“Nadie
nace sabiendo ser padres”. Esta realidad no ha de convertirse en un
justificante, para evadir la responsabilidad de prepararnos cada día mejor como
seres humanos y progenitores.
Más de
una vez hemos escuchado la siguiente información: “nadie nace sabiendo ser
padres”. Esto es una realidad, pero solo en parte y no ha de convertirse en
justificante para evadir nuestra responsabilidad; ha de ser punto de partida
para prepararnos cada día mejor como seres humanos y progenitores.
La
primera e indudable responsabilidad de traer al mundo a un hijo, es la de
procurar formar personas íntegras e independientes a través de la educación,
presencia y cariño de los padres. Ciertamente no es trabajo fácil y la
desinformación llega a ser en muchos de los casos nuestro principal obstáculo.
No basta con buenas intenciones o con la intuición con que hemos sido dotados
gratuitamente para sacar hoy en día adelante moralmente hablando a una familia.
Son
demasiadas las influencias de un ambiente negativo que hay que contrarrestar
para convertirlas en herramientas de aprendizaje y crecimiento en libertad,
voluntad e inteligencia que nos ayuden a luchar hacia un mismo frente: el de la
dignidad de la persona humana.
Muchos
nos preguntamos por qué hemos de prepararnos para ser padre o madre, si
maternidad y paternidad son realidades naturales que como tales han de irse
dando; es decir, naturalmente.
Hoy por
hoy vivimos en una sociedad que influye directamente en nosotros y en nuestras
familias. Ya no se desenvuelve la vida en hogares cerrados a sus miembros y a
una pequeña comunidad vecina. La diversidad de criterios, valores, etc., cada
día es más grande gracias a los medios de comunicación y entretenimiento.
Intentar cerrarse al mundo, es tomar una medida irracional; pretender abrirse
totalmente a él, es quedar totalmente desprotegido y vulnerable.
Los
padres no hemos de sentirnos inseguros y solos en nuestra tarea educativa.
Ejemplo y guía alimentados por el amor que les tenemos a nuestros hijos, son la
mejor educación que les podemos ofrecer. Sin embargo, algunas veces el
sentirnos incapaces nos motiva a delegar nuestra responsabilidad educativa a la
escuela o centro educativo al que asisten los niños.
Uno de
los principales objetivos de la paternidad responsable, es la de guiar y educar
con autoridad y cariño a nuestros hijos, buscando que lleguen a convertirse en
adultos autosuficientes, libres y responsables. Este objetivo determinará el
cómo se les guiará y educará en el camino hacia su desarrollo y madurez. Para
alcanzar este fin no hay como la prevención, la cual se logrará al prepararnos
como padres, buscando los fundamentos y las bases para formar personas aptas
que irán asumiendo su propio presente sin que los acontecimientos los tomen por
sorpresa o desprotegidos.
Si
nuestros hijos además de recibir una educación profesional son personas
humanamente preparadas, raramente serán víctimas de las circunstancias, pues
tendrán la fuerza y los conocimientos para tomar la vida entre sus manos,
constituyéndose verdaderamente en dueños y señores de su propio destino.
COMO PADRES Y PRIMEROS EDUCADORES
DEBEMOS PREPARARNOS PARA:
1.
Proporcionar a nuestros hijos la educación que merecen; aquella que reconoce la
dignidad de todo ser humano, tratándole como tal y enseñándole a vivir conforme
a su propia naturaleza racional y espiritual. Es precisamente el hogar, primera
escuela de vida y formación para la persona, donde se han de adquirir sólidos
cimientos sobre los cuales la persona ha de ir consolidando la propia libertad
que servirá de guía para formar su personalidad y carácter.
2. Hogar
y escuela es donde el niño pasa la mayor parte de su día. Es aquí donde
principalmente aprenderá patrones de conducta, normas y valores que guiarán su
vida. Por esto es sumamente importante que entre los padres y el centro
educativo brinden un mismo marco de referencia evitando en lo posible criterios
encontrados en valores fundamentales que puedan hacer sentir al niño desorientado
o en el peor de los casos manipulado o engañado.
3.
Promover actividades que fortalezcan los lazos familiares y favorezcan la
comunicación entre las diferentes generaciones dentro del hogar. Contrarrestar
el ambiente negativo que irremediablemente dificulta la tarea educativa. Un
ejemplo representativo de ello son los medios de comunicación y entretenimiento
que en ciertos casos a través de la televisión, revistas, videos, etc.,
promueven propaganda que ridiculiza cualquier tipo de autoridad, así como los
valores morales que ellos inculquen.
4. Los
padres debemos pues ser guías, maestros y amigos durante toda la vida de
nuestros hijos, pero principalmente durante los primeros años de su desarrollo,
crecimiento y aprendizaje a través de los cuales toda vivencia positiva o
negativa marcarán definitivamente la forma cómo, ahora en su presente y
posteriormente en el futuro, verán y afrontarán su vida.
Marisa U.
De González
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