Como consecuencia de…, una petición que me hizo una lectora, ayer día
28-01-15 estuve actualizando el estado de la hoja Excel que contiene todos los
datos, que me proporciona el servicio informático de esta revista de ReL sobre
las glosas escritas que actualmente son 1.085 de las cuales solo están
publicadas 1.043, 1044 con esta glosa. El total de entradas de lectores está al
día de hoy es de 8.694.602 de entradas de lectores, desde el día en que se
publicó la primera glosa, en mayo de 2009. Que es cuando salió a la luz RenL.
El término medio de lectores por glosa publicada está en 8.408. Pero me llamó
la atención, las glosas que han tenido más de 10.000 entradas de lectores,
estas son unas son unas 108 glosas aproximadamente, porque los temas tratados
en estas 108 glosas indudablemente, es lo que más le interesa a los lectores y
voy a tratar dentro de lo que pueda, escribir aquí sobre uno de estos
contenidos estrellas. de los contenidos de estas 108 glosas.
Por lo que trataré de profundizar en este tema que es de pura
espiritualidad como son todos, los que escribo, pues mis lectores saben, que
son temas de carácter puramente espiritual, sin ninguna concesión a temas que
siempre están en moda, personas o comentarios sobre las diferencias de pensamientos
o criterios dentro de la jerarquía eclesiástica, pues pienso que lo nuestro
debe de ser Creer, esperar, amar, y obedecer, orando y mortificándose uno
perseverantemente, pues la oración y la mortificación son las dos alas que
necesitamos para volar al cielo.
Yo ya sé, que eso de la mortificación no está muy de moda, incluso hay
clérigos de los que se les conoce, con el adjetivo de avanzados, que sostienen
que no es necesaria, que ya son suficientes las contrariedades que nos ofrece
la vida. Discrepo de este punto de vista pues cuando se ama, todo aquello que
además de lo que nos ofrece la vida, se puede hacer por el Amado es necesario y
por supuesto Él no lo repudia, sino que toma nota de toda manifestación de amor
a Él que le hagamos. Y él nos muestra su agradecimiento proporcionándonos una
mayor cantidad de gracias y dones, Él se siente complacido de que haya almas,
que quieran unir sus mortificaciones a sus sufrimientos en la cruz por nosotros
Asegura el teólogo dominico Antonio Royo Marín que: “La
conservación de las fuentes del dolor es un bien mayor que su supresión” San Agustín por su parte,
en el sermón número 33, manifestaba que: “La mortificación purifica el alma, eleva el
pensamiento, somete la carne propia al espíritu, hace el corazón contrito y
humillado, disipa las tinieblas de la concupiscencia, apaga el fuego de las
pasiones, y enciende la verdadera luz de la castidad".”
San Alfonso María de Ligorio nos recomienda la mortificación como fuente
de bienes espirituales al decirnos que: “Veamos cuales son los frutos de la
mortificación: Primeramente, nos libra de las penas contraídas por nuestros
culpables placeres, penas que en esta vida son mucho más ligeras que en la
otra…. En segundo lugar la mortificación desprende el alma de los afectos
terrenos y la dispone a volar para unirse con Dios…. En tercer lugar, la
penitencia nos hace adquirir bienes eternos, como lo reveló San Pedro de
Alcántara desde el cielo a Santa Teresa, diciendo: ¡Feliz penitencia que me ha
valido tan grande gloria!”.
Tradicionalmente se nos ha venido diciendo que: La oración es muy
importante es el alimento de nuestra alma, es una de las dos alas que
necesitamos tener para acceder al cielo, pero la otra ala es la mortificación,
La oración es una expresión verbal o mental nuestra de lo mucho que queremos al
Señor, pero la mortificación, es la ratificación demostrativa de la realidad de
lo que le amamos, y unimos nuestra mortificación a los sufrimientos de nuestro
Señor durante su pasión y crucifixión aceptada voluntariamente por amor a
nosotros. Porque como dice el refrán: Obras son amores y no buenas y no buenas
razones. Por ello, eh aquí, las dos alas para volar al cielo la
oración y la mortificación, porque son dos las alas que se necesitan para
volar.
Y si logramos ser perseverantes en el mantenimiento de nuestras dos
almas, cuando llegue nuestro día de abandonar este valle de lágrimas, estaremos
prestos para hacer un vuelo directo sin escala en ningún lugar de purificación.
Tenemos que ser conscientes que la adquisición de bienes espirituales es
siempre algo muy lento y tiene su lógica porque lo que adquirimos es eterno
mientras, que si se trata de bienes materiales todo es rápido y de inmediato,
lógicamente si se tiene dinero para pagarlo, pero con la misma rapidez que lo
adquirimos o bien nos hastía o desaparece. Porque en el orden de la materia,
todo es efímero, tiene siempre tasado su tiempo de existencia, como lo tiene
tasado nuestro cuerpo pero no nuestra alma, porque ella, es eterna.
Nosotros hemos sido traídos aquí, para superar una prueba de amor. Una
prueba para demostrar a Dios de que somos dignos de su amor y le
correspondemos. Materialmente hablando el amor e inclusive la amistad requieren
siempre una reciprocidad, porque nadie puede satisfactoriamente amarse así
mismo. La reciprocidad es básica para la existencia del amor. Puede ser que uno
de los dos ame más que el otro pero este le corresponde con amor y si hay
correspondencia hay amor. La reciprocidad es una características del amor Solo
Dios es la única fuente generadora de amor. El amor humano es este imitación
del amor sobrenatural divino, que es donde se apoya y se nutre el amor humano,
que debe de ser siempre un reflejo fiel del amor sobrenatural divino. La
reciprocidad en el amor, al ser esta una característica esencial del amo divino
también lo es del humano.
Desde luego que por mucho que queramos amar a Dios nunca lograremos
alcanzar el nivel del amor que Él nos tiene a nosotros. Sencillamente porque en
Dios, todo es ilimitado y nosotros somos criaturas limitadas.
Dios nos ama tremendamente, pero a nosotros no nos es fácil, sentir y
palpar el amor de Dios sobre todos nosotros, pero tampoco es imposible. La vida
en nuestra relación con Dios tiene un cierto parecido al Juego de la gallinita
ciega, vamos dando palos de ciego por la vida y no se nos ocurre pensar, que
hasta que no nos quitemos la venda de nuestros ojos, nunca acertaremos. Si
tenemos una venda puesta en los ojos andamos en tinieblas si no quitamos la
venda no entrará la luz. Quitarnos la venda es una operación lenta y en la
medida que vayamos prosperando en nuestro nivel de vida espiritual, que es
tanto como decir en el aumento de nuestro amor al Señor, ira lentamente
penetrando en los ojos de nuestra alma pequeños destellos de la luz divina, que
no ira transformando, en cuanto iremos comprendiendo y aceptando la realidad de
quién es Dios y lo mucho que nos ama.
Alcanzar una mayor comprensión nuestra y amarle más a Dios, es un bien
espiritual que Él mismo nos lo ha de otorgar, si es que lo pedimos y luchamos
por conseguirlo. Pero ya antes hemos dicho que, tenemos que no olvidar que
tenemos que ser conscientes, que la adquisición de bienes espirituales es
siempre algo muy lento y tiene su lógica porque lo que adquirimos es eterno y
tiene un infinito valor sobre lo material que es caduco, de la misma forma que
tiene más valor y es eterno nuestra alma, en relación a nuestro cuerpo que
tanto amamos y cuidamos y cuya vida está sometida y limitada por el tiempo como
le ocurre a todo lo material.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo
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