El procedimiento para
seleccionar las clases de seres humanos que sobrevivirán.
Hay una conexión directa entre
las teorías de la primacía de la tierra y el control brutal de los seres
humanos a través del aborto, la esterilización y la eutanasia.
En el nuevo paganismo, el
hombre es algo que debe ser sacrificado en nombre de la Tierra. Por eso es que
se ha promocionado la discusión – en modo de pánico – sobre el calentamiento de
la tierra, la contaminación ambiental y la escasez de recursos; y marcha junto
con la práctica de abortos masivos y la eutanasia.
La meta de estos
procedimientos es crear el mecanismo para que las generaciones actuales en el
poder decidan que tipos de seres humanos seguirán habitando la Tierra.
LA IDEOLOGÍA DE LA PRIMACÍA DE
LA TIERRA
La opinión popular es que el
hombre, por su misma presencia en ella, está “abusando” de la tierra. Se dice
que la Tierra es “superior” al hombre.
A
partir de eso, la moral comienza, no con el hombre, sino con la Tierra. El hombre es
segundo, y no primero.
Esta
tesis de “la explotación de la tierra” por el hombre está en conflicto con la visión
bíblica de que el hombre tiene “dominio” sobre los bienes de la tierra.
Esos
bienes están ahí para ser usados por el hombre para conseguir sus objetivos, que no están
especialmente centrados en la “tierra”, aun cuando tienen lugar en este
planeta.
Pero esta perspectiva
saca a colación el controvertido tema: ¿Exactamente a qué grupo de la humanidad se
destinarían a apoyar estos recursos disponibles? ¿A la actual? ¿A todos los
hombres del pasado y del futuro? ¿Del futuro, pero no el presente?
HASTA AHORA LOS HOMBRES HAN
VIVIDO CON LA ABUNDANCIA DE LA TIERRA
Toda
la raza humana se está replicando constantemente; esta reproducción constante es la forma cómo la
humanidad permanece existiendo en este planeta.
Una manera, sin duda impopular, para detener la
“contaminación” humana sería sencillamente dejar
de reproducirse – una especie de voto universal de castidad. ¡Pero esta no es
una visión ampliamente atendida!
La raza humana ya ha vivido en este planeta por
miles y de miles de años. El hombre mismo aparece en la tierra como un
rezagado, pero aun así propiamente pertenece
a ella y sobre todo debido a su trascendente inteligencia.
Si asumimos que unos noventa a
cien mil millones de seres humanos ya han vivido en la tierra, vemos que han
sido “sostenidos” más o menos bien por la abundancia de la Tierra.
Y en contra de lo esperado, los
miembros individuales de la especie están generalmente en mejores condiciones
cuanto más tarde aparecen en el planeta, por lo menos en cuanto a sus
condiciones físicas.
Esto
demuestra cuán ricamente fue dotada la tierra desde su inicio. Y aun hoy esta
abundancia no puede ser entendida y usada, excepto por la perspicaz
inteligencia humana.
O sea que está disponible para el hombre en función del conocimiento y el arte del hombre.
Cuando con gazmoñería hablamos de “preservar”
recursos para “futuras” generaciones, nos topamos con una especie de enigma. No tenemos idea de cuántas generaciones estarán por
delante de nosotros en los próximos siglos o milenios.
Pretender que sí sabemos es pura arrogancia.
Algunos pensadores parecen asumir que existe una correlación
uno a uno entre el número de las generaciones futuras y los decrecientes
recursos disponibles.
¿CUÁL ES LA MISIÓN DEL HOMBRE
EN LA TIERRA?
Los
defensores de la “madre tierra” estiman que el hombre terminará cuando se
agoten los recursos – a menos que escape a algún lugar del cosmos. Se
dice que la misión humana “real”, es mantenernos vivos y cómodos en este
planeta tanto cuanto posible.
Este esfuerzo es la “grave” misión que enfrenta la
humanidad contra la cual todos los otros
propósitos palidecen hasta la insignificancia.
La alternativa al cielo se
convierte en colonización interestelar o en mantener la tierra prístina
Sin embargo, no hay ninguna razón real para pensar
de esta manera. No es ciencia, como tal, sino una hipótesis
escatológica secular diseñada para reemplazar, como dijo Benedicto XVI
en Spe Salvi, la comprensión cristiana de la vida eterna.
Lleva todas las marcas de una nueva o revitalizada
adoración antigua de la tierra. En otras palabras, su base empírica no es más que conjeturas.
El
propósito del hombre en la tierra y la cantidad de recursos en la tierra, el
sol y las estrellas puede no tener nada que ver con la otra.
O, los recursos
pueden haber estado diseñados para sustentar al hombre durante el tiempo que el
hombre esté destinado a existir para fines de su creación inicial, no simplemente
para mantenerlo vivo el mayor tiempo posible.
Es muy posible, e incluso
probable, que Dios o la naturaleza hayan proporcionado más que suficiente para
sustentar el número real de personas que vivirán en este planeta.
El
fin de la humanidad en la tierra puede corresponder o no con los recursos
disponibles.
De
hecho, los recursos probablemente no tengan mucho que ver con el propósito con
lo que el hombre puede llegar a ser.
Su final puede ocurrir por colisiones de
meteoritos, explosiones siderales, locura humana, o simplemente por el final de un “plan” divino.
La frase “No sabéis ni el día ni la hora”
(Mateo 25:13) más bien sugiere que el
fin de los tiempos tiene poco que ver con que los recursos sean escasos o
abundantes.
SE HAN SOLUCIONADO LAS
NECESIDADES EXISTENCIALES DEL HOMBRE HASTA AHORA PERO…
La verdad es que la humanidad
ha sido capaz de averiguar lo que necesita sólo cuando llega el momento de
necesitarlo.
Si
tratamos de mantener vivos y prósperos a los siete mil millones de personas que
viven actualmente en el planeta con la tecnología y el conocimiento del que se
disponía en 1700, el mundo se derrumbaría rápidamente. Del mismo modo, si
asumimos que dentro de 300 años el conocimiento y la pericia serán los mismos
de hoy en día, no hay duda de que no seríamos capaces de encargarnos de la población
real que existirá en ese momento.
Pero aún así hay propuestas
recurrentes para reducir la población actual del planeta a menos de mil
millones, en nombre de la ecología, y se están materializando mediante los
medios anti-vida.
Su “lógica” es muy clara. Los recursos se agotan rápidamente. Desaparecen por
la cantidad de seres humanos existentes. Por lo tanto, tenemos que reducir drásticamente el
número de consumidores para adaptarnos a una base de recursos que durará mucho
tiempo; ¿por cuánto tiempo? nadie lo sabe.
La
salvación de la tierra justifica eliminar y controlar a las personas. Se rechaza la
anti hipótesis que los recursos son abundantes y que el hombre puede calcular
cómo utilizarlos para su bien y su prosperidad.
Se rechaza, no sobre una base de hechos, sino en base a lo que sólo puede llamarse fervor
religioso o ideológico que ha colocado a la Tierra misma en el centro de la
realidad.
Lo que este pensamiento significa es que existe algo
más grande que la vida humana individual y su fin trascendente.
Este
“ser” es, evidentemente, superior a un “dios” que ha implantado un orden natural de las cosas,
incluyendo las cosas humanas.
Es
un cálculo teórico de los ciclos progresivos de las vidas humanas (menos de mil
millones) elegidas para seguir existiendo. Para este remanente de “supervivencia” cualquier
otra vida humana es subordinada.
Los
“medios” para lograr este fin se justifican por la gravedad de las crisis tales como el
calentamiento de la tierra y otras calamidades inminentes…
EL SÍMIL DE ‘DIOS’ SON LOS
ELEGIDOS PARA SOBREVIVIR
La
“ética” de la preservación planetaria supera a cualquier ética de virtud o
propósito humano. Lo que vemos aquí es una “religión” cuasi mística
sin un “dios”.
Lo que sustituye a “dios” son
algunos de los mil millones de seres humanos elegidos para la supervivencia por la teoría y política de la capacidad limitada de la tierra y el uso
excesivo por “demasiados” seres humanos.
El
Dios de los Judíos y cristianos no es el mundo. Dios es el mismo Dios, incluso si el mundo no
existe. La creación no es un dios, tampoco lo es el Sol, la Tierra, o el Cosmos
entero. Los seres humanos, individual o colectivamente, no son ni pueden ser
“dioses”.
A través de la era moderna, desde la Revolución
Francesa, el pueblo, la nación, el estado, la humanidad, la raza, la clase,
incluso el sexo o género, pueden ser considerados como candidatos para sustituir a “dios”.
El
último candidato para reemplazar a “dios” es la “tierra” en sí. Esta “diosa” no es nueva, por supuesto. Una “Madre
Tierra” es entendida como aquella que se encarga de todo; que se cierne sobre
la vida y la muerte, el futuro y el pasado.
Hacer de la tierra el propio objeto central de
nuestra preocupación y ética no es consecuente. ¿Por qué? Si la tierra es “dios”, ¿por qué es que alguna vez
dejó que el hombre apareciera en ella para que actuara con torpeza?
Si, por hipótesis, tenemos demasiada gente (y no
hay ninguna prueba de que así es), necesitamos
reducir nuestra tasa de nacimientos y la cantidad de población.
NECESITAMOS DE LA EUTANASIA Y
DEL ABORTO
Necesitamos
instituir la eutanasia generalizada y de bajo costo, cuyos principios ya están
en marcha en muchos países y estados, para librarnos de los pobres inútiles o personas que
en otro respecto no son perfectos.
Necesitamos desmantelar
aquellas tecnologías y estructuras (presas, puertos, carreteras, maquinas) que fueron
diseñadas para respaldar a las poblaciones más grandes.
Necesitamos “planificar” la
eliminación de las cantidades excesivas de humanos. Esta lógica muestra cómo cosas tales como la anticoncepción, la esterilización y las uniones homosexuales,
intrínsecamente estériles como son todos ellas, tienen su atractivo: el “sexo”
sin consecuencias. Y el sexo sin consecuencias conduce a la reproducción
fuera del útero, a los laboratorios.
Y aún más, sería
bueno sacar a los niños fuera del contexto personal de madres, padres y
familias.
Debemos
ponerlo en manos de la “ciencia” y del estado, en granjas de bebés, donde se
puedan tratar “racionalmente”.
De esta manera, los
números y tipos de niños podrían ser más fácilmente regulados por el Estado. Con tecnologías
in vitro y otras tecnologías adicionales de fuera del útero, esto parece
factible.
Los
pobres deben ser sacados de su contexto no enriqueciéndolos, sino reduciéndoles sus capacidades
reproductivas y la manutención para los niños “no deseados”.
El
aborto no es tan sólo un “anticonceptivo sustituto”, sino una operación
necesaria
para
librarnos de cada niño “no deseado” o “no autorizado”. China e India ya
iniciaron este camino.
La conexión directa entre las
teorías de la primacía de la tierra y el brutal control de los seres humanos a
través del aborto, la esterilización y la eutanasia, simplemente no puede
evitarse.
La
religión sin “dios” indica a quién se le exigirán sacrificios, por lo que la
reducción de la población mundial se convierte en un “sacrificio sangriento” en
nombre de la tierra y su conservación.
Desde
1980, el mundo ha sido testigo de 1.3 mil millones de abortos. Ahora vemos que
los fetos abortados se utilizan para fines comerciales.
Estas bárbaras operaciones son vistas como “sacrificios sangrientos necesarios” para el
bienestar de la “diosa” tierra.
La noción de que las personas
humanas individuales de nuestra especie tienen una dignidad trascendental ya no se
sostiene más. Es lo que consideran causa de nuestros problemas ecológicos.
Así
es como tenemos algo más grande que el hombre. No es “Dios” ni un “dios”. Es la
misma tierra vista como nuestro único fin mientras flota alrededor del Sol, con
aproximadamente mil millones de habitantes, sin ningún otro propósito que
seguir adelante funcionando ella misma con “recursos disponibles” limitados.
FUENTES:
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