Todos
nosotros somos capaces de hacer el bien, pero también de destruir lo que Dios
ha hecho. Esta ha sido la advertencia del santo padre Francisco durante su
homilía en la mañana del martes 17 de febrero en la misa celebrada en Santa
Marta. Misa que ha querido ofrecer por los cristianos coptos egipcios
asesinados por el Estado Islámico.
“Ofrecemos esta misa por nuestros 21 hermanos coptos, sacrificados por el sólo hecho de ser cristianos”, ha indicado el Papa.
“Rezamos por ellos, para que el Señor les acoja como mártires, por sus familias, por mi hermano Tawadros, que sufre tanto”, añadió, mencionando al Papa copto, Teodoro II (Tawadros, en árabe).
Tomando la primera Lectura del día que narra el diluvio universal, el Papa ha advertido que el hombre es incluso capaz de destruir la fraternidad y de aquí nacen las guerras y las divisiones.
Por eso, ha condenado a los “emprendedores de la muerte” que venden armas a países en conflicto para que la guerra pueda continuar. “El hombre es capaz de destruir todo lo que Dios ha hecho”, ha indicado.
De este modo, hablando de este pasaje del Génesis que muestra la ira de Dios por la maldad del hombre, el Pontífice ha observado que el hombre "parece ser más poderoso que Dios”, es capaz de destruir las cosas buenas que Él ha hecho.
Y así, ha recordado que en los primeros capítulos de la Biblia encontramos muchos ejemplos -Sodoma y Gomorra, la Torre de Babel- en los que el hombre muestra su maldad. Un mal, ha advertido, que se anida en lo profundo del corazón.
“Pero padre, ¡no sea tan negativo!” dirán algunos. “Pero esta es la verdad. Somos capaces de destruir también la fraternidad: Caín y Abel en las primeras páginas de la Biblia. Destruyen la fraternidad. Es el inicio de las guerras, ¿no? Los celos, las envidias, tanta codicia por el poder, por tener más poder. Sí, esto parece negativo, pero es realista. Tomad un periódico, cualquiera -de izquierda, de centro, de derecha- cualquiera. Y veréis que más del 90 por ciento de las noticias son noticias de destrucción. Más del 90 por ciento. Y esto lo vemos todos los días”.
“¿Pero qué sucede en el corazón del hombre?” se ha preguntado Francisco. De este modo, ha indicado que Jesús nos recuerda que “del corazón del hombre salen todas las maldades”. Nuestro “corazón débil”, ha añadido, “está herido”.
A propósito ha advertido que hay siempre un “deseo de autonomía”: “yo hago lo que quiero y si quiero esto, ¡lo hago! Y si para esto quiero hacer una guerra, ¡la hago!”
De nuevo se ha preguntado el Santo Padre: “¿Pero por qué somos así?” Y lo ha explicado con estas palabras: “Porque tenemos esta posibilidad de destrucción, este es el problema. Después, en las guerras, en el tráfico de armas… ‘Pero, ¡somos emprendedores! Sí, ¿de qué? ¿De muerte? Y hay países que venden las armas para esto, para que así continúe la guerra. Capacidad de destrucción. Y esto no viene del vecino: ¡de nosotros! ‘Cada intento íntimo del corazón no era otro que el mal’. Nosotros tenemos esta semilla dentro, esta posibilidad. Pero tenemos también al Espíritu Santo que nos salva, ¿eh? Pero debemos elegir, en las pequeñas cosas”.
A continuación, el Santo Padre ha advertido también sobre los chismorreos, sobre quien habla mal del vecino: “también en la parroquia, en las asociaciones”, cuando hay “celos” y “envidias” y quizá se va donde el párroco a hablar mal de otro.
Por eso, ha reconocido que “esta es la maldad, esta es la capacidad de destruir que todos nosotros tenemos”. Y sobre esto “la Iglesia nos hace reflexionar en las puerta de la Cuaresma”.
A este punto, el Santo Padre ha hecho referencia al Evangelio de hoy, en el que Jesús regaña a los discípulos que pelean entre ellos porque se habían olvidado de tomar el pan. El Señor les dice que pongan “atención”, que tengan cuidado “con la levadura de los fariseos, con la levadura de Herodes”. A propósito de esto, el Santo Padre ha dado el ejemplo de dos personas. Herodes que “es malo, asesino” y los fariseos “hipócritas”.
Por tanto, Jesús les recuerda cuando partió los cinco panes y les exhorta a pensar en la Salvación, en lo que Dios ha hecho por todos nosotros. Pero ellos, ha proseguido el Papa, “no entendían, porque el corazón estaba endurecido por esta pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y mirar quién era el culpable de haberse olvidado el pan”.
Asimismo, el Santo Padre ha indicado que tenemos que tomarnos en serio el mensaje del Señor, “estas no son cosas raras, este no es el discurso de un marciano”, “el hombre es capaz de haber mucho bien”. Y así, ha puesto como ejemplo a la Madre Teresa, “una mujer de nuestro tiempo”.
De este modo, el Obispo de Roma ha recordado que todos “somos capaces de hacer mucho bien, pero todos nosotros somos capaces también de destruir; destruir en lo grande y en lo pequeño, en la misma familia; destruir a los hijos”, "no dejándoles crecer con libertad", "no ayudándoles a crecer bien, anular a los hijos”.
Tenemos esta capacidad y por eso “es necesaria la meditación cotidiana, la oración, el debate entre nosotros, para no caer en esta maldad que destruye todo”, ha advertido el Pontífice.
Finalmente, el Santo Padre ha querido subrayar que “tenemos la fuerza, Jesús nos lo recuerda. Recordad. Y hoy nos dice: ‘Recordad. Acordaos de mí, que he derramado mi sangre por vosotros, acordaos de mí que os he salvado, os he salvado a todos. Acordaos de mí, que tengo la fuerza para acompañaros en el camino de la vida, no por el camino de la maldad, sino por el camino de la bondad, de hacer el bien por los otros; no por el camino de la destrucción, sino por el camino del construir: construir una familia, construir una ciudad, construir una cultura, construir una patria, cada vez más”.
Para concluir, el papa Francisco ha invitado a rezar durante la cuaresma para no dejarnos engañar por las seducciones. “Pidamos al Señor, hoy, antes de comenzar la cuaresma esta gracia: elegir siempre bien el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos llevan por el camino equivocado”.
“Ofrecemos esta misa por nuestros 21 hermanos coptos, sacrificados por el sólo hecho de ser cristianos”, ha indicado el Papa.
“Rezamos por ellos, para que el Señor les acoja como mártires, por sus familias, por mi hermano Tawadros, que sufre tanto”, añadió, mencionando al Papa copto, Teodoro II (Tawadros, en árabe).
Tomando la primera Lectura del día que narra el diluvio universal, el Papa ha advertido que el hombre es incluso capaz de destruir la fraternidad y de aquí nacen las guerras y las divisiones.
Por eso, ha condenado a los “emprendedores de la muerte” que venden armas a países en conflicto para que la guerra pueda continuar. “El hombre es capaz de destruir todo lo que Dios ha hecho”, ha indicado.
De este modo, hablando de este pasaje del Génesis que muestra la ira de Dios por la maldad del hombre, el Pontífice ha observado que el hombre "parece ser más poderoso que Dios”, es capaz de destruir las cosas buenas que Él ha hecho.
Y así, ha recordado que en los primeros capítulos de la Biblia encontramos muchos ejemplos -Sodoma y Gomorra, la Torre de Babel- en los que el hombre muestra su maldad. Un mal, ha advertido, que se anida en lo profundo del corazón.
“Pero padre, ¡no sea tan negativo!” dirán algunos. “Pero esta es la verdad. Somos capaces de destruir también la fraternidad: Caín y Abel en las primeras páginas de la Biblia. Destruyen la fraternidad. Es el inicio de las guerras, ¿no? Los celos, las envidias, tanta codicia por el poder, por tener más poder. Sí, esto parece negativo, pero es realista. Tomad un periódico, cualquiera -de izquierda, de centro, de derecha- cualquiera. Y veréis que más del 90 por ciento de las noticias son noticias de destrucción. Más del 90 por ciento. Y esto lo vemos todos los días”.
“¿Pero qué sucede en el corazón del hombre?” se ha preguntado Francisco. De este modo, ha indicado que Jesús nos recuerda que “del corazón del hombre salen todas las maldades”. Nuestro “corazón débil”, ha añadido, “está herido”.
A propósito ha advertido que hay siempre un “deseo de autonomía”: “yo hago lo que quiero y si quiero esto, ¡lo hago! Y si para esto quiero hacer una guerra, ¡la hago!”
De nuevo se ha preguntado el Santo Padre: “¿Pero por qué somos así?” Y lo ha explicado con estas palabras: “Porque tenemos esta posibilidad de destrucción, este es el problema. Después, en las guerras, en el tráfico de armas… ‘Pero, ¡somos emprendedores! Sí, ¿de qué? ¿De muerte? Y hay países que venden las armas para esto, para que así continúe la guerra. Capacidad de destrucción. Y esto no viene del vecino: ¡de nosotros! ‘Cada intento íntimo del corazón no era otro que el mal’. Nosotros tenemos esta semilla dentro, esta posibilidad. Pero tenemos también al Espíritu Santo que nos salva, ¿eh? Pero debemos elegir, en las pequeñas cosas”.
A continuación, el Santo Padre ha advertido también sobre los chismorreos, sobre quien habla mal del vecino: “también en la parroquia, en las asociaciones”, cuando hay “celos” y “envidias” y quizá se va donde el párroco a hablar mal de otro.
Por eso, ha reconocido que “esta es la maldad, esta es la capacidad de destruir que todos nosotros tenemos”. Y sobre esto “la Iglesia nos hace reflexionar en las puerta de la Cuaresma”.
A este punto, el Santo Padre ha hecho referencia al Evangelio de hoy, en el que Jesús regaña a los discípulos que pelean entre ellos porque se habían olvidado de tomar el pan. El Señor les dice que pongan “atención”, que tengan cuidado “con la levadura de los fariseos, con la levadura de Herodes”. A propósito de esto, el Santo Padre ha dado el ejemplo de dos personas. Herodes que “es malo, asesino” y los fariseos “hipócritas”.
Por tanto, Jesús les recuerda cuando partió los cinco panes y les exhorta a pensar en la Salvación, en lo que Dios ha hecho por todos nosotros. Pero ellos, ha proseguido el Papa, “no entendían, porque el corazón estaba endurecido por esta pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y mirar quién era el culpable de haberse olvidado el pan”.
Asimismo, el Santo Padre ha indicado que tenemos que tomarnos en serio el mensaje del Señor, “estas no son cosas raras, este no es el discurso de un marciano”, “el hombre es capaz de haber mucho bien”. Y así, ha puesto como ejemplo a la Madre Teresa, “una mujer de nuestro tiempo”.
De este modo, el Obispo de Roma ha recordado que todos “somos capaces de hacer mucho bien, pero todos nosotros somos capaces también de destruir; destruir en lo grande y en lo pequeño, en la misma familia; destruir a los hijos”, "no dejándoles crecer con libertad", "no ayudándoles a crecer bien, anular a los hijos”.
Tenemos esta capacidad y por eso “es necesaria la meditación cotidiana, la oración, el debate entre nosotros, para no caer en esta maldad que destruye todo”, ha advertido el Pontífice.
Finalmente, el Santo Padre ha querido subrayar que “tenemos la fuerza, Jesús nos lo recuerda. Recordad. Y hoy nos dice: ‘Recordad. Acordaos de mí, que he derramado mi sangre por vosotros, acordaos de mí que os he salvado, os he salvado a todos. Acordaos de mí, que tengo la fuerza para acompañaros en el camino de la vida, no por el camino de la maldad, sino por el camino de la bondad, de hacer el bien por los otros; no por el camino de la destrucción, sino por el camino del construir: construir una familia, construir una ciudad, construir una cultura, construir una patria, cada vez más”.
Para concluir, el papa Francisco ha invitado a rezar durante la cuaresma para no dejarnos engañar por las seducciones. “Pidamos al Señor, hoy, antes de comenzar la cuaresma esta gracia: elegir siempre bien el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos llevan por el camino equivocado”.
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