martes, 24 de noviembre de 2015

CUANDO DIOS ABRE, NINGUNO CIERRA


Llega el tiempo en que el Señor abrirá puertas que estaban cerradas. Puertas que les tocará su tiempo de abrirse, Él te está preparando para ello, y cuando suceda, dale toda la gloria, porque nada la podrá cerrar.

En Apocalipsis 3:7 dice: “Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”.

Una puerta abierta por Dios, es un lugar donde los planes, las ideas, el propósito, o la misión que tenemos, comienza a dar frutos. Una puerta abierta nos posibilita permanecer en un estado de gracia, que aunque parezca que las cosas son difíciles, suceden igual. El reino de Dios gobierna sobre los reinos del mundo y nosotros, si caminamos en acuerdo con Él, puertas de bendición se abrirán, y nada ni nadie las podrá cerrar. A veces, el Señor mantiene una puerta cerrada, hasta que nuestro corazón esté preparado; nos da a entender que solo Él la puede abrir. Cuando llega el momento, algo sucede, tal vez, de donde menos lo esperamos: nuestras metas, deseos y propósitos, comienzan a desplegarse delante de nuestros ojos. Solo Dios puede abrir las puertas a el gran propósito que tenemos, no nos desviemos por puertas equivocadas, permanece en fe y humildad, esperando que eso suceda, y cuando pase, da toda la gloria a su nombre.

Oremos así:

“Dios Padre, te adoro con mi corazón y mi espíritu, porque comprendo que solo tu puedes abrir las puertas de mis bendiciones. Permanezco en obediencia, humildad y fe, esperando que por tu gracia, obtenga la llave para abrir la puerta. Lo creo y declaro en el nombre de Jesús. Amén”.

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