REDACCIÓN CENTRAL, 07 Jun. 16 / 06:29 pm (ACI).-Se puede
definir a la excomunión como apartar a un bautizado de la comunión de los
fieles de la Iglesia
y del acceso a los sacramentos.
La Enciclopedia Católica afirma que la excomunión, “siendo una pena, supone la culpabilidad; y siendo la
pena más grave que la Iglesia puede infligir, naturalmente supone una ofensa
muy grave. Es también una pena medicinal en lugar de vengativa, pues está
destinada no tanto a castigar al culpable, sino a corregirlo y a traerlo de nuevo a la senda de la rectitud”.
El Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor de la Santa Sede, explicó en una
ocasión que el objetivo de la excomunión es llevar “a
los culpables al arrepentimiento y a la conversión”.
“Con la pena de excomunión la Iglesia no intenta de algún modo restringir el campo
de la misericordia, sino que simplemente se evidencia la gravedad del crimen”,
señaló.
¿Por qué se excomulga? La excomunión es un dispositivo punitivo por
parte de la Iglesia y va más allá de simplemente la restricción al acceso a la
Sagrada Comunión.
También reprende públicamente, como especifica el Código de Derecho
Canónico, a una persona “que provoca con su
conducta escándalo o grave perturbación del orden", como señala el
Canon 1339 en el párrafo 2.
La causa de excomunión se da explícitamente a "los
que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave", precisa
el Canon 915.
La Iglesia toma esta medida extrema solo después de que todos los demás esfuerzos para corregir fraternamente
han fracasado. Algunos han visto a la excomunión como una manera de
traer católicos erráticos al buen camino.
Algunos casos
emblemáticos de excomunión en la Iglesia
En la Iglesia primitiva, San Ambrosio, Obispo de Milán, utilizó la
amenaza de excomunión contra el emperador Teodosio I por la matanza de 7.000
personas en Tesalónica. Él le dijo al emperador que imite al rey David en su
arrepentimiento y lo readmitió a la comunión después de varios meses de
penitencia.
En la Edad Media, el Papa Gregorio VII excomulgó al emperador romano
Enrique IV sobre muchos temas en disputa, uno de los cuales fue el intento de
Enrique para deponer a Gregorio del papado. La excomunión de Enrique produjo un
efecto profundo en Alemania e Italia.
En respuesta, Enrique se vio obligado a viajar a Canossa y esperar en la
nieve durante tres días; donde hizo penitencia y finalmente fue absuelto de la
excomunión. En la Europa medieval, donde casi todo el mundo era católico, el
emperador necesitaba a la Iglesia y por lo tanto la excomunión era eficaz.
El Renacimiento fue una época muy diferente en la vida de la Iglesia y la gente no tomó tan
en serio la excomunión.
En el siglo XVI la excomunión de Martín Lutero, Enrique VIII e Isabel I
generó un efecto reducido a nivel personal o sobre sus seguidores. El uso de
esta como un arma creó simpatía al ofensor, y a menudo condujo a un respaldo a
la disidencia.
Más recientemente, en el año 1988, se produjo la excomunión del
Arzobispo francés Marcel Lefebvre (que falleció excomulgado) quien ordenó a
cuatro obispos sin permiso del Papa.
En 2009 Benedicto XVI
levantó la excomunión que pesaba sobre ellos y desde entonces las negociaciones
entre ambas instituciones han continuado para "reencontrar
la plena comunión con la Iglesia".
En el 2016 el Papa Francisco señaló que darles el
estatus de prelatura personal sería una posibilidad, pero dependerá
de un acuerdo fundamental porque “el Concilio Vaticano II tiene
su valor”.
Otro ejemplo contemporáneo de una excomunión se produjo en 2010 cuando
la hermana Margaret McBride autorizó un aborto en el hospital
católico de Phoenix. La monja se reconcilió más tarde con la Iglesia y se le
levantó la pena.
El caso más actual ocurrió en el 2016, durante el Pontificado del Papa
Francisco, con la excomunión
de la autodenominada “Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén”,
fundada en Italia por la presunta vidente Giuseppina Norcia y que opera una
pequeña localidad al sudeste de Roma.
El Vaticano determinó que “aquellos que se
adhieran a la citada asociación incurren en la excomunión ‘latae sententiae’
por el delito de cisma”.
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