DENVER, 19 Mar. 16 / 03:07 pm (ACI).-En la Iglesia existe la tradición
de portar palmas en el Domingo de
Ramos para celebrar la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Sin
embargo pocos saben que el proceso para cosecharlas y prepararlas es arduo y
que diversos productores se esfuerzan por hacerlo de modo ecológicamente
sostenible como pide el Papa Francisco en su encíclica Laudato si’ sobre el
cuidado de la “casa común”.
El trabajo para obtener las hojas de palma puede durar todo un año: los
productores las cosechan, cortan y preparan para la celebración.
Se estima que existen 2600 especies de palmas en el mundo. La planta que
produce las hojas para el Domingo de Ramos se llama palma de cera (Ceroxylon
quindiuense) y suele crecer en climas tropicales o subtropicales.
Antiguamente y por la distancia muchas iglesias no podían conseguirlas
así que las sustituían por plantas locales como el olivo o el sauce. Ahora en
países como Estados Unidos y Canadá hay empresarios que se dedican a
cosecharlas de manera sostenible. Uno de ellos es Peter Munley.
Munley comentó a ACI Prensa
que en Estados Unidos las palmas de cera se cosechan en Florida, Texas, California
y otras regiones del sur del país y que son enviadas a cerca de 18 mil iglesias
en toda la nación.
El empresario explicó que el trabajo de los recolectores
reduce el impacto ecológico que, por ejemplo, causa la importación, ya que el
traslado de los productos desde el extranjero en barco origina cierto grado de
contaminación.
Thomas Sowell es otro productor que en Florida
ha cultivado las palmas por más de cinco décadas. Explica que las siembran en
un lugar especial y emplean una técnica precisa para no matar la planta cuando
la cortan. Luego las hojas pasan por un proceso riguroso de limpieza y
preparación para luego ser entregadas a las iglesias católicas, protestantes y
ortodoxas que las requieran.
El empresario comentó a ACI Prensa que considera
este trabajo como un “servicio y una bendición”. Añadió que su negocio no
habría podido crecer sin “la ayuda de Dios” y que “todo lo que hacemos por esas
iglesias lo hacemos en honor de Jesucristo”.
¿Y
en América Latina?
En Ecuador y Colombia la cosecha y venta de la
palma de cera está prohibida porque las hojas son el hábitat de varias especies
en peligro de extinción.
En Ecuador el Ministerio de Ambiente indicó que
en los últimos 5 años ha disminuido la fabricación y la venta de las palmas.
Para ofrecer productos alternativos realizan una vez al año una feria en Quito
llamada EcoRamos.
El P. Jorge Moreno, Vicario de la zona oriental
de la Arquidiócesis ecuatoriana de Cuenca, explicó a los medios locales que los
sacerdotes realizan una campaña desde inicios de la Cuaresma
para concientizar a los fieles sobre el valor ecológico de esta planta y los
animan a sustituirla por ramas de capulí, durazno, maíz o trigo.
En Colombia, la venta, uso o transporte de las
hojas de palma es considerado un delito debido a que en algunos lugares del
país como Cocora, la palma de cera está desapareciendo.
Incluso el gobierno ha lanzado una campaña para
protegerlas y existe un escuadrón especial que se dedica a interceptar a
quienes no acatan las regulaciones.
En otros países como México y Perú, las palmas
de cera no están en peligro de extinción y su uso no genera problemas en el
ecosistema. Por ello los artesanos y comerciantes las venden sin problemas
porque, además, constituyen parte importante de la tradición cultural de Semana Santa.
Los lugares habituales para su expendio son las
entradas de los templos donde se pueden encontrar de diversos tamaños, formas y
estilos.
Por: María Ximena Rondón y
Adelaide Mena
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