sábado, 21 de febrero de 2015

OJALÁ NO LO HUBIERA HECHO: SEGUNDA VIRGINIDAD


Hay muchas personas que creen que los jóvenes han perdido toda inhibición o vergüenza ante el sexo. Eso no es verdad. Con el paso del tiempo muchos se avergüenzan de sus relaciones sexuales. Puedo decir que a la mayoría de los jóvenes con los que hablo de este asunto les gustaría haber esperado.

Las razones que dan son del estilo de que ya no están saliendo con esa persona, llegaron más lejos de lo que querían, no se daban cuenta realmente de lo que estaban haciendo, habían bebido, en el caso de los chicos, no es infrecuente oir que se han enganchado y que no saben cómo dejarlo y en el de las chicas que pensaban que si no lo hacían perderían al chico que les gustaba. De ese modo, se pueden oir un sinfín de cosas por el estilo. Además de, en muchos casos, razones de tipo moral.

Muchas veces manifiestan poca autoestima y si ellas sienten que han sido maltratadas, piensan incluso que se lo merecían. En los chicos en cambio esa falta de saber valorarse aparece más bien en los campos de las drogas y el alcohol.

Hacen con frecuencia un razonamiento que desde fuera es difícil hacer y, en cambio, aparece como muy interiorizado en ellos: para estar como estoy, siempre había tiempo, en cambio, ya no puedo volver atrás. Estar como estaba.

Muchos de ellos son conscientes de que han tratado con mucha frivolidad algo tan íntimo como la sexualidad.

Es el momento de hablar de la segunda virginidad. Lo que se ha hecho, hecho está, ya no hay marcha atrás, pero es verdad que muchos no eran conscientes de la importancia que tenía el no haberlo hecho. Como digo, es el momento de la segunda virginidad.

Si realmente a partir de ese momento quieren guardar su intimidad hasta que se casen, se hace necesario hablar con la persona con la que están saliendo y hablarle con claridad, como les gustaría vivir su sexualidad hasta que se casen. Si es aceptado, se sigue con la relación. Si no, es señal inequívoca de que no me quiere querer como yo quiero ser querida.

Por tanto, aunque cueste, hay que dejar esa relación.

Darse cuenta de que uno es capaz de vivir así, aumenta la autoestima y aumenta el amor en la pareja.

Además de devolver una esperanza, que en muchos casos, se creía perdida.

José María Contreras

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