La Iglesia Católica recuerda
durante todo el mes de Junio la devoción al Sagrado Corazón de Jesús con la
finalidad de propagar la misma, venerándolo, honrándolo, e intenta imitarlo.
Pero la Iglesia celebra la
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús el viernes posterior al 2º domingo de
Pentecostés.
Radica allí la importancia de
los Actos de desagravio, la Hora santa, las letanías en su honor:
(“Casa de Dios y puerta del cielo”, ” Horno ardiente de caridad”, ” Abismo de todas las virtudes”, ” Lleno de bondad y de amor”, ” Fuente de todo consuelo”, ” Vida y resurrección nuestra”, ” Hecho obediente hasta la muerte”, ” Traspasado por una lanza”, ” Paz y reconciliación nuestra” y muchas más…).
(“Casa de Dios y puerta del cielo”, ” Horno ardiente de caridad”, ” Abismo de todas las virtudes”, ” Lleno de bondad y de amor”, ” Fuente de todo consuelo”, ” Vida y resurrección nuestra”, ” Hecho obediente hasta la muerte”, ” Traspasado por una lanza”, ” Paz y reconciliación nuestra” y muchas más…).
El
acto propio de la devoción al Sagrado Corazón, es propiamente la Devoción al
AMOR de Jesús,
su objeto es Amar a Jesús tanto como él nos Ama y desde algún modo dentro en
nuestra imperfección hacer un acto de reparación para quienes lo agravian,
intentando, al menos, por este camino retribuirle a quien con tan inmenso Amor
recibe los agravios del mundo.
La
Devoción de los Primeros Viernes de mes, el uso del “Detente”,
y por supuesto las maravillosas Promesas que nos hace Jesucristo para quienes
practiquen esta devoción.
ANTECEDENTES DE LA DEVOCIÓN
En cuanto a la historia de la
devoción podemos decir que ha existido desde los primeros tiempos de la
iglesia, cuando se meditaba en el “costado y el corazón abierto de Jesús de
donde salió sangre y agua”.
La devoción al Sagrado Corazón está, indudablemente,
por encima de otras devociones, porque en
la misma veneramos al MISMO CORAZÓN DE DIOS.
Antes
que el mismo Jesucristo se apareciera a santa Margarita María de Alacoque, encontramos
dentro de la Iglesia señales de la práctica de esta devoción, en un intento por
acercarse al corazón herido de Nuestro señor, a través de “esa herida” que
representa para todos la gran herida del Amor.
Es
así que observamos, en algunos monasterios benedictinos, o cistercienses, por
influencia de San Anselmo o san Bernardo, los primeros atisbos; quizás algo
tímidos; de esta devoción (sobre el siglo XI y XII), con algunos textos, según
santa Matilde y santa Gertrudis la misma ya era conocida por esos tiempos,
siendo la base para las más bellas oraciones y prácticas devocionales.
Y merece especial atención la visión de Santa Gertrudis en la fiesta de San Juan Evangelista,
ya que constituye un hito en la historia de la devoción.
Habiéndosele
permitido recostar su cabeza cerca del costado herido del Salvador, pudo
escuchar los latidos del Divino Corazón.
Le preguntó a Juan si en la
noche de la Última Cena él también había podido escuchar tan deliciosas
pulsaciones y, si así había sido, por qué no había hablado de ello. Juan le
respondió que esa revelación había sido reservada para tiempos posteriores,
cuando el mundo, habiéndose enfriado, necesitara que su amor se le recalentara…
(“Legatus divinae pietatis”, IV, 305; “Revelationes Gertrudianae”, ed. Poitiers
y Paris, 1877).
Entonces podemos recorrer la historia viendo que a partir del siglo XII y hasta el XVI,
solo algunas almas devotas la practicaban, sobre todo desde el interior de sus
congregaciones religiosas, por ejemplo: los cartujos, franciscanos, dominicos,
jesuitas, etc., más solo como algo individual.
Hubieron
muchos santos de importantes congregaciones que fueron “dándole” forma desde algún
lugar y preparando que camino definitivo a la aparición a Santa Margarita María
de Alacoque (de la Compañía de Jesús: Alvarez de Paz, Luis de la Puente, etc).
Entre
los místicos y almas piadosas que practicaron esta devoción podemos nombrar
a: San Francisco de Borja, San Pedro Canisio, San Luis Gonzaga y San Alfonso
Rodríguez, de la Compañía de Jesús. Igualmente, a la Beata Marina de Escobar
(+1633) en España; a las Venerables Magdalena de San José y Margarita del
Santísimo Sacramento, ambas carmelitas, en Francia; Jeanne de San Mateo Deleloe
(+1660), una benedictina, en Bélgica; la incomparable Armelle de Vannes
(+1671).
Todo
esto fue preparando el camino incluso la devoción franciscana a las cinco
llagas y a la costumbre jesuita de colocar la imagen en la página de los
títulos de sus libros y en los muros de sus templos.
CUATRO COSAS QUE NOS DICE EL
SAGRADO CORAZÓN
En primer lugar, es un
corazón, no un cerebro
No
hay devoción formal al Sagrado cerebro de Jesús, que yo sepa. Hay, sin embargo,
una devoción al cerebro soviético de Lenin. El cerebro de Vladimir Lenin fue sacado de su
cadáver a su muerte y estudiado por los científicos
deseosos de encontrar una llave en ella a la brillantez de la mente maestra de
la revolución soviética.
Lenin comenzó el vasto sistema de comunismo
soviético; su legado fue su reglamento, su ideología y su jerarquía, y su cerebro fue lo que lo ideó.
Jesucristo
también comenzó un sistema de la Iglesia, con reglas, enseñanzas y jerarquía.
Pero eso no es lo que es fundamentalmente importante para él: El hecho de la
encarnación lo es.
Honramos el corazón de Jesús,
no su cerebro. Para nosotros, su legado es su misma vida, el hecho mismo de su
existencia, como Dios y hombre, viviendo entre nosotros.
En segundo lugar, tampoco es
un aura
Vivimos en un mundo donde las personas creen que ser “espiritual” y ser “religioso”
son dos cosas diferentes.
Oprah Winfrey describió la espiritualidad de esta
manera: “La espiritualidad para mí
es reconocer que estoy conectado a la energía de toda la creación, que
soy una parte de ella, y es siempre una parte de mí.”
El
Sagrado Corazón nos recuerda que el “espíritu” no existe en algún plano
alternativo mágico etéreo de la realidad. Nuestro espíritu y nuestro cuerpo son
uno.
Cualquier niño ve muy
claramente que en él Dios nos está diciendo que su encarnación fue real, que
fue verdaderamente humano y verdaderamente divino y que nuestra santidad no es
un halo fuera de nosotros, sino una realidad en lo más profundo de nosotros.
En tercer lugar, nos muestra
lo que significa la participación en la vida de la Trinidad
Un sacerdote una vez describió cómo su vocación
comenzó cuando él se quedó mirando la
imagen de su familia del Sagrado Corazón de niño.
“Lo vi
darme su corazón“, dijo. “Así que le pedí a que tomara el mío”
Él
se había consagrado a sí mismo al Sagrado Corazón antes de que él entendiera lo
que eso podría significar.
El
sacramento del bautismo se supone que nos hace “Partícipe de la vida
divina de la Trinidad”.
Quiere decir es esto: Las personas de la Trinidad existen en una auto-donación mutua continua,
una a la otra. El Padre da todo al Hijo; el Hijo devuelve todo al Padre
y el Espíritu Santo procede del amor, dando todo de vuelta.
Cuando
nos entregamos a Dios en los sacramentos y entramos en las consagraciones que reflejan y
apoyan los sacramentos – consagración al Sagrado Corazón de Jesús o a la Virgen
– entramos en el don de sí de la Trinidad.
El Papa
Juan Pablo II explica lo que este aspecto como:
“A través de la unión del
Corazón de Jesús a la Persona del Verbo de Dios, podemos decir: en Jesús, Dios
ama humanamente, sufre humanamente, se alegra humanamente. Y viceversa: en
Jesús, el amor humano, el sufrimiento humano, la gloria humana adquiere
intensidad y poder divinos”.
En cuarto lugar, es un icono
de lo que el pecado parece eternamente
Es
fácil ver el pecado y la redención como un evento que sucedió en el pasado.
Pero “los
que se sumergen en desórdenes y crímenes crucifican al Hijo de Dios de nuevo
en su corazón (porque está en ellos)”, dice el Catecismo (No. 598) citando
a San Francisco.
La
imagen del Sagrado Corazón muestra cuán profundamente la Segunda Persona de la
Trinidad es herida por el pecado – en su corazón – y la forma en que lleva la
carga del pecado con él eternamente.
“Los
pecados contra la castidad y la caridad hieren directamente al corazón de Jesús“, dijo la Madre
Teresa. “Así que permitamos que nuestro amor y nuestra fidelidad sea un
alivio al Sagrado Corazón.”
La devoción del Sagrado
Corazón nos recuerda que Jesús es Dios, y que él es el hombre, que anima
nuestros dones, y ofrece reparación por los pecados del mundo.
Fuentes:
- https://es.wikipedia.org/wiki/Sagrado_Coraz%C3%B3n_de_Jes%C3%BAs
- http://es.catholic.net/op/articulos/18202/el-sagrado-corazn-de-jess.html
- http://webcatolicodejavier.org/junio.html
- https://www.aciprensa.com/fiestas/sagradocorazon/index.html
Foros de la
Virgen María
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