1 de
noviembre de 1973
Fiesta de
todos los Santos
Mi
ejército fiel.
«Quiero que
cada Sacerdote, de mi Movimiento que se me haya consagrado, ore, sufra y
obre para devolverme mi puesto en medio de mis fieles.
Hoy más
que nunca, "el que me hallare, habrá encontrado la vida y recibirá del
Señor la salvación".
Mi
Adversario sólo esto teme; y hará todos los esfuerzos para alejarme aún más del
corazón de mis fieles, para tenerme aún más oscurecida en la Iglesia.
Ha
empeñado Conmigo su más encarnizada batalla, la decisiva, en la cual uno de los
dos quedará derrotado para siempre.
Ahora, en muchos aspectos, parece que el vencedor
será él, mi Adversario; pero se
avecinan los tiempos de mi gran retorno y de mi victoria completa.
Conmigo, en la lucha decisiva, quiero tener a mis
hijos Sacerdotes: serán guiados por Mí, serán dóciles a mis mandatos,
obedientes a mis deseos, sensibles a mis requerimientos.
Habiéndose dejado poseer por Mí con su
consagración. Yo misma me manifestaré en ellos y por medio de ellos actuaré
para herir el corazón de mi enemigo y para aplastarle la cabeza con mi talón.
Pero estos
Sacerdotes míos deben ahora comenzar a actuar; por ellos quiero volver en medio
de mis fieles, porque es con ellos, en torno a mis Sacerdotes, como Yo
quiero formarme mi ejército invencible.
A mis
fieles adheridos a mi Movimiento, les pido:
—Que
se consagren de manera especial a mi Corazón Inmaculado, no cuidándose de formalidades externas o jurídicas, sino sólo de darse
totalmente a Mí, para que Yo pueda disponer libremente de su existencia y
ordenar toda su vida según mis designios.
Deben
dejarse guiar por Mí, como niños. Deben volver a orar más, a amar más a Jesús,
a adorarlo más en su Misterio Eucarístico, para que
sea el Sol que ilumine toda su vida. ¡Qué alegría y qué don de amor comunicará
Jesús en la Eucaristía a esos fieles a Mí consagrados!
Recen
cada día el Santo Rosario para que se apresure mi gran retorno.
—Que
sean fieles al Papa y a la Iglesia a Él unida, con la total obediencia a sus mandatos, previniendo y secundando sus
deseos, propagando sus enseñanzas, defendiéndolo de todo ataque, dispuestos a combatir hasta la efusión de la
sangre, para estar siempre unidos a Él y ser fieles al Evangelio.
Vendrá
pronto un tiempo en el que sólo el que esté con el Papa logrará permanecer en
la fe de mi Hijo y salvarse de la gran apostasía que se habrá esparcido por
doquier.
—Que
observen los Mandamientos de Dios y practiquen cuanto mi Hijo Jesús
ha enseñado para ser sus verdaderos seguidores. Así servirán a todos de buen
ejemplo.
Deben serlo especialmente con un austero modo de
vivir, con la repulsa de una moda cada vez más provocativa y obscena, combatiendo
de todas las maneras la difusión de revistas y espectáculos inmorales y este
continuo desbordamiento de un mar de fango que todo lo inunda.
Sirvan de buen ejemplo a todos por su pureza, por
su sobriedad, por su modestia. Huyan de todos aquellos lugares donde se profana
el carácter sagrado de su persona. Formen
en torno a mis Sacerdotes, mi tropa fiel, mi gran "Ejército Blanco".
Por medio
de ellos volverá mi Luz en medio de las grandes tinieblas y mi candor
inmaculado en medio de tanta corrupción de muerte.
Estos mis
fieles hijos serán llamados y formados por Mí para esta gran misión: preparar
este mundo a la gran purificación que le espera, para que pueda finalmente
nacer un mundo nuevo, totalmente renovado por la luz y por el amor de mi Hijo
Jesús, que reinará sobre todas las cosas.»
Publicado por Unción Católica y
Profética
No hay comentarios:
Publicar un comentario