Este tema de la elección divina de las almas..., les puede llevar a más
de uno a pensar el tema de la predestinación de las almas y son muchas las
herejías, algunas de ellas protestantes que afirman que todos nacemos
predestinados para ir al cielo o al infierno, hagamos lo que hagamos. Esto es
un disparate y un contrasentido con los deseos de Dios que es quien nos ha
creado. Si la razón de nuestra creación es fruto del amor de Dios y el deseo de
hacernos eternamente felices participando de su gloria. ¿Qué sentido tiene el
que crea criaturas para echarlas al infierno? ¿Cómo se puede pensar que Dios
que es pleno de amor y bondad, puede hacer eso?
El que se condena, es porque así lo desea. Un escritor inglés Walter
Hooper, escribía diciendo: “En última instancia, solo hay dos clases de personas: la que le dice a
Dios: “Hágase Tu voluntad”, y
aquellas a quienes Dios dice, en el último instante: “hágase tu voluntad”. Todos los que están en el infierno lo han
decidido así. Sin ésta auto elección no podría existir el infierno. Ningún alma
que desee la felicidad seria y constantemente la perderá”. Y
es que nadie está predestinado para ir al infierno, lo que ocurre es que
siempre el condenado, escoge su propia condenación.
Según San Francisco de Sales nos dice el Señor: “Confianza, hijo
mío, yo no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. (…). Mi
voluntad es la santificación de los hombres; yo no he creado nada para que sea
odiado. ¿Por qué, entonces, se entristece tu alma y se turba?”. El error está en confundir el
conocimiento que Dios tiene de todas las cosas, con la realización de las
mismas. Las cosas no suceden porque Dios las conozca, sino que las conoce
porque suceden. Acerca de este tema del conocimiento previo que Dios tiene de todo,
los norteamericanos Nemeck F.K. y M.T. Coombs nos dicen que: “Al hablar del
conocimiento previo que Dios tiene de nosotros, estamos empleando un
antropomorfismo. Y es porque al presente nosotros vivimos y pensamos dentro de
la categoría tiempo... Él existe en la eternidad en un constante ahora.
Nosotros conocemos en términos de pasado, presente y futuro. Para Dios todo
conocimiento existe en un puro ahora. El tiempo es una participación
cuantitativa y progresiva en la totalidad cualitativa y dinámica simplicidad de
la eternidad. La predestinación es también una conceptualización
antropomórfica”.
Hay quienes confunden el principio de “la elección divina de las
almas” con el tema de una inexistente predestinación que se supone,
que Dios da a las almas por Él creadas. La elección divina de las almas es una
potestad divina de escoger y amar al que más se le asemeja. San Pablo en la
epístola a los romanos escribe diciéndonos: "28 Por lo demás, sabemos
que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de
aquellos que han sido llamados según su designio. 29 Pues a los que de antemano
conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que
fuera Él, el primogénito entre muchos hermanos; 30 y a los que predestinó, a
ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.
31 Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? 32
El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? 33 ¿Quién
acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica”.(Rm.
8,28-33). Y más adelante en el siguiente capítulo 9 de esta epístola, nos dice:
“¿No tiene el alfarero
poder de hacer con el mismo barro una vasija lujosa y otra para usos menos
nobles?”.(Rm 9,21).
La muerte y pasión de Cristo en la cruz, nos
abrió a los hombres la puerta de nuestra Redención de las cadenas de satanás, y
esto no solo hizo posible una mera amistad, sino distintos grados de ella, a
los que ni siquiera los ángeles pueden aspirar. Y, gracias a esa preciosísima
sangre, un alma no solo puede pasar de la muerte a la vida, sino que, por
sucesivos peldaños, etapas y niveles, puede llegar a la perfección de la
santidad misma. El poder de su oración, de un alma en la tierra y en el cielo,
estará siempre en relación con su grado de amor, de obediencia y de abandono; y
si Dios se complace en glorificar algunas almas, entre las mejores, no
busquemos en otra parte la causa de su elección”. Nos manifiesta el Abad Dom
Vital Lehodey.
El teólogo dominico Royo Marín escribe sobre el tema de la elección
divina de las almas, nos pone de manifiesto la función que aquí tiene la gracia
santificante: “Dios ama con amor sobrenatural absoluto al hombre que le es grato y
caro; pero como el amor de Dios es causa de lo que ama, se sigue que tiene que
producir, en el hombre que le es de esa manera grato, la razón de esa bondad
sobrenatural, es decir, la gracia santificante”. Nos
dice San Alfonso María de Ligorio que: “Para salir de esa vida
disoluta al estado de gracia y de salvación, se necesita una gracia abundante y
extraordinaria. Pero Dios raramente la concede a los pecadores obstinados.
Según Santo Tomas, la concede a algunos, eligiéndolos como vasos de
misericordia, a fin de manifestar su bondad; a otros la niega justamente y los
deja en su estado infeliz, para demostrar su justicia y su poder”.
Dios es amor y solo amor (1Jn 4,16) y una de las características
fundamentales que genera el amor es la semejanza. El amor y el que ama buscan
su semejanza, Si de verdad amamos a Cristo, tenderemos siempre a la “Imitación
de Cristo” Y Dios respondiendo a este principio ama más al que más le ama,
porque si le ama es semejante a Él y cuanto más semejanza tenga el hombre con
su Dios, más le amará Él. Santo Tomas escribe: “Es evidente que
Dios ama con un amor especial aquellos a quienes, por medio del Espíritu Santo,
ha convertido en amadores suyos. Pero el amado mora en el corazón del que ama
según es propio del amor. De aquí se desprende necesariamente que, por medio
del Espíritu Santo, no solamente mora Dios en nosotros, sino nosotros
en Dios”. Así lo dice la
escritura: “El que vive en caridad permanece en Dios y Dios en
él” (1Jn 4,16)”.
Para Michel Hubaut: “La llamada de Dios no puede
ser selectiva. Él da a todos los hombres la capacidad de escucharla y de
responder a ella. Si bien es cierto que, según el designio de Dios, la Iglesia,
el Cuerpo espiritual de Cristo, es el lugar privilegiado del don de su revelación,
también lo es que la Iglesia no es su propietaria exclusiva y celosa. El
Espíritu Santo ofrece a todos, de una forma que solo Dios conoce, la
posibilidad de unirse al misterio Pascual. Todo hombre, nómada en busca de la
verdad, tiene pues, la posibilidad, a lo largo de su existencia, de acoger o no
el don de Dios, de entrar o no en este diálogo, abriéndose al amor o
rechazándolo”.
Pienso que realmente no existe una elección divina de las almas, ni una
predilección de antemano o una predestinación, porque todos absolutamente todos
hemos sido creados por Él, y por lo tanto todos hemos sido elegidos. Lo que
ocurre, es que unos responden a esa elección y otros no. Él está ansioso del
deseo de que todos le respondamos, pero no todos atienden la llamada, incluso
entre los que la atiende, hay diferencias, porque unos atienden con más pasión
y amor que otros. Unos hacen un mejor aprovechamiento de las gracias y dones
divinos que recibe que otros. Somos nosotros mismos los que determinamos ser
elegidos o no. Él no puede hacer nada, solo esperar, pues si interviniese,
rompería su compromiso de darnos libertad de elección Y su intervención, al
carecer el intervenido de libertad, determinaría que este también, careciera de
mérito. Él hace lo posible y lo imposible, sin romper nuestra libertad, para
que todos vayamos a Él.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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