Ya no camino en la incerteza. Está abierta la puerta de la esperanza, aprendo a desprenderme de las falsas seguridades humanas.
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Necesitamos ayuda y consuelo. Los buscamos entre los hombres, sin resultados, en muchas ocasiones.
La vida golpea continuamente. Ayer fue un compañero que nos cerró la
puerta. Hoy es un “amigo” que no quiere
saber nada de nuestro problema. Mañana... da miedo pensar cuál será la próxima
sorpresa.
Sé, sin embargo, que hay Alguien que me apoya siempre, que está a mi
lado, que me ofrece su brazo, que me levanta en las caídas, que me consuela
plenamente.
Dios es fiel. Lo sé desde que leí el Evangelio, desde que escuché las
palabras de ternura del Hijo del Padre. Su presencia, sus milagros, su agonía,
su triunfo, son también míos.
Ya no camino en la incerteza. Está abierta la gran puerta de la
esperanza. Tengo un Consolador que no me deja. Puedo confiar y seguir adelante.
Cuando solamente me quedas Tú, aprendo a desprenderme de las falsas “seguridades” humanas. He comprendido lo débil que
es el corazón humano, su terrible capacidad de cobardías y traiciones.
En cambio, Tú eres fiel y bueno. Tú eres el
verdadero Amigo que das la vida, también por el débil, por el pecador, por el
necesitado.
Jesús, llega el momento de dar un paso hacia el
abandono. Me pongo en tus manos, como tantos hombres y mujeres del pasado y del
presente.
Ya no hay noche en mi corazón. Camino apoyado en
Ti, Buen Pastor que me sostienes entre tus brazos...
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