Padre le respondió: “El
vio el Milagro antes de morir. Me lo dijo él mismo”.
Al regresar a casa Conchita decidió escribir sobre el incidente a un amigo en Madrid.
La entrevista de NEEDLES de 1975 narra esto:
… Tenía el velo ante mis ojos
mientras escribía cuando, de repente, toda la habitación se llenó con una
fragancia. Había oído sobre las fragancias del Padre Pío, pero nunca les había
dado mayor importancia. El cuarto entero olía con un perfume tan fuerte que
comencé a llorar. Era la primera vez que experimentaba esto. Ocurrió después de
su muerte.
EL TESTIMONIO DE DONAL ENRIGHT
Enright
dice que él preguntó a Pio a través Pyle sobre las supuestas apariciones que se
estaban produciendo en el momento en el centro-norte de España en una aldea de
montaña llamada Garabandal, que ha estado en el centro de atención en los
últimos tiempos.
“Ella
dijo que él (Padre Pio) las aprobaba”,
dijo Enright.
“Eso
fue en 1961. Cuando volví y le pregunté acerca de Garabandal en 1963, ella
(Pyle), dijo que el Padre Pío había dicho que satanás había entrado en
Garabandal. Pyle fue enfática acerca de Garabandal.”
Las preocupaciones
acerca de la posible infiltración diabólica se han expresado en otros
lugares a través de los años, incluso por la madre de la vidente Conchita
González.
Él afirma que cuando una de
las videntes viajó a San Giovanni Rotondo, recibió una bendición general con
los demás, pero más tarde, al comparecer ante Pío con un sacerdote español para
una bendición personal, se le negó por razones que Pio nunca reveló. “Ellos
supusieron que era porque su falda estaba un poco por encima de las rodillas”,
afirma Enright.
Es imposible confirmar o descartar esas
afirmaciones. Él también dijo que ha
habido informes de que una tela o velo colocado sobre el rostro de Pio a la
muerte se le había dado a la vidente a petición de Pío.
“Había cuatro paños”, dice Enright, que mantuvo un
estrecho contacto con los que estaban en el monasterio. “Eran como pañuelos.
Había un sacerdote que cortó un pedazo de uno y se lo dio a la vidente. Hay
muchos, muchos errores en lo que se ha escrito acerca de Garabandal y el Padre
Pío.”
Las afirmaciones de Enright potencialmente explican
las discrepancias a través de los años, algunos
afirman que el Padre Pío creyó en Garabandal e incluso alentó al menos a Joey
Lomangino, de Long Island – en 1963 – para ir allí (Lomangino, quien murió el
año pasado en la fecha de celebración de las apariciones de Garabandal, se
convirtió en un ferviente promotor de la aparición y volvía a menudo a visitar
a San Giovanni Rotondo).
Mientras
que un sacerdote, el padre Ermelindo de Capua, que había servido como traductor
inglés del Padre Pío en los últimos años del santo, dice que Pio fue negativo
al respecto. La vidente de Garabandal Conchita informa que visitó San Giovanni
en 1967durante un viaje a Roma, donde el Papa Pablo VI informa que la bendijo,
como ella misma confirmó más arriba.
Enright
cree que hay verdad en las apariciones y que un gran “milagro” profetizado se verá en el
sitio, en lo alto de la hermosa Cordillera Cantábrica.
“Definitivamente
fue real. Él [el Padre Pío] cree que la Santísima Virgen estuvo (inicialmente)
apareciendo allí.”
Un sitio web
afirma que:
“el Padre Bernardino, actuando
entonces como Superior del convento del Padre Pío en San Giovanni Rotondo,
escribió una carta en 1969, que contenía lo siguiente: Mientras él vivía, el
mismo Padre Pío garantizó la autenticidad de las apariciones de la Santísima
Virgen. Se reunió con la vidente en San Giovanni Rotondo. Incluso durante los
últimos días de su vida, habló de esto a sus hermanos en la vida religiosa
(teniendo en cuenta que el Padre Pío era también cuidadoso de no tomar una
posición pública sobre ellas)“.
LAS EXPERIENCIAS MÍSTICAS DE
ENRIGHT
La
cercanía al Padre Pío, relata Enright, dio lugar a numerosas experiencias
místicas propias, incluyendo visiones de Jesús Crucificado en el altar de San
Giovanni, el 23 de septiembre de 1976, cuando se celebraba el aniversario de la
muerte del futuro santo.
Enright, que estaba con un grupo de más de treinta,
dice que un compañero peregrino vio lo que él vio: no sólo visiones de Jesús, sino también de la Virgen y el Padre Pío.
Él dice que ha tenido por lo menos
veinte apariciones del santo, y si la profundidad de la oración es una
indicación, estas experiencias tuvieron un impacto duradero y potente.
“Había treinta y dos sacerdotes y un cardenal
allí”, dijo.
“Justo después de la Misa, el
Padre Pío apareció en su hábito marrón, luego desapareció, y luego Jesús se
apareció con un vestido largo de color rojo oscuro Tenía el pelo largo y negro
y los ojos de color azul oscuro y una nariz recta, y luego desapareció y vi a
la Santísima Virgen, con un largo vestido blanco, zapatos blancos, pelo largo
hasta los hombros – color castaño – y los ojos azules más intensos que he visto
nunca; en la cabeza tenía una corona de oro con toda clase de piedras
preciosas”.
Enright
ciertamente parece sincero – e incluso después de todos estos años,
proporciona fácilmente los detalles (incluyendo el nombre del testigo que vio
lo mismo). El Señor, dice, apareció en
un momento en la Cruz,
“con una
mirada de agonía – era insoportable; ninguna palabra mía podría
describir lo que parecía su agonía.”
“La Cruz de Cristo apareció
sobre el altar en la elevación de la Hostia, y luego nuestro amado Jesús Cristo
apareció en la Cruz. Estaba vestido con un taparrabos y su cuerpo desde los
hombros hasta los tobillos estaba cubierto de heridas”
“A
su mano izquierda, el buen ladrón apareció en su cruz, y sobre su mano derecha,
el mal ladrón. La diferencia entre ellos era la siguiente: A la
izquierda, la luz brillaba sobre el buen ladrón que lo estaba mirando hacia
arriba a él en adoración, si se quiere. En cambio, sobre el mal ladrón, no
había rayo de luz que brillara sobre él. Él estaba en una bruma oscura. Tenía
la nariz aguileña y parecía ser el más viejo de los dos ladrones… entonces
Jesús me sonrió. Él inclinó la cabeza y murió”.
El
Padre Pío, afirma, apareció después con vestiduras de oro.
Durante su tiempo en San Giovanni, dice Enright –
quien primero hizo contacto con los capuchinos en busca de oración para su
madre postrada con cáncer y se mudó a San Giovanni el 4 de octubre 1960 después
de su muerte – dice que durante la Misa, el Padre Pío en ciertos puntos rezaba en hebreo a Jesús, pidiendo ayuda
por los enfermos y sufrientes, por la paz en el mundo, por mayor adoración de
Jesús y amor a la Virgen, y por la salvación de su propia alma.
El
santo también pedía permiso para llevar la Cruz él mismo, y poder sufrir
místicamente la crucifixión, extendiendo sus brazos como en la Cruz y cruzando
sus pies, mientras su rostro reflejaba la agonía y de la mano emanaba sangre
estigmatizada. Después místicamente “moría”, la Santísima Madre bajaba al santo
bajado de la cruz, se decía.
PROFECÍA DEL MUNDO EN LLAMAS
Curiosamente,
Enright dice que el Padre Pío expresó una profecía sobre el mundo a Pyle, así como el
discernimiento de una aparición española que tenía lugar cuando Enright volvió
a San Giovanni en 1963.
“El
mundo está en llamas”, dice Dónal Enright, citando a San Pío cuando se le
preguntó acerca de los tiempos venideros.
“Las llamas de la perdición ya
están encendidas, si los hombres no se vuelven a Dios morirán millones, y
millones preferirán estar muertos”.
Enright dijo que tales declaraciones proféticas se
le transmitieron a él y a los demás por Mary Pyle, una mujer estadounidense de la
ciudad de Nueva York, que pasó cuarenta y cinco años en San Giovanni Rotondo
como asistente personal y el intérprete para el santo.
Libros enteros se han escrito sobre Pyle, quien fue recibida en la Tercera Orden
Franciscana por el propio Pío y fue descrita como el mejor amigo del santo.
Ella murió el mismo año que Pio, un evento que Enright dice fue previsto
por el futuro santo, quién le dijo que se iría antes que él. (Pyle murió el 6
de abril de 1968; Pío murió el 23 de septiembre de ese mismo año.)
Enright
dijo que no tuvo muchas conversaciones directas con el famoso mística por respeto al
monje, pero estaba a menudo presente en la sacristía con un pequeño grupo de
seguidores para la bendición cotidiana siguiente a la liturgia de Pío.
El santo le dio un rosario personal a Enright,
quien llegó a San Giovanni, en octubre de 1960 y pasó el resto de ese año y la
totalidad de 1961 en las proximidades del monasterio franciscano que San Pio
llamó su casa hace medio siglo. Enright, quien se convirtió en un amigo cercano
de Pyle, dice que no tiene ninguna duda
de que Pio previó tiempos muy turbulentos para los hombres.
“Al
final, el Inmaculado Corazón de la Santísima Madre triunfará”, opina Enright.
“No va a ser el fin del mundo,
sino el tiempo de satanás; el diablo será conducido de vuelta al infierno. La
gente va a volver a Dios.”
El irlandés dice además que le dijo Pyle que San Pio creía que habría un tiempo de
iluminación después del castigo y que
“habrá
una cura para el cáncer, y será tan simple que los expertos médicos se
preguntarán por qué ellos nunca pensaron en ello antes”.
“La renovación será la mayor
victoria desde el Calvario. Creo que habrá una señal de “advertencia” antes de
la victoria de Nuestra Señora, pero no estoy seguro de cuándo”.
Fuentes:
- http://www.marypyle.info/
- http://catholicpilgrim.org/2012/07/30/why-garabandal-is-worthy-of-belief/
- http://www.marypyle.info/
- http://thepathlesstaken7.blogspot.com/2010/09/donal-enright-witness-to-many-miracles_24.html
- http://motheofgod.com/threads/donal-enright.6235/
- http://www.spiritdaily.net/enright2.htm
Foros de la
Virgen María
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